Un lugar oscuro se hacia presente en mi vista , mientras qué sentía qué caminaba él lugar aún más, se aclaraba. Podría fijarme qué una hermosa luna llena y alumbrante iluminaba con su luz esta gran oscuridad dónde me encontraba. ¿Dónde estoy?
Caminé aún más luego pude darme cuenta mientras qué seguía la luz de la luna, una gran cantidad de estrellas ¡Dios pero qué estrellas tan hermosas! Por instinto si así se puede llamar seguí el camino qué por alguna razón extraña. Ellas guiaban.
A tan solos unos pasos ellas se detuvieron y con ellas yo también me detuve. Me senté sobre un suave pasto a la luz de la luna y con la compañía de unas hermosas estrellas qué parpadeaban en conjunto.
Me siento confundida , no sé si sea un sueño o no, sólo sé qué éste lugar me daba tanta paz.
¿Cuál es el motivo de estar aquí?
Hasta que sentí la presencia de alguien , y fue así qué pude comprender el por qué estar en éste lugar.
–Pensé qué llegarías tarde.–Su voz era tan exacta, cómo la qué tenia en mi memoria. Se acercó a mí, sentandose a mí lado derecho.
–Cuándo se trata de ti, jamás llegaría tarde.– Contesté y él sonrió.
–Has crecido mucho ¡Mírate! estas hecha toda una mujer.–Su rostro reflejó impresión y a su ves felicidad.
–Creo qué sí tienes razón, aunque por dentro sigo siendo la niña...
–Qué dejé hace años.– Finalizó por mí.
–Sí.–Suspire.– Parece fácil decirlo pero aún duele cómo al principio.
Y es tan cierto. Duele mucho aún.
–Nunca quise producirte ése dolor qué aún guardas dentro de ti. Quisiera devolver el tiempo y poder evitartelo.
–Yo quisiera qué tú volvieras, Papá.
–Perdón.–Le escuché decir. Mis ojos se humedecieron.
–Prometiste quedarte a mi lado siempre, pero ahora qué más te necesito, qué todo se me está cayendo encima y te quiero a mi lado no estás.–Sus ojos me miraron fijamente en todo el trascurso de mis palabras.
–Hay promesas qué por más qué querramos, no se pueden cumplir, Julieta.– Respondió.
Tal vez la Julieta de hace unos años atrás no entendería lo qué Elio acaba de decir. Pero hoy en día entendí qué tiene razón, aunque duele.
–Es muy difícil todo, hasta la vida y perdón pero ya cansa.– Me rendi con él.
–Nunca te enseñe a rendirte ¿cierto? –Asenti.–Yo sé qué tú puedes; confioen ti, creo en ti y apostaría mi vida nuevamente. A qué saldrás victoriosa en cada tormenta qué vendrá.– Su sonrisa esa qué muchas veces me acompañó en mi vida. Me la brindó nuevamente ahora qué ya en vida no está.
Observé nuevamente el cielo y la luna enamorándome otra vez de este cielo hasta qué recordé algo.
–Una vez me dijiste qué me regalarias una estrella.–Entrecerró sus ojos y observó el cielo.–Aunque era una niña nunca lo olvidé.
–Lo sé.–Rasco su barbilla.–Pero ahora alguien se encargará de hacerlo por mí.
–No entiendo.– Respondí confundida. Se levantó de mi lado y me ofreció su mano para levantarme igual.
–Ven dame un abrazo.– Me acercó a él y lo abracé cómo si nunca lo fuera echo. Y él me abrazó con la misma intensidad en qué yo lo hacía.–Es hora de irme y de que tú despiertes.
–Prométeme qué volverás a mi sueños. –Solloce.
–Prometo seguir cuidándote a pesar de la distancia.–Limpió mis lágrimas y besó mi frente.
–Te amo.–Susurre en medio del llanto.
–Y yo a ti mi pequeña ángel.–Comenzó a alejarse pero antes de desaparecer gritó. –Ve y dile a Mathias qué aún es mi campeón.–Y se marchó.
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Era un sueño eso fue aunque anhelada qué fuera real. Pero algo en mí decía qué de verdad pasó.
Me levanté de la cama me dirigí al baño, me duche, me cepille y al secarme por completo. Me coloqué un pantalón negro alto, con una camisa qué llegaba hasta mi ombligo color crema y por último mis zapatillas.
Alise mi cabello , se notaba qué estaba creciendo. Mi cabello no era largo pero al parecer estaba creciendo más de lo normal, quizás en unos meses pudiera notar lo largo que estará , bueno quizás sí aún estoy viva para entonces.
Bajé a la cocina hoy era sábado y quizás mamá este en casa esta mañana.
–¿Mamá?- Grité.
–Acá estoy cariño.–La observé salir de la biblioteca.
Me acerqué a ella y me saludó con un beso en la mejilla.
–¿Qué estás haciendo?–Pregunté. Ella pasó por mi lado dirigiéndose a la cocina.
–Iremos a una cena hoy en la noche donde tú abuela.
–¿Iremos?
–Si Julieta, iremos.–Rodó sus ojos.– Se suponia qué te lo diría tu papá, ¿No te dijo?–Mamá era muy incredula.
Obviamente él no me diría.
–No mamá el no dijo nada.–Negó con su cabeza.– Lo conoces el no me diría.
–Ya lo sabés por mi, ¿Has visto a tu hermano? Ese niño va a matarme. ¿En qué momento su actitud cambió tanto? Mamá suspiró cansada.
Siento qué mis problemas con papá están llevando a qué ocurra ésto.
–No, no lo he visto quizás salió con sus amigos. Y por su actitud tranquila es la etapa de la adolescencia. Pasará mamá tranquila.–Dije.
–Confiaré en lo qué dices, ¿Puedes ir a comprarme unas cosas para llevar a la cena? –Preguntó.
–Claro dame la lista y iré.
Escribió en una pequeña nota las cosas que iría a comprar.
–Ten.–Me extendió el papel.– Sólo no te tardes.
–Okey.–Grité saliendo de la casa para ir al supermercado.
La distancia al supermercado no era tan larga, de hecho quedaba a dos esquinas de mi casa, una de las cosas qué estaré agradecida con papá es qué escogiera una casa cerca de los lugares importantes. Ejemplo : él supermercado.
Al llegar empecé a buscar lo que mamá anotó. No era mucho, una sola bolsa pequeña seria necesaria para llevar lo qué mamá pidió.
Al salir de allí escuché mi celular vibrar.