Epílogo: Cierre de ciclos, apertura de...

–¡Mamá! –Fudo había perdido la conciencia al haber utilizado una enorme cantidad de energía maldita, no duró mucho, pero al levantarse de la nada, asustó a Akane, a Kiriko y a todos los demás que lo estaban acompañando.

–Me diste un gran susto, tonto.

–Perdón, Akane... ¿Ya terminó todo?

–Pues, parece que sí, lograste exorcizar a Usuaka, acabaste con el problema actual, pero somos hechiceros y...

–Si, pasaremos por más problemas en el futuro, porque eso es lo que implica ser un hechicero...

–Pero quiten esos rostros de muertos tristes, ¡hay que celebrar!

–Je, tú solo piensas en comer, Kiriko.

–Yo no dije nada de comida.

–Bueno, en fin,, ¿todos están bien?

Todos asintieron a la vez con una sonrisa, la tranquilidad que tenían después de todo lo que había pasado, era increíblemente sorprenderte. Akane tomó de las mejillas a Fudo, y con un leve sonrojo...

–Espero que no hayas olvidado nuestra promesa...

Fudo se sonrojó enormemente, y empezó a tartamudear un poco.

–N-no la he olvidado, pero al menos deja q-que la sangre suba a mi cabeza por completo...

Akane rió un poco, esa risa terminó de tranquilizar a Fudo, el cuál se abalanzó contra a Akane, abrazándola, Kiriko se llevaba a los demás para dejarlos a ellos solos.

–Akane, entonces, vamos a salir juntos, porque salimos vivos de esto.

Algunas lágrimas empezaron a caer de las mejillas de Akane.

–O-oye... –Akane regresó el abrazo a Fudo, un abrazo con mucha fuerza.

–No quería que murieras, me hubiera sentido tan sola sin tí...

–Pero, hubieras estado con los demás...

–Tonto, después de mi madre, eres el que mejor me comprende, mi madre ya no está, y si tu tampoco lo estuvieras, yo...

Fudo abrazó aún más fuerte a Akane, para hacerle saber que está ahí para ella.

–Te prometo que no moriré...

–¿D-de verdad?

–Si, y yo soy un hombre de palabra, pero no llores más, saca esa sonrisa que tanto me gusta.

Akane se limpió las lágrimas, y le dió esa sonrisa sincera que quería Fudo, y él también le dio una sonrisa verdadera. Kiriko, Sadashi, Taro, Majime, Azumi, Isamu, todos escuchaban todo, porque estaban cerca, y sintieron una sensación reconfortante. Los hechiceros se dirigieron a las casas de sus clanes para tratar sus heridas y descansar. Un problema había sido resuelto, sin embargo, aún les queda mucho tiempo de vida, y nada les garantizaba que no pasarían por más cosas, y menos siendo hechiceros, pero ellos lo sabían muy bien, así que buscarían solución a cada problema que se les atravesara, y por eso, sus historias continuarán...