Kanbrith

La serpiente con forma de mujer

La carpeta cae sobre la mesa y veo que da un mínimo bote, un pequeño detalle que nadie notaria y a nadie le interesa, pero que yo veo. Quizá porque yo veo todo.

—Señor Kanbrith, diga de una vez porque lo hizo.

La mujer se apoya en la mesa, un sonido furioso, su mirada es furiosa y me daría miedo si no notara que la que realmente tiene miedo es ella. Porque eso hago en la gente, soy diferente, no encajo en el mundo normal. Y lo diferente asusta.

—No le tengo que dar explicaciones a nadie, señorita Libni. —No me hace falta leer su placa, la vi antes de que me pusieran una bolsa en la cabeza al salir de mi casa, unas cuadras mas adelante—. Cada alumno responde la prueba de acuerdo a sus conocimientos, eso hice yo.

—Usted respondió todo mal en cada ítem, pero cuando llego al desarrollo final de cada actividad usted escribió respuestas que nadie había escrito, se delato demostrando saberse todas las respuestas de la prueba, las trecientas sesenta.

—No respondí todas mal, respondí ciento cincuenta correctas, así que no se porque estoy aquí si se supone que de acuerdo a mi puntaje soy alguien normal. Digame ¿Cuál es el problema?

—Que lo hizo apropósito, usted no es normal.

—¿Y? lo que importa es el resultado, no lo que yo haya pensado mientras la hice.

Aprieta los labios, claro que le molesta. «Esta serpiente esta en peligro...»

—Harás la prueba de nuevo mañana—declara, levantando sus manos de la mesa y enderezándose.

—No. Va contra la ley.

—Yo represento la ley.

—Entonces demostrara a todos que, sus técnicas de evaluación, que su trabajo es imperfecto porque no supo evaluar a un simple niño de dieciséis años. Una patada directo al orgullo de la ley, señora Libni.

—Lo harás apartado, no frente a todos.

—Cobarde.

Ella inclina la cabeza, no cree lo que le he dicho, así que continuo:

—Cobarde, porque ya no es la única con un puntaje bueno, ya no tendrá tantos privilegios como la mujer mas inteligente del país ¿no?, porque la supere por completo. Usted se equivoco en dos, yo me se las respuestas de todas y en el mínimo de tiempo posible. Mi pregunta es—me inclino en la mesa—¿Por qué tan interesada en que repita la prueba, si así demostrare ser mejor que usted?

—No eres tan inteligente para saberlo, Kanbrith.

—No—tomo un lápiz y juego con el pasándolo entre los dedos con solo una mano—, pero lo averiguare en unos segundos.

—Dímelo mañana cuando hagas la prueba, hasta entonces estas libre de volver a tu casa. Y ahora que lo pienso, el pueblo estará contento de verlo superar el récord.

—Un desagrado hablar con usted, señorita Libni, o vieja...aun no me decido—molesto, ella no pasa los cuarenta y se ve de menor edad.

Ella hace una mueca, se que me golpearía si esto no estuviera siendo grabado y el mismo presidente del país estuviera detrás de la cámara que enfoca principalmente a mi..¿Herí tu orgullo, serpiente despreciable?

Tomo su mano y la agito como si acabáramos de hacer un tratado de paz, uno mas falso que su sonrisa.

—Un gusto hablar con usted, Kanbrith.

Se da la vuelta y antes de que pise fuera de la habitación me giro a la cámara. 

—Acá se han probado muchas cosas, señor presidente— digo—, y le adelanto que podría considerar trabajar para usted porque ya he notado la falta de cerebro que hay en su organización. Llámeme y considerare su propuesta, un gusto. —Le hago una pequeña reverencia, y paso por el lado de la señorita Libni, quien se había detenido en el marco de la puerta, justo como preveía.

¿Asi se ve un triunfador? Porque estoy cerca de verme como uno. Mis autoexigencias van mucho mas allá de lo que he demostrado en solo un día. ¿Y que continua? Fácil: Hoy antes de las once de la noche tendré una cita con el presidente, y caerá muerto antes de las doce...dependiendo de lo oxidada que este mi punteria.

 

 

 

 

 

 

 




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