Julieta, la chica suicida.

Capítulo 15

–Un mes Julieta ¿puedes creerlo? –Michell chillaba por la emoción de llegar a un mes de noviazgo con Kevin.  –¡Me siento feliz!

Le sonreí tomando un poco del café que habíamos pedido. 

–Jamás imaginé verte en una relación. –Que sea novia de Kevin a mi me hace feliz.–Y menos con Kevin,  pero si ambos se quieren y son felices. Yo estaré el doble por ustedes. 

Tomó mis manos con las suya y les dió un suave apretón. 

–Yo estaría más feliz sí tú lo estás Juli. –Dijo. 

Sentí una punzada en el pecho cuándo la escuché decir qué deseaba mí felicidad,  pero me siento culpable al saber qué no estoy ni cerca de la felicidad.  

Qué sin quererlo perdí cada pizca qué quedaba en mi de felicidad. 

–Muy cursi tú.– Bromee.

–El estar enamorada me hace ser cursi.–Respondió con superioridad.

–¿Tú sabés lo qué es estar enamorada? –Reí y ella golpeo mis hombro. 

–Estúpida.–Dijo entre risas. 

Decidimos pasar un rato en una de nuestra cafetería favorita, personas de nuestra edad les gusta más ir a otros lugares para pasar el rato. Pero no, nosotras preferimos tocarnos un suave y delicioso café.

–Creo qué es hora de irnos.–Sugerí y Michell asintió recogiendo su bolso. 

Al salir de la cafetería él sol del verano se hizo aún más presente qué mucho más temprano.  Michell se colocó sus lentes de sol, hace un año se los regale  justo en el verano pasado igual. 

–Aún debes explicarme el porqué de esa venda en tu muñeca.–La escuché decir mientras mantenía su mirada al camino.–Sí no estuviéramos en verano apuesto qué la ocultarias con una camisa más larga. Soy toda oídos, pero sin mentiras.–Pidió. 

 Había tardado mucho tiempo sin qué se le pasara por alto la venda en mi muñeca. Y sí,  tal vez si no estuviésemos en verano la usaría.  Pero sería y fue muy difícil de ocultar aún más a ella,  Michell se merece saber más de lo qué puedo decirle,  pero sencillamente no quisiera aurrinarle ese sentimientos de felicidad qué hoy en día siente. 

Pensé cómo podría iniciar la explicación qué mi amiga me pedía,  pero sin darle tantas vueltas al asunto decidí iniciar. 

–Quisiera poder decirte una mentira; poder decirte qué me hice eso jugando con Mathias, qué tuve un pequeño accidente o qué tuve una pelea.–Me detuve y observé el ceño fruncido de mí amiga,  mientras me escucha con atención.– Pero se qué a ti no puedo, es más creo qué ya se me hace imposible. Tuve una nueva discusión con papá y en uno de sus arranques me lastimó la muñeca, mientras defendía a Elio de sus insultos.

–Kevin siempre tuvo razón y aún la tiene. Los matará o peor aún te matará a ti.– Soltó con enojo.

–Estas exagerando.–Lucia más enojada aún. 

–¡¿Estoy exagerando?!–Detuvo su caminar colancandose en frente de mí.  –Eso dímelo una vez más cuándo estés a dos metros bajo tierra, Julieta.

Se qué exageraba obvio qué lo hacía,  estaba segura, bueno más bien confiaba qué papá no llegaría a ese extremo. 

La tomé de la muñeca obligandola a seguir caminando, varias personas observaron la escena con curiosidad.  

–Él me odia Michell y aún no entiendo el motivo.–Dolía más cuándo ese pensamiento salía de mi boca.– Pero confía en mí, se qué no pasará a más.  El próximo año iré a la universidad me iré lejos de acá, de papá y tal vez con el tiempo el pueda cambiar.–Dije. 

–Confío en ti, no en él Julieta,  no sé qué pasará más adelante con ése problema qué tienes en casa, pero si no haces nada ahora para después será peor.  –Ahora su voz era calmada.–Juli un padre está para amarte siempre

>> Yo no se qué demonios tiene tú padre en mente aún no logro entender porqué te lástima siendo su hija. ¡Mírate Julieta!  Hoy tienes esa venda, mañana otra cosa y luego ¿Qué será ? ¿Te matará ? Ni siquiera tú estás segura qué pasará luego con tu padre. ¿Aún no puedes entender que aunque sea tu familia no tiene por qué lastimarte?  Sin importar qué sea tu propio padre.  Sólo date cuenta amiga, no es exageración de nuestra parte es preocupación. Sí mañana te pasa algo ¿cómo crees que no sentiriamos al saber que pudimos hacer más por ti, y sencillamente no pudimos? Es más, no, nos dió tiempo. 

Cada palabra entraba en mí cabeza tratando de hacerme entender lo qué me decía. Pero tal vez el corazón no me dejaba hacerlo. 

–Quizás añore qué vuelva el padre qué amaba a su niña. 

–El también debe querer Julieta.

¿Él querrá? 

–Si ese es el problema.–Suspire.–No estoy segura qué él quiera ser de nuevo ése padre qué algún día me amó.

Quizás estoy añorando de vuelta un recuerdo qué sólo se quedará en eso. 

Recuerdos...

–Debes prometerme algo.–Le señalé.

Colocó un mechón de su rubio cabello detrás de su oído. 

–¿Qué será?–Preguntó. 

–Ni una palabra a Kevin.

–¿Porqué? El debería de saber.–Sugirió. 

–Lo matará.–Exageré.–Pero si lo buscará y no quiero eso.

Dudo por unos segundos. 

–Esta bien, Julieta.–Respondió. 

Aún no se si hice bien confesandole eso o quizás sí.  O quizás ya me arrepentí,  pero algo en mí me dice qué ella le contará a Kevin.  Siempre quise mantenerlos lejos de mis problemas, lo qué más fuera o lo qué más pueda.

–¿Quién te colocó la venda? –Su pregunta trajo a mi mente la imagen de Aidan colocando la venda, tan serio como de costumbre, pero a su vez muy concentrado en lo qué hacía.

–Aidan... Él lo hizo.–Solté lo más rápido qué pude.

La tarada de mí amiga se enredó con sus pies pero mis manos actuaron tan rápidas, evitando qué el rostro de Michell tocara el pavimento del suelo. La sujete por sus brazos antes qué luciera un raspón en su rostro.

–¡Lo qué tienes de linda lo tienes de tarada, Michell!

Ante mí vista se mostró un lindo dedo del medio, siendo éste su respuesta por mí comentario.

–¿Porqué lo hizo?–Su pregunta también me hizo dudar ¿Porqué lo haría? sí obviamente sé qué no le caigo nada bien.

–No lo sé.–Me encogí de hombros. –Quizás por lástima




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