Julieta.
Todo había pasado en cuestión de segundos, mi vida había cambiado en cuestión de segundos.
Tenía a mi padre en mis piernas desangrándose y a una corta distancia de mi estaba Aidam en un gran charco de sangre.
Hendrick había llegado a mi lado con más de diez hombres a su lado arrestando a a Jaxon y Danillo.
—¿Estás bien? — Hendrick examinó mi rostro y observó por encima de mi cuerpo, que aúnque estaba lleno de sangre supo que no era mía si no de mi padre.
Asentí temblando de miedo.
Mi padre se había atravesado por mí y recibir ése disparo, él lo había hecho, por primera vez después de tanto tiempo hizo algo por mi.
—¿Papá? — Intenté llamarlo pero sus ojos estaban cerrados.
Limpie las lagrimas que nublaban mi vista.
Dos personas se acercaron a mí para llevarse a papá de mi lado.
Logré levantarme del suelo con ayuda de Hendrick.
Pero no podía olvidarme que Aidam estaba a una distancia de mi desangrándose. Dos personas más lo estaban ayudando también.
—¡Hendrick! Su pulso está muy débil, debemos sacarlo de acá o seguirá perdiendo sangre y morirá. — Un paramédico le gritó a Hendrick.
Me acerqué a la camilla donde lo estaban atendiendo para estar junto a él.
Le vi su rostro pálido al igual que sus labios.
—No puedes irte, no tú Aidam. — Le susurré dejando un corto beso.
A los segundos dos ambulancias se estaban llevando a papá y Aidam.
—Todo acabó. — Hendrick me atrajo a él y me abrazó.
Lloré y mucho en ese momento.
Sentí que mi vida se había ido al carajo.
Me dolía amar a Aidam.
Realmente no estaba segura si todo había acabado o sólo era el comienzo de algo que me estaba destrozando.
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Hendrick había pedido que los trasladarán al hospital en que estaba trabajando mamá y que Kevin se encontraba allí.
Ahora más que nunca necesitaba a mí familia.
Al llegar mamá se sorprende al ver la escena; papá y Aidam en camilla con heridas de balas.
—¿Pero que ha pasado? — Se acercó a mí buscando respuestas.
La abracé y ella me correspondió al instante.
—Debes ayudarlos. —Le pedí.
Ella asintió alejándose de mi y entrar a emergencias.
Dejé caer mi cuerpo sobre la silla en la sala de espera. ¿Que carajo era todo ésto?
¿Cómo el chico que amo pudo haberme mentido todo este tiempo?
No puedo pensar en Aidam, y sentir ese dolor en mi corazón. Pero la otra mitad me pide a gritos que esté a su lado en estos momentos.
—¿Julieta?
Alcé mi vista para encontrarme a Michelle en frente de mi de pie.
—¿Que te ha pasado? — Preguntó al ver mi ropa llena de sangre y mis ojos hinchados.
No pude explicar absolutamente nada, sólo la abracé por la cintura y lloré.
Ella permaneció en silencio todo el tiempo que duré así, sólo acariciando mi cabello.
—Vamos, te llevaré con Kevin. — Alzó mi rostro y limpió mis lágrimas.
Kevin...
Tomó mi mano juntas caminamos a la habitación de mi amigo.
Antes de entrar me colocó el suéter que llevaba con ella para que así mi amigo no viera mi ropa.
¿Como le explicaré lo de Aidam, pensé?
—No podremos decirle nada de lo que está pasando. — Se adelantó Michell.
Asentí y traté de sostener una media sonrisa en mi rostro.
Observé a Kevin con sus ojos cerrados, su pecho subía y bajaba despacio, sus labios aún permanecían sin color en ellos.
Quería lanzarme a en sus brazos y que me abrazara hasta que toda esta mierda pasara, pero mis problemas eran nada al lado de su poca salud que tenía.
Arrastre el pequeño mueble a su lado y hundí mi cabeza en su cama, junto a su pálida mano.
Michelle se alejó de mi hacia la gran ventana que tenía esa habitación, perdiéndose también en sus pensamientos.
Mi amiga sufría y yo ni siquiera podía ayudarla, eso me mataba también.
—¿Que ha pasado? —Preguntó débilmente Kevin.
Subí mi mirada hacía Kevin quien me observaba.
Sonreí.
—Nada amigo. — Mentí. Me dolía todo, Kevin, quise decirle pero no podía.
El negó con su cabeza.
—Tus ojos hinchados siempre te delatan.
Bajé mi mirada de la suya y volví a la posición de antes.
Sentía que en cualquier momento que hablara, iba a echarme a llorar.
Kevin me conocía muy bien.
—¿Donde está, Aidam? —Preguntó con curiosidad.
Me levanté en busca de su cepillo para peinar su pelo rubio.
—Salió de la ciudad, pronto volverá. — Nuevamente mentí.
—Quiero hablar con él. —Pidió.
Me detuve. Y miré a Michelle en busca de ayuda. Ella captó mi señal y se acercó a nosotros.