Julieta quiso quedarse

Matt

  Milo estaba cabizbajo. El plan había fallado. No contaban con que el oficial estuviese allí con la chica. La idea era que ella estuviese sola. Si tenía algún tipo de relación con la policía, las cosas se complicarían. Pero aun así debían actuar. Las ordenes del jefe más valía que se cumpliesen. Ella tenía que irse y punto. Tendríamos que lograrlo del modo que sea. No podíamos permitirnos más muertes. Ni una sola. Ya habíamos hecho correr demasiada sangre. Aparte, ni de lejos hubiese tocado a esa chica. Era totalmente inocente. Estaba en el lugar equivocado y en el momento equivocado. No podíamos permitirnos más distracciones y mucho menos gente a la que cuidar. 

-¿Él te vio? –pregunté. No podía culparlo de todo a Milo. Era tan solo un niño. No podía saber que el iba a atenderlo. Habíamos esperado pacientemente a los padres, y casi habíamos rezado para que la madre lograra persuadirla de irse al menos por un tiempo. Pero no había funcionado. Julieta, así se llamaba la muy tonta, quiso quedarse.

- No importa. Ya pensaremos en algo. Tendremos que vigilar la casa por más tiempo. Corriendo el riesgo de que nos pille el enemigo –Milo tembló –no va a pasarte nada –revolví su pelo –vamos a salir ilesos. Después de todo, ellos no saben que estamos acá todavía.

- Vi a la chica ayer a la tarde cuando salió a hacer sus compras. Quizás pudiésemos esperarla y sorprenderla con alguna excusa boba. Después de todo somos los vecinos. –dijo.

- No podemos cruzarla en la calle y decirle que se vaya. Cualquiera podría vernos y levantaríamos sospechas. Aparte, lo primero que haría, sería contarle a su amiguito –la última frase sonó despectiva. Los ojos de Milo brillaron un instante.  

-Creo que te gusta Julieta –dijo con picardía.

-No –bufé casi fingidamente –solo quiero que se largue.

- ¡No mientas, te vi como sufriste cuando ella tuvo que ver el cuerpo de Klein y se descomponía! – Se estaba mofando de mí el mocoso – ¡te gusta Julieta, te gusta Julieta, te gusta Julieta! –canturreó.

-¡Milo! –intenté que sonara a rugido. Y dio, para mi suerte el efecto que esperaba. Mi hermano cerró el pico –hay que asustarla de a poco. ¿Entendido?

-Sos cruel –comentó achicando los ojos –pero si no hay de otra.

- O eso o la dejamos a su suerte. Milo es por un tiempo, ella puede decidir volver cuando quiera. –dije e intente sonar razonable y despreocupado.

- No es necesario que la hagamos irse. Ella no tiene nada que ver. –como si no lo supiera pensé. Pero en nuestras luchas siempre habíamos afectado a terceros. Porque las guerras, por más silenciosas que sean, siempre dañan a alguien y la mitad de las veces era a gente inocente.

- Yo digo que si, vimos las huellas de ellos alrededor de la casa, el olor de ellos. Creen que van a atraparnos en casa de Julieta. Piensan que queremos acabar con todo para no dejar testigos. Pero no es lo que va a pasar. Sin Julieta ya no hay carnada. Se termino la pesca.

-Pero Matt…

-¡No Milo! Además tenemos que volver. Nuestra gente nos necesita. Acá estamos solos.

-Llevémosla con nosotros –sus ojos volvieron a brillar ante la estúpida idea que acababa de ocurrírsele.

  Lo miré y creo que fulminé parte de su tupido cabello, porque debía largar fuego por los ojos.

-Milo -tomé aire y conté hasta cien –eso es secuestro. Y una humana normal no tiene que saber siquiera que somos. Jamás.

-¿Nunca vamos a poder estar con chicas o chicos normales?

-No Milo. Nosotros nunca vamos a ser normales.

 

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