Blaz y Amara caminaban rápidamente. El anima hider los cubría bien, pero se sentían muy inseguros. Quizás con un poco de miedo. Si no hubiese sido porque la situación lo exigía no hubiesen salido de su casa.
-Esto no nos conviene Blaz. Nos pueden estar siguiendo.
-Y escuchando. Asique yo de vos cerraría la boca –siseó.
-¿Cómo es posible que John la haya descuidado de ese modo?
-Fue a ver a madre. Ella quiso que fuera a casa de Julieta. Era obvio que no podía llevar a Clara. ¿Entendés? –Blaz justificaba las acciones de su viejo amigo, aunque estaba igual de furioso que Amara. No eran momentos de exponerse.
-¡Madre va a destruirnos a todos Blaz! ¡De otro modo nos haría conocer su plan! –Amara estaba visiblemente perturbada y asustada.
-No es momento de asegurar nada. Nadie sabe absolutamente nada de nada. –El brujo le hizo la seña convenida a John que como siempre lo espiaba desde la ventana. –Entremos.
John abrió la puerta y olfateó el aire. No percibió nada, de todos modos no podía estar seguro de nada. Estaba nervioso, después de años vería otra vez a su amada Amara.
-¿Dónde la encontraste? –gruño Blaz. Ni siquiera se molestó en saludar.
John miró a Amara y la encontró aún más hermosa que la última vez. Pero no quiso meterse en más problemas y solo se abocó a responder las preguntas del brujo.
- En los predios de los cazadores. Donde Enzo mató a la cazadora.
-¿En casa de los Klein? –Blaz frunció el ceño –Sino la descubrías a tiempo ella la iba a ver.
-En realidad la encontró madre y la sumió en el letargo –John tomó unas inyecciones de arriba de un modular –me dijo que debo suministrarle esto cada dos días.
-¿Madre sabia de Clara? –Blaz caminó hacia la habitación dónde se encontraba Clara sumida en un profundo sueño sin sueños.
-Sí, ella provocó que Alain la asesinará. Confiaba en que la sensibilidad de Julieta la hiciera más poderosa.
Blaz se volvió al licántropo. Que su amigo supiese tanto y él no le molestaba sobremanera. No sabía desde cuando él había dejado de ser el favorito de su madre para que ese viejo lobo ocupara tal lugar.
-¿Por qué sabes tanto? ¿Por qué nosotros siempre somos los últimos?
John tuvo miedo de que todo se saliera de su cauce, asique habló con la verdad.
-Ella solo quiso cuidarlos manteniéndolos al margen. Sabía que iban a ayudarnos en el plan.
Blaz desanduvo los metros que lo separaban del lupi y lo agarró del cuello. John sabía que el brujo tenía pocas pulgas y tendría que soportarlo.
-¿Qué plan? ¿Cuál es su maldita idea? ¿Piensa tenernos a todos en vilo sin que actuemos? –gritó mientras lo zamarreaba. Las cosas iban por derrotero.
-¡Blaz! –rugió la bruja – ¿Esta es tu mejor manera de afrontar los nervios?
El brujo la contempló con ojos rojos y asesinos durante una fracción de segundo y con pocas ganas soltó al licántropo que lo miraba sin siquiera inmutarse. Blaz jadeaba ruidosamente rompiendo todo cuanto podía romperse en la pequeña morada.
-John –musitó la bruja. Volvía a decir su nombre, a llamarlo después de años – ¿Sabes cuál es el plan?
-No –respondió el lobo –Nadie lo sabe. –enarcó las cejas. –Ni va a contarlo. Menos de este modo.
-¡John! –La voz de Blaz era un gruñido –¡Madre acaba de matar a Roth y a Galiana! ¡Eso es pasarse!
-¿Acaso no ibas a matarlos en cuanto atacasen a los lupis? –contraatacó John.
-¡No! –Rugió enfrentando al lobo –¡había hallado la manera de salvar a los que valían la pena! ¡Roth y Galiana valían demasiado la pena! –Escupió y golpeó los puños contra el muro más cercano que se resquebrajó peligrosamente –¡Además pareciera querer burlase de mí! ¿O me equivoco?
-Estas interpretando mal las cosas Blaz –musitó John –Ella quiere atraer cazadores.
-Quiero verla –pidió con voz rasposa. Los ojos de Blaz parecían querer salirse de sus órbitas, unas venas gruesas como dedos trepaban por su garganta.