Karion: Reencarnación en lobo

Gran troll, la grieta y los duendes de sombra

Un inocente rayo de luz se había filtrado por entre la madriguera en la que me encontraba, finalmente haciendo que empezara a recuperar la consciencia. Conforme me fui despertando del profundo sueño propio de una agotadora jornada de esfuerzo me fui dando cuenta que frente mío tenía la peculiar imagen de mi presa siendo custodiada por el halcón de trueno, el cual felizmente se estaba empezando a alimentar de ella. Poco a poco me fui estirando, tratando de incorporarme con mi cuerpo adolorido y empezando a salir de la madriguera. Cada paso remarcaba el dolor en mis costillas pero aun asi quería acercarme a ver las intenciones del pequeño bribón eléctrico.

 

Al llegar frente suyo y pararme con mi mirada fija en sus acciones el halcón terminó de tragar el bocado de jabalí que estaba comiendo y estiro las alas a la vez que daba un energético saludo acompañado de un corto trino. Entonces continúo comiendo como si fuese lo mas normal del mundo. Realmente no me importaba, el jabalí era mucho mas grande de lo que yo podría llegar a comer, pero eso no quitaba que era un pequeño descarado. De todas maneras parecía que ya era medio día y me gustaba pensar que el halcón me había estado cuidando a mí y al cuerpo del jabalí durante todo ese tiempo, sumado al hecho de que no me importaba hacerle un favor. Sin darle más vueltas y aceptando el que compartiría mi alimento me acerque para finalmente probar la presa que tanto me había costado cazar.

 

Empecé rasgando la piel de su pierna y al arrancar un pedazo entendí el porque de la felicidad del halcón y el hecho de que todo había valido la pena. La carne que había probado hasta el momento resultaba medianamente satisfactoria, pero de todas maneras insípida. Esto era completamente distinto con el jabalí. La grasa que acompañaba a la carne se derretía en mi boca y el gusto que tenia la carne en si misma cambiaba completamente el paradigma que tenia acerca de como iba a ser mi alimentación en esta vida. Resultaba ligeramente dulce al fondo del paladar después de tragarla y era en extremo suave y jugosa. Contrastaba un poco con el hecho de estarla comiendo cruda directamente del cuerpo de la presa. Aun asi resultaba en una verdadera delicia, por lo que seguí probando diferentes partes y por supuesto, alimentándome de sus órganos, aquellos que tenía conocimiento deberían de ser los más nutritivos. Seguí comiendo hasta estar completamente saciado e incluso más. El halcón hizo lo propio, pero aun asi todavía restaba una gran cantidad de carne, iba a ser una lástima dejarla.

 

Mientras el halcón recorría la zona yo procedí a tratar de curarme. Poco a poco me fui concentrando en el maná que recorría mi cuerpo y a través de este empece a sentir la costilla que estaba dañada. Primero tenía que terminar de identificarla, enfocarme en el área afectada y curarla, por lo que el proceso todavía me tomo bastante tiempo hasta lo que quizá fueron un par de horas, pero ya estaba mucho mas familiarizado con la idea de como era curarme. Además resultaba más fácil en mi propio cuerpo sumado a que me ayudaba con la practica respecto al control del maná y en la curación como tal. De todas formas una vez ya había terminado de unir la costilla rota todavía quedaba un remanente de dolor general por todo mi cuerpo, producto del esfuerzo que había realizado con la cacería la noche anterior.

 

Conforme terminaba de curarme el halcón volvió a donde me encontraba llevándose un último par de bocados del jabalí para despedirse de tan jugosa carne, por lo que una vez volví a moverme este empezó a acompañarme caminando o sobrevolando la zona por momentos. No me hubiese molestado el haber podido volar en aquel punto al verlo deslizarse con increíble facilidad por el aire. De todas formas mientras seguía desplazándome por entre el bosque y pasaba algunos claros que daban lugar a grandes colinas empecé a sentir que había más frío que antes. El frío no me había estado afectando durante todo este tiempo cuando debió hacerlo, como en las noches de otoño a la intemperie o en aquella lluvia tempestuosa, más que no afectarme incluso podía decir que lo sentía más cómodo y no sabía si esto era por mi pelaje o producto de la magia. Aun así eso no significaba que no fuese susceptible a los cambios de temperatura y bien podía afirmar que empezaba a hacer algo más de frío.

 

El trayecto era largo y esto se hacia patente con el paso del tiempo, ya otra noche había pasado y esta trajo su correspondiente día en el que seguía caminando sin realmente verme mucho más cerca del gran árbol que fungía como corazón del bosque. El halcón parecía haberme adquirido cierto cariño pues me había estado siguiendo, a veces jugando conmigo o alejándose al punto de no poder verlo, pero siempre regresando nuevamente. Aunque resultaba un poco exasperante en ocasiones, realmente agradecía la compañía que me estaba haciendo; la soledad es algo que puede resultar muy peligrosa y el halcón era aquella criatura que me estaba protegiendo de esa condición. En cierta forma me alegraba el día cada vez que volvía ante mi vista. Aun asi no quería terminar de encariñarme con él, comprendía que era una criatura libre y que en cualquier momento era completamente capaz de decidir continuar con su camino, estando en todo su derecho para hacerlo.

 

Tras un tiempo me fui adentrando por una zona donde los arboles estaban cada vez mas separados entre si y donde la vegetación empezaba a ser algo mas escaza. Llego un punto donde entre un par de troncos solo pude llegar a observar una imagen donde los siguientes arboles a la vista se encontraban a una gran distancia y eso no era tan común en el bosque. Entonces seguí avanzando y entendí el porqué. Al pasar el ultimo árbol pude contemplar frente mío una gran grieta que se abría por entre la tierra hacia una gran oscuridad donde no había fondo aparente. Varios metros separaban el borde de mi lado con el que continuaba hacia el resto del bosque al otro extremo y, aunque yo me encontraba a una altura ligeramente superior, igual era algo suicida el querer saltarlo, a pesar de que por un segundo me paso la idea por la cabeza. La grieta se extendía por un lado hasta perderse donde el bosque continuaba mucho mas espeso y al otro lado hacia una aparente bifurcación, por lo que solo me quedaba probar suerte y caminar hasta encontrar una forma de cruzarla.



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En el texto hay: romance, magia, reencarnación

Editado: 12.03.2021

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