Caroline y yo caminamos por la parte más luminosa de la calle y, pese a que estamos bastante lejos de la casa de Stefany, puedo oír la música de Maluma sonando en el silenciosa camino.
Caroline lleva puesto un precioso vestido negro que se pega a cada parte de su cuerpo de manera casi obscena, tal y como a ella le gusta, y tiene la espalda visible para todo aquel que mire a 10 kilómetros a la redonda. Yo, sin embargo, he optado por unos vaqueros largos azules acompañados por un cinturón negro y una camiseta completamente transparente que deja ver mi sujetador negro. Ambas llevamos las botas de cuero negras a juego de una tienda del centro.
Es relativamente temprano, ni siquiera son las 8:30pm, pero la fiesta ya está a tope de gente. Sospecho que la mitad ni siquiera van a nuestro instituto y simplemente se han colado en la fiesta buscando entretenimiento. Suele pasar y Stefany es bastante popular en la zona.
La casa de Stefany es grande y de las más lujosas de todo el pueblo. Su padre es un importante arquitecto que construyo su propia casa a su gusto desde cero y el resultado no podía ser más impecable: la fachada es completamente blanca y los ventanales son grandes, aunque no dejan ver hacia el interior de la casa. Hay un pequeño jardín poco cuidado en la entrada y ahí es donde se acumula la mayoría de gente.
Caroline y yo nos abrimos paso entre los presentes y avanzamos lo más que podemos. Encontramos a Stefany y a algunas personas más de las que soy incapaz de recordar el nombre en la cocina, que es sorprendentemente amplia y continua la tradición moderna de colores blancos y negros.
—¡Caroline, Raquel! —pronuncia ella saludándonos. Tiene una cerveza en su mano y una amplia sonrisa, así que sospecho que ya va bastante pedo pese a que es temprano. —. ¡Nos empezábamos a preguntar cuando vendríais!
—Nos teníamos que hacer de rogar un poquitín, ¿no crees? —responde Caroline y yo asiento aunque en realidad eso de "hacerse de rogar" no tenga ningún sentido para mí—. ¿Me pasas una cerveza?
Stefany asiente y busca en la nevera algo que ofrecernos a las dos. Por cortesía agarro la lata que me ofrece y tomo un sorbo pero no me apetece emborracharme, por lo menos no del todo. Me gustaría estar lo suficientemente consciente como para seguir siendo yo después de unas horas.
—¿Conocéis a Jake? —pregunta ella y yo reparo en un chico de baja estatura, castaño y con una peculiar sonrisa. Su cara está llena de pecas y estoy bastante segura de que no lo conozco de absolutamente nada.
—Nop —confesamos Caroline y yo al mismo tiempo.
—Bueno, mi nombre es Jake y voy al Village en el pueblo vecino. —Se presenta él—. No tengo nada más que contar.
Stefany rió y yo me sentí levemente atraída por su dulce personalidad.
Mis ojos recorrieron a los presentes uno a uno, buscando sin intención a una persona en concreto: Charles.
Lo encontré, aunque no en la compañía o en la situación que me esperaba. Ósea, estaba siendo Charles Brown y en toda fiesta hay ciertas cosas que Charles Brown debe hacer, pero aún así.
Estaba fumando lo que parecía marihuana con un grupo de chicos. Al único que era capaz de reconocer era a James, uno de sus mejores amigos del instituto y que es casi tan estúpido como él, el resto eran totales desconocidos a mi vista. Tenía a una chica sentada en su pierna y estaba no paraba de moverse encima de él, no tengo muy claro con qué intención.
Me gustaría decir que no sentí absolutamente nada, que me causó indiferencia.
Estaba acostumbrada a ver esas cosas en él, una chica diferente cada noche, un porro diferente cada hora. Era lo normal en él pero había algo en la manera en la que lo estaba haciendo hoy que me enfadaba y hacía que mi vista se nublara del enfado. Puede que sea que he pasado más tiempo con él esta semana del necesario o del estrictamente bueno para mi salud y eso me haya hecho verlo de una forma más humana, más sincera.
De cualquier manera él simplemente está siendo él y yo no puedo hacer nada para pararlo.
Terminó mi cerveza de un trago y miro de nuevo hacia donde él está. Sigue a lo suyo y no parece siquiera reparar en mi presencia.
¿Primer gran error de mi noche?
Empezar a beber para pasármelo lo suficientemente bien como para olvidar que creí que Charles Brown podía ser algo más que un bad boy.
POV Charles
Hay veces que odio mi vida.
Y con "veces" me refiero a todos los días, cada hora del día.
Y es que la verdad es que mi vida es una mierda, pero una mierda bien grande y sin solución. La mayoría de gente cree que soy "feliz", que por el simple hecho de mostrar una falsa seguridad, tener a todas las chicas (o casi todas) a mis pies y formar parte de un grupo numeroso de gente que se hace llamar "amigo" ya tenía la vida hecha.
Nada más lejos de mi realidad. Esa es la realidad de Charles Brown, el egocéntrico, el encantador, el ligón del pueblo. Detrás de él —la leyenda inexistente— solo quedaba yo, un chico roto y que necesita distracciones para poder encontrar una razón por la que respirar.