Siempre e odiado sentir que algo oprime mi pecho y sin siquiera saber el porqué.
Hacia una semana que había sido año nuevo, pero las vacaciones navideñas habían terminado. Por lo que me vi obligada a subir a la camioneta esta tarde. Algo en mi interior me decía que no fuera a su casa, que no me esperaba algo bueno.
Así que me obligué a fingir que estaba bien, me despedí como de costumbre y ahora, iba en la carretera con los ojos cerrados fingiendo que iba dormida. O tal vez, mi padre iba tan al pendiente de camino que apenas y me daba miradas por soslayo.
El fingir se me daba demasiado bien, estaba totalmente impuesta a demostrar que estaba excelente cuando por dentro podía estar rota o muriéndome de tristeza, pero todos podían ver una sonrisa o una seriedad que enmascaraba mis verdaderos sentimientos.
Las noches y las estrellas siempre fueron testigos de mis verdaderas emociones.
Esa opresión en mi pecho era por un presentimiento que desde ayer me había invadido tan fuerte, que tampoco me pude siquiera conciliar el sueño por mucho tiempo. Solo me la pase viendo el techo pensando en cual podía ser presentimiento que aprisionaba mi corazón. Y, mi mente se inclinaba a la relación que tenía con Galván y solo llegar a esa conclusión disparaba más mi corazón y me hacía sentirme ansiosa.
No podía quitarme eso de mi cabeza, solo me frustraba más y mi cabeza dolía. Quería gritar, pero solo remplace esa necesidad por un suspiro de frustración.
—¿Hoy tienes clase? —Cuestiona mi padre, mientras entraba a la ciudad. Y asiento. Aunque ganas no me faltaban de mentir para llegar y afirmar ese presentimiento.
Me enderece una vez que mi papá paro la camioneta en el semáforo en rojo.
—Si, hoy iniciamos el segundo nivel —Contesto un poco apegada.
—Me alegra que vallas avanzando —indica dando marcha cuando el semáforo se puso en verde —. Entonces, te dejo en la escuela. ¿Verdad?
Yo asiento. No quería hacer la espera más larga, pero a la vez quería llegar rápido.
—Me parece bien, de ahí me voy en el camión —digo para convencer mi ansiedad de querer ir directo a su casa.
Yo asiento de nuevo, sabía que si me mentía a Facebook a ver el Messenger no iba a tener algún mensaje de él, y mucho menos a esta hora porque tenía clases en su escuela.
Doy un suspiro de derrota, la primera semana de clases y el mes que había iniciado con todo. Mis pensamientos me estaban comiendo viva, me estaban frustrando demasiado.
Mi padre estacionó frente a la academia de inglés, me dio una mirada de ternura. Algo de lo cual era raro ver en su rostro. Aun así, me limite a sonreírle, con era muy raro que le dirigiera una sonrisa falsa, para el siempre son sinceras de mi parte.
—Te me cuidas mucho —Me dice, saca su cartera y me extiende un poco de dinero —, sé que te vas a quedar sin dinero por dar la mensualidad de la academia.
—Con eso la hago —Indico abriendo la puerta y sin aceptar el dinero.
Él me toma de mi muñeca y me hace que tome el dinero.
—No sea terca —dice en reproche —, cuídate, y no descuides los estudios.
—También cuídate —le digo, inclinándome a su dirección para darle un beso en la mejilla. Picaba su barba crecida un poco.
Tomo las cosas y termino por bajar. Muevo mi mano en despedida y entro a la pequeña academia que constaba de dos salones, y una pequeña oficina. Me acerco a la oficina para pagar la mensualidad e ir a tomar la clase.
Esperaba que se pasara pronto esta hora de clase, y de una vez por todas entender mi presentimiento. Este malestar tan importuno, espero no volverlo a sentir.
Espero no sea nada malo. Y si es así, que no me valla tan mal o termine corrida de la casa.
Editado: 28.12.2023