-Asumo que por tus formas de negociar con Roderica sabrás conducir hasta la ciudad donde te esperan tus amigos –Amara sentía pena por Aubrey.
-Sí, aunque todavía no tengo mi permiso –todavía temblaba del terror que su nueva y limpia humanidad le causaba. Sin sus poderes, el mundo no era igual. A su sentir era como caminar desnuda en una noche helada.
-Bien, tengo algo de eso –le extendió un permiso falso a su nombre –cuídate ¿sí?
La chica la miró con desolación, aun así tomó lo que le daba y se aprestó a marcharse sin siquiera saber qué camino tomar.
-No debiste meterte en este lío –objetó la bruja –no podrás hacer nada por ellos.
-¡Yo no me autosecuestré! ¿Sabías?
-Ya lo sé, pero negociaste a tu familia Aubrey, y ya no podemos hacer nada por ellos. Lo que sea que planea madre es oscuro.
-Gracias por los ánimos. Voy a viajar con una sonrisa pintada en la cara.
Aubrey hubiese querido morir en ese momento. La había jodido más que nunca.
-Poné toda la tierra que puedas de por medio. Madre suele arrepentirse a veces.
-¿Algún consejo más? –ni siquiera en esos momentos podía dejar de ser altanera.
-No intentes recuperarlos –Amara vió como la última llama de esperanza en los ojos de Aubrey se desintegraba. Era mejor así. De lo contrario se estaría jugando la vida.
-Lo voy a intentar –dijo, pero sabía que se arriesgaría. Así era ella.
-Puedo hacerte un último favor.
-¿Cómo si fuera un regalo de navidad adelantado? –dijo con ironía.
-Algo así –Amara no sabía aún si dejarla marcharse, o pedirle a Senta que la llevase ella a destino.
-¿De qué va?
-Puedo borrarlos si querés –Aubrey abrió muchísimo los ojos –a tus recuerdos con ellos. Quizá construir unos nuevos y reinsertarte en una familia nueva, humana.
-De eso nada. Quiero saber lo que he hecho.
-Serías feliz Aubrey. Al menos, alguien saldría bien parado de este lío.
-Deja de preocuparte por mi Am, tengo lo que me he buscado.
-Senta puede llevarte –dijo al fin.
-Bien, eso sí lo acepto. ¿Podré quedarme después con el coche?
-Sí, es todo tuyo.
Aubrey tomó aire y decidió que ya era hora de dejar de dar lata y marcharse.
-Gracias Am. –estaba al borde del llanto, pero hizo acopio de todas sus fuerzas para no hacerlo. Ya tendría el resto de su vida para hacerlo en paz. Una vez lejos de ese desastre vería como reparar sus partes dañadas.
-Que tengas buena vida Aubrey.
-Lo mismo para vos.
-Esperó no volver a verte, por tu bien.
-No lo harás –dijo y salió a la noche oscura.
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