Blaz

    El brujo miró casi con amor a Clara. El trabajo estaba listo. Ella había vuelto a verse humana. Aún quedaban unos mínimos resquicios de su condición lupina, pero eran apenas visibles. Blaz se sentía agotado en cuerpo y alma. Había utilizado todos y cada uno de los trucos y hechizos que conocía, y había tenido que utilizar más magia que la que su cuerpo soportaba, pero lo había hecho de todos modos. John y Amara lo habían acompañado en la difícil tarea, pero él poco les había dejado hacer. De todos modos habían permanecido a su lado.

-Bien hecho Blaz –dijo John palmeando la espalda de su compañero –Ella va a estar feliz de este cambio.

-Lo está –musitó el brujo.

-¿Cómo lo sabes? –preguntó el lupi, pero ya conocía la respuesta.

-Telepatía –dijo sonriendo –he probado si funcionaba y Clara me ha contestado casi al instante. Al principio estaba molesta por conservarla dormida y encerrada en su cuerpo, pero al cabo de unos días ha entendido y aceptado.

-¡Gracias por ocuparte de ella Blaz! –Agradeció John –¡su forma de verse la horrorizaba!

-Creo que no era su forma de verse, sino la forma de vida que la horrorizaba. Matar para comer, mutar y ser otra cosa. Los Gefallen enloquecen ante este cambio. No es lo mismo nacer lupi, que ser convertido después de muerto.

-¿Ella te lo ha confesado? –preguntó Amara que escuchaba sin poder dar crédito al cambio de Blaz. Era la primera vez en demasiado tiempo que veía en los ojos de su amigo, un atisbo de amor. Que no oía en su voz, ese tono despectivo y sobrador tan propio de él. Solo era Blaz, el que había sido antes de inmortalizarse.

-Sí, ella lo ha hecho. Me ha confesado sus miedos y su idea de no estar viva.

-Con el único que hablaba estas cosas era con Alain –confesó el lobo.

-Me imagino –Blaz acomodó el pelo de Clara, otra vez ondulado –Alain siempre fue un buen oyente.

-¿Y cuándo vamos a despertarla? –preguntó Amara que estaba ansiosa por ver a Clara otra vez.

-Eso lo dispondrá Madre.

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