–¿Entonces te quedarás acá esperando a qué te violen o te irás?–El cruzó sus brazos frunciendo el ceño.
–Buscaba la salida.–Contesté.
El rodó los ojos.
¿Será qué me odia o qué?
–Te guiaré.–Soltó mientras empezaba a caminar.–Pero sí te desvías, no será mas mí problema mocosa.
Empecé a seguirlo en silencio, seguir en una conversación con él, terminaría en una discusión más.
Luego de haber llegado al estacionamiento gracias a él, comencé a buscar el auto de Michell. ¿Y adivinen qué?
Ya no estaba.
–¿Y ahora qué buscas?–Preguntó Aidan con fastidio.
–El auto de mí amiga pero creo qué la muy estúpida me dejó tirada.
Yo sabía qué Michell era muy estúpida, pero en ciertas ocasiones, sobrepasaba sus propios límites.
Aidan soltó una risa.
–Hasta yo lo haría.–Dijo.
–Tú cállate.–Le respondí señalándole.
¿Y ahora cómo se suponía qué volvería a casa? Mi bolso se había quedado en el auto de mí estúpida amiga.
–No necesito qué una mocosa me diga qué hacer.–Ahora su rostro estaba serio.–Así qué adiós.
Dio vuelta para irse, pero lo detuve.
–Espera.–Aidan detuvo sus pasos y volvió hacia a mí.
–¿Y ahora qué quieres?–Estaba frustrado se notaba, pero más notaba qué mí presencia no le era agradable.
–Necesito llegar a casa ¿puedes llevarme?–Pregunté.
–No.
Imbécil.
Ni siquiera lo pensó, sólo respondió y ya.
–Bien, no te rogare si es lo qué pretendes qué haga.–Solté furiosa.
–Nunca te dije qué lo hicieras niñata.
¡Aush!
Él muy idiota se marchó.
¿Y qué se supone qué haré ahora? Caminar era opción pero, tardaría cómo una hora llegar a casa, y si lo haría no estaba segura qué llegara con vida.
Sin más opción empecé a caminar , un trueno hizo qué me me sobresaltara.
Lluvia
¿Era en serio?
¡Estúpida Michell !
¡Estúpido Kevin!
¡Y mil veces estúpido Aidan!
Sin duda alguna estoy siendo castigada por los dioses del cielo.
Una gota cayó en mí nariz. Y luego detrás de esa,unas cuántas más.
–Bienvenida futura gripe.–Bufé.
Mientras peleaba con mi desgracia, noté qué un auto se detuvo a un lado. Pensé qué sería Michell, qué recordó mí existencia, pero no fue así. La ventanilla del auto bajó y observé qué era Aidan.
Se burlara de mí desgracia lo sé en :
1
2
3
–Sube.–Ordenó.
¿Espera qué ?
Mi rostro reflejaba confusión,él lo notó y colocó su usual cara de fastidio.
¿Pero saben qué? Mi orgullo era más fuerte qué la lluvia qué caerá.
–No.–Respondí.
–Sube y deja tus estupideces de mocosa.
Ignore su respuesta y seguí mí camino a pie.
Obviamente.
Pero él avanzó siguiéndome.
–No seas una mocosa malcriada y sube al puto coche.–Respondió enojado.
–Tú a mí no dices qué hacer.–Caminé dejándole de mirar, pero el continuó siguiéndome.
–¿Sabés qué?–Bajó del auto colocándose al frente de mí.– No me interesa sí decides caminar; sola, de noche y con lluvia. Pero será a mí qué Kevin me cortará las pelotas, si se entera qué pude ayudar a la estúpida, mocosa y malcriada de su mejor amiga. Y no lo hice, así qué por el bien de ambos sube al auto.–Dijo.
Del poco tiempo qué llevaba conociendo a éste ser, pude notar qué , cada vez qué se enojaba (las cuales eran muchas conmigo) . Unas pequeñas líneas se le formaban en su frente, lo cuál le hace lucir gracioso. En otro momento liberaría mí risa, pero lo enojé tanto esta noche, qué realmente necesito su ayuda cómo para reírme.
Sin decir nada más subí a su auto sólo hablándole para indicarle el camino a casa.
Medía hora después llegamos a mí casa, justo cuando detenía el auto le dije.
–Tranquilo, sí de igual forma me fueras dejado y no me ayudaras. Kevin no te cortaría tus pelotas, él me detesta en éstos momentos.–Aidan suspiró entre cerrando sus ojos.
–Él te ama créeme.–Susurró.
¿Qué tanto podría creer?
Pero no contesté y sólo quedó de allí un silencio.
Aidan sólo se marchó sin un "adiós" y yo bajé de su auto sin un "gracias" .
Al entrar a casa sin hacer ruido alguno, me llevé la sorpresa qué alguien estaba en la sala. Y ese alguien era papá.
–Entras cómo una cualquiera.–o escuché decir cuándo me dirigía a las escaleras.
–No sabías qué estabas despierto papá. Confesé.
El chequeo su lengua y caminó hacía a mí.
–Deberías estar estudiando, prepararte más, para qué mejores esas notas asquerosas qué tienes. Pero en cambio, estás en no sé dónde, haciendo no sé qué y con no sé quién.–Se detuvo mirándome con asco.–Cómo toda una cualquiera.– Soltó.
Papá pensaba lo peor de mí y eso claro estaba.
–Yo no soy una cualquiera papá.–Me defendí.
–Esa amiga tuya Michell, te convirtió en eso, una cualquiera más y tú madre se convirtió en tú cómplice.
–¡Michell y mamá no han hecho nada! Grité.–Sí en tal caso, me llegase a convertir en eso qué me has dicho. Será por mí y no por nadie más papá.
Mí respuesta lo había enfurecido lo sabía, tomó mí cabello jalando de él.
–Creo qué ninguna de mis acciones han funcionado contigo ¿cierto?.–Se acercó a mi oído.–Pero en algún momento aprenderás ¡estúpida!
Me soltó haciéndome caer al suelo. Pero me puse de pie con lágrimas en los ojos.
–¿No te das cuenta qué con tus acciones estás perdiendo a tú hija papá? Reclame.
Él rió ante mí reclamo, ¿Que le resultaba gracioso algo tan real?.
–No puedo perder algo qué, desde hace tiempo dejé de tener.–Contestó.
Mí rostro perplejo le resultó divertido, tanto qué se marchó, dejándome aún más decepcionada.
Dicen qué a veces las palabras duelen más qué las acciones, papá no sólo dijo unas simples palabras.
Él soltó una bala de ésas qué, no te matan pero, qué destruyen todo lo qué tocan. Esa bala traspaso mí corazón, haciendo añicos la única esperanza viva qué me quedaba en él.