Jugador Estrella | Bilogía Jugador #1

Capítulo 4

Capítulo 4: Culo perfecto.

 

San Diego, California. Estados Unidos.

 

— ¿Alguien me puede recordar porque aceptamos que Nohe nos vistiera como ella quisiera? —pregunta molesto Milo.

—Porque luego de que en todas las revistas y programas amarillistas del país colocaran fotos de ti en ropa interior de Snoppy en media premiación perdiste tanto dinero que aceptaste ser yo quien te vista—le responde Nohemy.

—Malditos periodistas—murmura el rubio.

—Intenta no quitártelo de nuevo ¿Si?—le pido a Wyatt y él solo se encoje de hombros y se va caminando hacia la televisión donde se encuentran los chicos ya vestidos jugando en la X-Box.

—Es la tercera vez que le ajustas la corbata—me dice Nohe mientras cose la manga del blazer de su primo— ¿Ya todos están listos?

—Solo falta Etiennen—ambos nos giramos a verlo, su sexy primo se encuentra sentado alejado de la manada haciendo no sé qué con su celular.

—Desde que entró en el autobús no ha dejado de mirarte—Nohe me da una sonrisa pícara y levanta las cejas.

—Estás loca—Ahora que recuerdo, durante todo el trayecto sentí algo en mis hombros, supuse que era incomodidad pero tal parece que no era solo eso. Pero obviamente no le diría a Nohe sobre eso—. Tal vez no sabía quién era o que hacia allí.

—Con el uniforme del equipo ya se sabe que no eras una fan o familiar de alguien de la manada—puntualiza, yo regreso mí mirada al jugador y miro de nuevo a Nohe al notar que él me está mirando—. Además, tienes bordado en el mono Asistente. Su interés no es saber qué haces aquí, es otro.

—Tal vez solo quiere llevarse bien conmigo como toda la manada—me encojo de hombros restándole importancia.

—No—replica dejando de lado el blazer y la aguja—. Su interés es otro, lo conozco muy bien para saber que no le importa llevarse bien contigo por la manada. Sino por otras razones.

— ¿Qué estas queriendo decir?

¿Acaso quiere decirme que yo, una chica que viene de abajo, asistente de su entrenador le intereso a un jugador profesional?

¡Ja! Ni en sueños me creería eso.

—Las pocas horas que llevo conociéndote he aprendido a leerte, después de todo no es tan difícil. Solo hay que estudiarte bien y por la mueca que acabas de hacer sé que lo que te diré no te lo creerás.

—No soy ilusa, soy realista.

—Te estás protegiendo, pero ¿De qué? —Entrecierra los ojos— ¿De una ilusión? ¿De un amor no correspondido? ¿O de un corazón roto?

—De nada—digo cortante.

—Estás muy tensa e incómoda con el tema, no quieres creer que tal vez Etiennen siente algún tipo de interés en ti ¿Pero porque? ¿Por las tres razones anteriores? ¿O hay algo más?

—Ya te lo dije, no soy ilusa. Una ilusión, un amor no correspondido o un corazón roto son algo completamente normales y es algo a lo que no le tengo miedo. Soy realista, y es por eso que no creo que él esté interesado en mí.

—Baja autoestima—susurra para ella misma pero aun así logro escucharla.

— ¿De qué hablas?

—Cuando una persona tiene baja autoestima nunca se cree los halagos o que una persona esté interesando en ella—me señala con la aguja—. Eso es lo que tienes. Baja autoestima.

Quiero replicarle y hacerle entender que no tengo baja autoestima pero ella me interrumpe.

—No quiero presionarte el primer día que nos conocemos pero en algún momento tendrás que decirme el porqué.

Le digo que debe de apurarse con el blazer del jugador porque solo quedan tres minutos para que la manada se vaya. Mientras Nohe cose rápidamente sin pincharse el dedo, cosa que me impresiona, yo tomo las identificaciones y se las coloco a cada uno de los jugadores, dejando de último el de Etiennen por todavía no tener su blazer puesto.

— ¡Es hora! —me dice un chico del protocolo.

—Termina de vestir a Etiennen, yo mientras acomodo a la manada—Nohemy me tira el blazer ya listo del once y guiñándome un ojo sale gritándole a los demás jugadores donde deben caminar.

—A veces quiero matarla—doy un pequeño salto en mi lugar al escuchar la voz grave de alguien en mi oído.

Me giro encontrando unos ojos avellanas mirándome con diversión. Ahora que no tiene sus lentes de pasta puedo ver con libertad sus ojos atrapantes.

—Cuando quieras cometer homicidio cuentas conmigo—murmuro por lo cerca que estamos, él ríe y yo aprovecho para alejarme y tomar su blazer.

—No puedes decirle homicidio a algo que beneficiará al mundo—se coloca el blazer y me acerco para ajustarlo bien—. Llámalo, obra de caridad. Esa mujer nunca se calla.

Asiento y me volteo para buscar su identificador.

—Déjame adivinar—busca mi mirada—. Te dijo que me conoce tan bien que sabe que estoy interesado en ti—rueda los ojos y bufa—. Siempre dice lo mismo con todas.



#47272 en Novela romántica

En el texto hay: romance, drama, aventura

Editado: 08.01.2019

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