— ¿Quieres decir que, ahora Nick sabe que estas en contacto con ella? -su padre suelta un suspiro.
— Sí-Ethan observa disimuladamente a Jared, que se encontraba junto a él- ¿Puedo preguntarte algo? -él asiente y espera su interrogativa con atención- ¿Por qué borraste los mensajes de Rebeca? Sé que tú lo hiciste...
— Fui yo-confiesa su padre, interrumpiendo su conversación-yo tomé tu teléfono y vi sus mensajes. No creo que sea buena idea que te veas tan seguido con esa muchacha. Concéntrate en quitarle información sobre el bufete, no te distraigas.
— ¿Por qué me dices eso ahora? Si yo quiero salir con ella, será mi decisión-lo desafía posándose frente a él.
— Hijo, no eres como los demás chicos, debemos tratarte antes de que...
— ¿Antes de qué? Te recuerdo que no fue mi decisión el ser una droga con pies. Ambos sintieron lástima por mi cuando les confesé que Selena solo me utilizó. Si Rebeca quiere hacer lo correcto y comienzo una relación con ella, el que saldrá lastimado, seré yo-Bill tensa su mandíbula y asiente dándole la razón.
— No recuerdo haberte criado de esa forma, pero eres igual de decisivo que yo-le sonríe.
— Con respecto a la pelea que tuve con Nick, debo confesarte algo...-se mantiene en silencio unos cuantos segundos. No estaba del todo convencido de contarle a su padre-mi cuerpo, no logro sentir nada.
— Debemos volar a Italia. Te haremos exámenes con muestras de sangre.
— ¿Cuándo quieres salir para allá? -Jared se acerca a Bill.
— Lo antes posible, no puedo permitir que pase a mayores-concentrados en su conversación, no se percataron que Ethan había desaparecido.
Había salido hacia su auto. Quería textearle a Rebeca sobre que debía volar a Italia, pero recordó que ella no estaba al tanto de que tenía una droga experimentable en su sistema.
Se mantuvo unos largos minutos sin saber qué escribir, hasta que recibió un mensaje de voz de su parte. Lo reprodujo escuchando su dulce voz, invitándolo a su casa esa misma noche, para darle información sobre el bufete.
Su curiosidad aumentó y salió disparado del auto hacia su padre. Le comentó el mensaje de Rebeca y decidió volar al día siguiente. Él se mantuvo tranquilo durante el día, aunque había algo que lo inquietaba un poco. No sabía qué era lo que le iba a decir. Si quería salir con ella, debía contarle su secreto, secreto que ni siquiera él conocía, o hasta hace unos años.
Ya la hora en la que tendría su encuentro se acercaba. Tomó una ducha, se vistió y tomó rumbo hacía la casa de la chica. En el camino, no lograba concentrarse y mucho menos encontrar las palabras correctas que podría decirle a Rebeca. Sin percatarse, estaba a unos varios metros de su casa. Detuvo su auto y se mantuvo inmóvil. Estaba ansioso.
Cerró sus ojos y bajó rápidamente del vehículo, para caminar hacia la puerta trasera. Ya era costumbre entrar por esa puerta. Golpeó levemente el vidrio y segundos después, la figura de la joven aparece frente a él con ruleros en su cabello.
— ¿Qué es lo que traes en la cabeza? -la risa se apoderó de Ethan.
— Dijiste nueve en punto, apenas y son las ocho-se queja dejándolo entrar-pensé que no vendrías por lo que pasó con Nick.
— Mi idea no era entrar, pero no me resistí ¿Quieres que me vaya? -Rebeca niega con velocidad.
— ¿Quieres tomar algo? Puedo prepararte un té de yerbas o si quieres algo frío...-busca entre sus muebles de la cocina, pero el tacto de Ethan la detiene. Observa su mano posada en la suya.
— Estoy bien, necesito hablar contigo, pero no puedo hacerlo si tienes esas cosas en tu cabeza-ríe.
— Ya me los quitaré-corre hacia las escaleras y sube hasta su habitación, para quitarse los pequeños plásticos de su cabello.
— Nunca pensé que las chicas hacían eso para tener ondas en su cabello-aparece de repente, recostado en el marco de la puerta, sobresaltando a la chica-creí que eran naturales...
— Hay demasiadas cosas que hacen las mujeres para verse más bonitas, como usar maquillaje, usar esto-toma los ruleros-y algunas cosas más-se acomoda su cabello lentamente para no arruinar las bonitas ondas que estaban formadas.
Ethan no podía negar lo bonita que estaba. Su cabello, su rostro iluminado por las luces que tenía su espejo, su piel al natural, brillante y por lo que sintió la noche anterior con ese beso, puede decir que es suave. Recordó ese beso y su cuerpo anhelaba sentir esa adrenalina de nuevo. Ese placer que lo obligaba a pensar demasiadas locuras.
— ¿Estás bien? -Rebeca lo saca de sus pensamientos y se centra en su pregunta- estás muy serio-sonríe nerviosa.
— Con respecto a lo que dijiste anoche ¿Es verdad? -notó como las mejillas de la chica se tornaron roja- creo que con lo que te diga, tal vez cambies de opinión con respecto a tus sentimientos...
— No creo que sea así-ella se pone de pie y camina hacia él-será muy difícil que cambie de opinión.
— Cuando era pequeño, mi padre experimentó conmigo una nueva droga, que por un error se fusionó con mis glóbulos rojos y ahora es parte de mi-la boca de Rebeca se abrió ligeramente por la sorpresa-esa sustancia evita que sienta dolor físico, pero lo negativo es que no hemos descubierto si me ha afectado estos años. Pensaron que desaparecería por sí sola, pero aún está en mí. No puedo garantizarte que lo nuestro va a ser a largo plazo, porque no sé qué es lo que pasará conmigo en estos días.
— ¿Y no han creado una cura?
— Lo intentaron, pero no dio resultado-Rebeca quita la sorpresa de su rostro y le sonríe genuinamente.
— Pues mala suerte, porque no me ha hecho cambiar de opinión-Ethan ríe-no necesito que me garantices un futuro, con solo estar junto a mí, me basta-él observó su mirada tan penetrante e hipnotizadora.
No sabía si podría resistir un minuto más. Quería acercarla, quería besarla, quería dejar que su imaginación y su mente sean libres. Pero era muy pronto. Hizo a un lado su deseo y tomó suavemente su mano para observar su antebrazo, aún morado.
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Editado: 11.09.2025