Juguete del millonario

16. ¿Te gustó?

Mi mano automáticamente tocó la parte trasera de mi cuello. Mis ojos se abrieron con fuerza al sentir algo mojado.

Quite mis dedos enseguida y agache la mirada para encontrarme con un poco de sangre.

-No tenía idea que...

-La herida había sido tan profunda -completo como si leyera mis propios pensamientos -¿eh? Estudiante Steel -le miré a los ojos enseguida, aquéllo me sorprendió. Nunca me había llamado por mi apellido o mucho menos "estudiante".

-Ya que veo en sus ojos que no tiene intención de admitir la verdad, y dado caso que ya descubrí la verdad sin que usted me lo diga, ¿podría sanar sus heridas?

Agache la cabeza avergonzada, lo único que podía ver con claridad del profesor era su corbata.

Mordi mi labio y asenti -esta bien... -le miré otra vez y el profesor me regaló una pequeña sonrisa, fue extraño pero reconfortante. No lo digo por la sonrisa, lo digo por lo que provocó aquéllo. Tan solo esa pequeña sonrisa me dió un poco de calidez y tranquilidad.

Dio una vuelta y me apresure a hablar -profesor -su mirada amable otra vez choco con la mía. Tragué saliva -no... no conozco bien la casa...

Me miró confundido y yo agite torpemente la cabeza en señal de negación -¿Y?

-No conozco nada este lugar, y no se donde la señorita Meldey guarda el botiquín de Emergencias.

Dejó de mirarme y nuevamente me dió la espalda, con rapidez tomó una de sus maletas y la abrió con cuidado.

De una de ellas saco un pequeño bolso blanco, se acercó.

-Tengo todo lo necesario como para no necesitar nada o casi nada de esta mansión señorita Selena -murmuró con frialdad.

Sus manos en segundos abrieron el bolso y sacaron con agilidad un pequeño unguento.

Su mano tomó mi mentón, lo levantó ligeramente y sin pensar mis ojos chocaron con los suyos.

No sabía porque pero mi pecho empezó a hiperventilar por el siemple hecho de tener sus ojos tan cerca de los míos.

-Primero limpiare su labio, luego sanare la parte de su cuello.

-Bien -musite.

El algodón toco el ungüento, y no paso mucho tiempo hasta que este tocara mi labio.

-¡Auch! -me queje mientras mi mano alejaba la suya. Acercó un poco más su rostro hacía mi cara, no pude evitar ponerme nerviosa -profesor ¿qu-que hace?

Levantó apenas un poco la cabeza, sus ojos cafeces casi tan oscuros que parecían negros me miraron con seriedad. No pude evitar ver como sus ojos estaban fijos en mis labios-tendré más cuidado si veo la herida más de cerca, pero si le incomoda solo digamelo señorita y me alejare.

Negué inmediata pero lentamente. El sonrió y su mano nuevamente tocó mi mentón.

Cerré mis ojos y suspire.

Su mano dejo mi mentón y bajo suavemente hasta quedar en mi cintura. Su otra mano acarició con cuidado la herida con el algodón, y ya no dolía tanto.

Mi mano calló sobre su hombro, tomé con fuerza la tela de su camisa y solté un pequeño quejido al sentir como presionaba con más fuerza.

Sus manos dejaron de hacer los movimientos suaves que antes estaba haciendo, espere unos segundos para que continuará pero al ver que su mano seguía estática abrí mis ojos confundida.

Entreabri mi boca con su mano aún sosteniendo el algodón sobre mí.

Mi respiración empezó a dificultarse mientras mis manos se tornaban resbaladizas. -¿Pr-Profesor? -me animé a mi misma a hablar. Sus ojos casi tan oscuros que parecían negros me miraron con cuidado.

Pero entonces pareció casi como si mi habla se hubiera cortado, no pude continuar la conversación.

-Profesor... podría... podría terminar de sanar la herida, es que empieza a empeorar el dolor -añadi, y casi quise tapar mi rostro con mis manos de la vergüenza tan solo por el hecho de tener su rostro tan cerca del mío.

El profesor bajó la mirada mientras retiraba el algodón y lo humedecia nuevamente de la crema.

Suspire profundamente y cerre mis ojos.

-De acuerdo -le escuche.

Espere un par de segundos para sentir los toques, pero estos nunca llegaron.

-Profesor....

-Mantén los ojos cerrados -aquéllo que dijo me dejo sin aliento.

-¿Pero... porqué? -pregunté casi perdiendo el aliento.

-Manténlos cerrados -aquéllo se escuchó casi como una orden.

En segundos después, sentí un par de manos grandes, fuertes y cálidas acunar mi rostro. Me sobresalte enseguida y no pude evitar abrir asustada de un solo golpe mis ojos.

-Cierralos -susurró mucho más cerca de mí.

Tragué saliva intentando controlarme -Pero...

-Cierra tus ojos -le miré directamente, pero el ya no me estaba mirandome a mi.

¿Que estaba pasando, acaso el... acaso el estaba mirando mis labios?

Cerré de a poco mis ojos.

Sus manos levantaron ligeramente mi rostro, algo tibio chocó contra la comisura de mis labios dándome calidez.

Mi pulso aumentó al máximo en el momento en que sus brazos me obligaron a estar más cerca a él. Puse mis manos sobre su pecho para alejarme lo más posible pero sus brazos ejercieron mucha más fuerza.

Su boca abrió lentamente la mía, para después sentir su lengua luchar con la mía.

Mis manos dejaron de pelear contra su pecho y esta vez subieron pasando por su cuello y finalmente su cabello. Hundi mis manos en su pelo y el gruño con tan solo esta acción.

Diablos. El profesor Kein besaba tan bien que podría pasar haciendo esto todo el día.

Su cuerpo dejo de estar tan cerca del mío, finalmente sentí como su lengua lamio levamente la comisura de mis labios mientras se alejaba y su mano sostenía con cuidado mi mentón.

Una brisa fresca inundó mis labios y estos hizo que finalmente los abriera.

Parpadee incrédula de que esto enserio acabará de pasar, pero mis dientes no pudieron evitar morden levemente mis labio inferior para saborear una vez más los labios del profesor.

Le miré todo el rostro. El parecía casi tan sorprendido cómo yo. Sus movimientos fueron lentos, sus pies dieron un paso hacía atrás mientras su mano pasaba por su boca.



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En el texto hay: profesor, millonario, juguete

Editado: 05.04.2020

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