Matt

-¿Estás diciéndome que Julieta llevo a su casa a esa extraña?

-Si Milo –mi hermano estaba boquiabierto –Entonces era eso lo que no se animó a decirte hoy.

-Tengo que ir a su casa. Quiero verla y que me lo tenga que decir –tomé mi gastada campera de cuero y me dispuse a salir.

-¡Ey! –Me frenó mi hermano – ¡No podes pedirle explicaciones!

-¡Estamos todos cuidándole el pellejo para que ella lo arriesgue! –bufé.

-No sabemos quién es esa chica Matt. No tenemos prueba de que sea peligrosa. Además si esta chica es una normal del montón, va a hacerle compañía y quizás a impedir que haga ciertas burradas.

-En ese caso sería una más a quien cuidar –revoleé la campera sobre el sillón –además ya te dije que conocía a las amigas de Sofía, ella no estaba en ese grupo.

-¿Por qué no hablas con Mercedes? ¿No era la mejor amiga de Sofi?

-No he podido dar con ella y eso también me preocupa. –Milo frunció el entrecejo –Tampoco pude comunicarme con Alicia.

-¿Avisaste al jefe? –preguntó mientras se incorporaba y rebuscaba entre los estantes del aparador la guía en código de los cazadores de nuestro entorno.

-No, no lo hice todavía. Quería comentártelo primero.

-¿Hace cuánto que estas tratando de comunicarte?

-Desde el mismo día en que supimos de esa chica rubia.

-¡Diablos! –Masculló – ¿Por qué no me lo dijiste?

-¡Quería tener algún dato más! ¡No quiero empezar a señalar a todo el mundo como hacen todos los demás!

  Milo me miró y supe que había entendido de qué le hablaba. Mamá había muerto de ese modo. No quería herirlo, pero al menos que el sufrimiento de no tenerla sirviera para algo.

-Está bien. Pero ahora tendríamos que avisar o al menos investigar un poco.

-Quizás podríamos echarle un vistazo a la casa de la chica. Podríamos encontrar algo.

  Dudó un momento, pero luego comprendió que era necesario. Había que agotar todas las vías posibles.

-Hagámoslo con cuidado. Y procuremos que nadie nos vea y que papá no se entere. No hasta que estemos seguros.

-De acuerdo –dije y volví a tomar mi campera de cuero. No teníamos tiempo que perder.

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