Mientras camino me llegan tantas cosas a la mente, desde cuando dejo que mis padres digan ¿con quien puedo casarme?, ¿Cómo puedo casarme?, ¿Dónde puedo casarme? Y muchas preguntas más, es que desde cuando yo perdí la riendas de mi vida y me dejó manipular por mis padres, extraño tanto a Bryan, sus consejos, porque aunque fuera más pequeño que yo, de todos modos era bueno dando consejos. Lo extraño tanto.
Al llegar a casa me encuentro con Rodolfo, y evitó evitar rodar los ojos.
-Te estaba esperando—dice al verme llegar.
-No me digas—mencionó irónicamente
-Me dejaras entrar o te quedaras allí parada.
Sacó la llave de la casa y procedo a abrir la puerta, dejó que pase Rodolfo y yo sigo después de él.
-¿No te vas a casar de verdad?—pregunta firme y serio.
-No—digo de forma seca—además a ti que te importa si lo hago o no?
-Me importa porque no quiero que lo hagas. Sabes que te amo Kadira, no puedes hacerlo—veo un sentimiento de miedo en sus ojos.
-Pues tu opinión no me interesa, somos hermanos eso es una locura—aclaré—y si solo viniste a eso, retiraré de mi casa—digo abriendo la puerta.
Pero al abrir la puerta me encuentro a Leónard que iba a tocar la puerta—y ahora si llego el día, tercera guerra mundial—suspiro.
-¿Qué hace este aquí?—dice Leónard enojado.
-Yo debería de hacer esa misma pregunta, pero la verdad no me importa—contesta Rodolfo desviando la mirada y cruzando los brazos.
-Bueno entonces te puedes ir por donde viniste, tengo cosas que hablar con mi prometida y tu hermana—dice recalcando la palabra hermana.
-Pues yo estoy hablando con mi hermana asique tu puedes esperar o venir otro día o….—se pone el dedo índice y pulgar en la barbilla de forma pensativa—nunca jamás de los jamases.
Yo solo me limitó a sentarme y encender la TV mientras ellos hacen una guerra de quien mea más lejos.
-…El punto es que ella se casara conmigo y no puedes hacer na...—dice Leónard, pero es interrumpido por el timbre de la puerta. Los dos me miran esperando a que atienda la puerta.
Abro y me encuentro a mis padres y a Meriam parados en la puerta.
-Hija vinimos a saber si quisieras que tu boda fuera al mismo tiempo que con Meriam—dice mi mamá feliz—ya sabes una boda doble, se comparten los gastos y esta mas grande y bonito.
Dicen entrando a mi casa, donde encuentran a Rodolfo y Leónard mirándose de manera desafiante. Al darse cuenta trataron de disimular pero todos se dieron cuenta de la rivalidad.
-¿Qué está pasando aquí?—dice mi padre con tono de voz moderado