Juguete del millonario

17. Repita lo que dijo

—Ayy porfavor, picarona nunca digas nunca —escuché su risa a través de la línea. Mis manos se pusieron rebaladizas al instante. —¿Selena? —su voz, por más que la escucho a traves de la línea solo son casi ecos. —Selena, ¿hey? ¿estas ahí? Idiota te estoy hablando, primero me cuentas el chisme y luego me dejas a medi...

No logré escuchar la frase completa pues alguien atrás de mi espalda me arrebató el teléfono con fuerza.

Miró mis manos, quiero girarme y reclamarle para que me devuelva el celular pero es que no puedo. No puedo mirarlo a la cara después de lo que dije.

—Señorita Selena... ¿no va tomar su teléfono? —sentí mi labio inferior temblar al sentir una de las manos del profesor sobre mí hombro. Mi respiración se cortó con brusquedad.

Levanta la mano, con este movimiento alcanzó a ver de reojo mi celular casi por encima de mi hombro.

Mis manos tratan de tomarlo, pero el profesor es más ágil y termina poniéndolo atrás de su espalda.

Maldigo mentalmente.

—¿No va hablar? —su mano se desliza lenta y torturosamente desde mi hombro hasta el final de mi muñeca, con un solo movimiento me jala. Inmediatamente siento su pecho y su colonia masculina —hablé o no le entregare su teléfono.

—Usted no puede hacer eso —murmuró lo bastante bajo como para pensar que él no había alcanzando a escuchar.

—¿Que dijo? —se acerca un poco más, lo se porque siento como su barbara roza mí mejilla —repita lo que dijo anteriormente y le devolveré su teléfono.

—Que usted no puede hacer eso —alzó la voz. Le miró de reojo, sus ojos no me miran directamente, y agradezco eso pues me sentiría más avergonzada. —Ahora profesor, porfavor devuelvame mi teléfono.

Levantó la mano para que haga lo que le indiqué, pero en lugar de eso lo único que recibo a cambió es que apreté con más fuerza mi antebrazo —no me refiero a eso —pausa —lo que escuche antes.

Me detuve, seguí mirando totalmente avergonzada al suelo y pensé por un par de segundos.

¿El acaso quiere que repita lo de...? No. Imposible, claro que no. No lo creó.

Mi corazón late con tanta fuerza, que incluso siento mi pulso elevado en una de mis muñecas —¿de que esta hablando profesor?

Ahora siento sus labios casi rozando la punta del comienzo de mi oreja —¿enserio debo específicar? —pregunta. Yo asiento haciéndome la inocente —lo que decías por teléfono.

—¿para qué? Yo no quiero... —me quejó.

—Mira adelanté —frunci el ceño.

—¿Para que? —toma una respiración profunda, parecía que mí respuesta no era la que habia estado esperando.

—Solo levanta un poco tu lindo rostro — mis mejillas se calientan aún más al escuchar de su boca la palabra "levanta tu lindo rostro".

mi cabeza se levanta de a poco tal y cómo el me lo pide. Mi cuerpo se estremeció profundamente en el momento en que mis ojos chocaron con el espejo de la esquina; y peor aún cuándo mis ojos a traves de espejo se toparon con los de él.

Me sonrió —ahora... se lo pediré por última vez, repita lo que dijo.

El me ha estado observando todo este tiempo. Que vergüenza.

—Pero... —carraspe —¿Para qué? Usted mismo escuchó lo que dije. Estoy muy avergonzada profesor, lo siento.

Sus labios me movieron hacía abajo con lentitud hasta chocar contra mi mejilla —la razón por la que le pido que lo haga es porque... puede ser que me halla gustado lo que escuché.

Su brazo hace más fuerza. Mi rostro arde de la vergüenza, dejo de mirar por el reflejo  al profesor, y paso a mirarme a mí. Mi cara esta totalmente roja.

Niego mientras relamo mis labios secos, mi vista pasa al piso —profesor, usted no entiende. Solo.... Solo —tartamudeo.

—¿Solo? ¿Solo que...? —suelta de repente un poco borde. Mis mejillas se calientan de sobre manera. ¿Donde esta el profesor tímido y sumiso que parecía temerme de hace unos días?

Parece que los papeles se han invertido.

¡No!... simplemente no se lo puedo permitir.

—Solo jugaba... —mis codos ejercen un solo movimiento que me logran liberar de su agarré, sin embargo esto no me ayuda por mucho tiempo pues su fuerte mano me toma con fuerza haciendo que mi cuerpo de una vuelta sobre mí propio eje.

—No creó que lo que escuche fuera un juego.

Mi respiración se entrecorto aún más ,(si es que eso era posible), en el momento en que mis ojos chocaron tan de  cerca con los él.

No me vería ni débil ni intimidada. No frente a él. Lograr intimidarme no sería tan fácil —estaba jugando con mi amiga, es decir... —aclaré mi garganta, sus ojos estaban bien abiertos—solo bromeaba con mi amiga, tal vez usted no comprenda el sarcasmo, después de todo ya esta muy mayor como para entenderlo.

Sus labios reflejaron una pequeña sonrisa  —¿me esta diciendo viejo, señorita? —negué inmediatamente.

—No. Solo digo que... no todo lo que yo diga es enserio, habrán veces en las que bromeó...

Su sonrisa desapareció. Mi cuerpo no fue capaz de moverse, su mano en un solo movimiento jalo mi brazo haciendo que mis labios chocaran contra los suyos enseguida.

Mis ojos se abrieron con fuerza totalmente sorprendida.
 

Kein.
 

¿Que demonios me estaba pasando por la cabeza? Lo que estaba haciendo era algo cero profesional.

Pero es que no había podido controlarme. Era imposible controlarse cuándo se tenía a esa pequeña niña con esos carnosos y rosados labios, y sus tan deseables ojos marrones a menos de 5 centímetros de distancia.

Mi mano no pudo evitar aprovechar el agarré para terminar chocando sus labios contra los míos.

Es que era tan hermosa, una vez que probabas esos labios sería casi imposible no desear tenerlos cada vez más y más.

Y lo se. Mi mente me reprochaba cada vez más que era un maldito degenerado, un pervertido por tener esos pensamientos no solo con la esposa de mi amigo, sino también, y peor aún, con mi alumna.

Eso era enfermo. Jamás se me habia cruzado por la mente besar o siquiera fantasear con una de mis alumnas.



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En el texto hay: profesor, millonario, juguete

Editado: 05.04.2020

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