Aidam.
Ya no tenía manera de seguir adentro de la organización y conocer los pasos que dará Danillo contra Julieta y su familia. Pero por suerte aún había un chico, el cuál no compartimos mucho, pero si agradecimiento hacia a mí existía.
El chico el cuál de llamaba Víctor, me contactó hacia a apenas una hora luego de marcharme furioso y decepcionado del hospital.
Él me había pedido muchas discreción, la cuál con mi palabra se la brindé. No tenía en quien más confiar salvo a David, que se ha mantenido a mi lado, corriendo el mismo peligro que hoy corro.
Danillo no quería mi cabeza pero quería verme sufrir. Y con ello no le importaba matar a quienes más amaba en la vida.
Quería llevarme a todos a una cajita de cristal y que allí nada ni nadie le hicieran daño, pero la realidad era malditamente otra, yo cometí errores y de esos tenía que hacerme responsable y enfrentarlos, aunque con eso podría perder mi propia vida. Pero ¿Que vida? Si esa la perdí años atrás.
Danillo sabía exactamente el hogar de Julieta, su escuela, su familia y por desgracia conocía el hospital donde Kevin se encontraba. Me tenía totalmente rodeado, pero él no esperaba mi última ficha ganadora. Que tal vez yo no sería el ganador, pero si me iba a ir con la tranquilidad de que los demás iban a estar totalmente a salvo y poder continuar su vida en paz.
Lo que Danillo no tomó en cuenta es que yo sabía exactamente todos sus negocios, y que si yo habría la boca, todos nos iríamos a la mierda. Y fue por ello que sin más recursos acudí al único imbécil que podría ayudarme si yo le entregaba a su más esperada ficha de lotería ; Al gran clan de Danillo.
Ambos quedamos en citarnos en las afueras de la ciudad donde nadie podria verme junto a él.
Bajó de su carro inspeccionando la zona.
Menudo imbécil.
Esta vez no cargaba su uniforme, lo cual le agradecí internamente, algo de inteligencia le debe de quedar, pensé.
—¿Que carajos quieres? —Preguntó con brusquedad.
Juro que si no necesitara de él, ya lo hubiera mandado al hospital con Kevin.
Tomé un poco de aire un segundo antes de empezar de hablar.
—Soy la mano derecha de Danillo; el gran clan de la mafia italiana.
La noticia lo tomó por sorpresa ya que su cara de imbécil quedó sin palabras.
—Yo te entrego toda su maldita familia y con su gran protagonista, a cambio de que me ayudes a proteger a Julieta junto a toda su familia y a mí amigo Kevin.
Él soltó una risita tan falsa como él.
—Pudiste engañar a Julieta, y si, quizás a todo el mundo, pero a mí nunca pudiste engañar. Si sabía que tú no eras el típico chico estúpido italiano que había enamorado a Julieta.
—No estoy para juegos, Hendrick. ¿Puedo contar contigo o no?
Quedó en silencio.
Y de momento a otro golpeó con un puño mi mejilla.
—¡Maldito idiota! ¿Que demonios te pasa? —Le grité enojado.
Me tomó por mí camiseta empinandome contra un árbol.
—¿Sabés cuántas malditas noches soñé el día que por fin pudiera tener de frente a los culpables de la muerte de mi padre?
Tenía su mejillas rojas de la furia y su miraba indicaba ira y dolor.
Podía levantarme y golpearlo hasta matarlo, pero de verdad lo necesitaba.
—¡Yo no tuve la culpa de su muerte!
—¡No mientas, maldito!
Había escuchado de su padre, y de su muerte, pero había sido años después de mi ingreso.
—¡El ya había muerto cuándo yo ingresé! —Lo empujé a un lado de mí y me escuché hablar.— Sabía quién era por qué los escuchaba hablar, pero en ese entonces yo era muy chico cuándo todo pasó, tenía la misma edad tuya cuándo murió. Y además yo no asesino a nadie.
Vi sus ojos llenarse de lágrimas pero rápidamente las limpió antes de que salieran de sus ojos.
Hendrick de alguna rara forma me creyó, pues se levantó del suelo sin hacerme nada más.
—Nesecito que me cuentes todo lo que sabes a partir de hoy, crearemos un plan para que todos ellos caigan.
—De acuerdo. —Asentí. —¿Me ayudarás a cuidarlos?
—Totalmente. A partir de ahora ya no estarán más sólos. Y tendrán protección todos los días a cualquier hora.
Asentí una vez más.
—Y una cosa más. —Dijo.
—¿Qué?
—Tú caerás también.
No me negué pues bien esta era la única salida para todo ésto.
—Tienes mi palabra. —Respondí.
**********
A la mañana siguiente Hendrick había cumplido su palabra. Todos y cada uno de ellos tenían gente cuidándolos e inclusivo el padre de Julieta quien era la primera carnada de Danillo.
Por primera vez tuve algo de paz.
Busqué a Julieta a las afuera de su instituto y por suerte estaba con la loca rubia de su amiga Michelle.
Al verme llegar ambas se sorprendieron, ambas me dieron una pequeña sonrisa, pero para mí la favorita fue la de mi mocosa.