Karter

Capítulo 3

Abro los ojos y solo puedo escuchar voces, muchas voces.

—¿Cómo te llamas? —me fijo en esa mujer, ella tiene una luz muy brillante apuntando a mis ojos.

—Leslie, creo... —intento taparme los ojos con la mano pero una punzada muy dolorosa recorre mi cuerpo al levantar el brazo.

—Bien, Leslie, quédate con nosotros, no nos dejes, pequeña...

Esa palabra, mi hermano me decía pequeña, yo soy su pequeña...

—¿Dónde está Brad? Quiero verlo... —cada vez arrastro más las palabras, como si me pesara siquiera abrir la boca.

—Lo podrás ver pronto, solo quédate con nosotros.

—Pero estoy cansada, solo quiero dormir... —cierro mis ojos y lo único que puedo escuchar son murmullos y balbuceos a mi alrededor.

—¡Más deprisa, la perdemos!

***

Abro los ojos y me encuentro en una habitación casi blanca en su totalidad. A mi lado izquierdo puedo escuchar el pitido de un monitor. Recorro la habitación con la mirada. 

Estoy en un cuarto de hospital, con bata de hospital y un fuerte dolor en todo mi cuerpo, mi cabeza duele. Levanto mi mano para llevarla a la zona de mi frente pero el movimiento duele más que cualquier otro.

—Leslie... —escucho mi nombre y levanto la vista. Encuentro a mis padres acercándose a la baranda de la camilla en la que estoy acostada.

—Quiero agua, por favor —mi padre enseguida se mueve para servirme agua. Busco en toda la habitación. ¿Dónde está?

—¿Dónde está Brad, mamá? —le pregunto mirándola a la cara. Ella hace una mueca, la cual me inquieta bastante.

—Hija, tu hermano no está aquí...

—Eso puedo ver, mamá, ¿dónde está?

—Leslie tu hermano murió...

—¿Qué?

—En el accidente, Leslie, murió en el accidente —todo viene a mi mente como una película.

La camioneta. El auto volando por los aires. Brad empujándome fuera del auto. Yo corriendo hacia él. Brad aplastado. La explosión. Luego, oscuridad.

"Te amo Leslie, nunca lo olvides", esa frase se reproduce una y otra vez en mi mente.

—No... Mi hermano... Él no está muerto... Él me ama... A mí... —siento las lágrimas calientes bajar por mis mejillas. 

Sin importarme el dolor en mi cuerpo, comienzo a golpear el colchón con mi puño cerrado. Después de todo, ese dolor no se puede comparar en nada al que siento ahora en mi pecho.

Comienzo a gritar, sacando todo desde adentro, cada grito es desgarrador, quemando mi garganta. Quiero sacarlo todo, cada emoción, cada sentimiento, quiero deshacerme de todo.

—¡Doctor, la paciente tiene un ataque de histeria!

Siento como una aguja se introduce en mi piel y un líquido frío es inyectado en mis venas. 

Cuando vuelvo a abrir mis ojos sigo en el mismo cuarto de hospital, aunque ésta vez me siento más pesada que la anterior. Respirar me duele, un dolor al que no le puse atención antes. Mis padres están sentados uno junto al otro, en unas sillas de madera. 

Mi madre acaricia su sien con dos dedos, suele hacer eso cuando está preocupada o nerviosa.

—Mamá... —ella gira su cabeza hacia mi y se levanta deprisa.

—¿Si cariño? —ella toma mi mano entre las suyas y la lleva a sus labios.

—Quiero irme a casa —pido con la voz ahogada. 

—El doctor dijo que pronto podrías ir a casa, claro que tomando medicamentos. En el accidente te rompiste dos costillas, cariño. Tu tobillo se fracturó en la caída y tu muñeca izquierda también quedó fracturada.

Me miro por inercia. Me toco las costillas y puedo sentir un parche en ellas, además de el dolor insoportable. Mi tobillo está enyesado, al igual que mi mano.

La puerta se abre y un hombre con bata blanca entra por ella, el doctor Jones, me ha atendido toda mi vida.

—Leslie, que bueno que despiertas linda, tengo buenas noticias para ti —el doctor siempre me pasa su buena vibra, pero esta vez no lo logra.

— Hola doctor —intento sonreír, aunque es notablemente falsa mi sonrisa.

—Podrás regresar a casa mañana en la mañana, pero sabes que deberás cuidar mucho lo que haces, nada de esforzarte de más, un solo movimiento en falso y tus costillas podrían romperse de nuevo y hay una enorme probabilidad de que perforen un pulmón —me siento aliviada, podré volver a casa pronto, aunque no puedo decir que estoy feliz.

—Gracias doctor, es la mejor noticia que he recibido —y espero no sea la última.

El doctor sale a hablar con mis padres y yo suelto un suspiro.

Apoyo mi cabeza en la almohada y vuelvo a suspirar.

¿Qué más pasará? Dios, ¿qué más necesitas tomar de mi? ¿A mis padres? ¿También piensas llevarlos a ellos? 

Todo duele, todo.

¿Por qué no saltó? Pudo salvarse, tal vez en este instante estaríamos ambos aquí, una camilla junto a la otra, haciendo bromas o simplemente en silencio, pero acompañados.

¡Dios, cuanto lo extraño!



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En el texto hay: mafia, accion, amor

Editado: 05.04.2018

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