Karter

Capítulo 5

Bella me observa atenta mientras cuento con detalles lo que ha pasado durante este tiempo, además de lo que estuve a punto de hacer ésta tarde.

—Escucha Leslie, creo que no debes alejarte, no debes aislarte, entiendo que la estés pasando mal, pero precisamente por eso no debes dejar todo de lado, Brad jamás habría querido esto para ti, sabes bien como se habría puesto si te viera actuando de esta manera. Estoy consciente de que cambiarás tu forma de ser, pero por favor, no me alejes de ti, amiga, me preocupas y no quiero que nada malo te pase, quiero que sepas que puedes confiar en mi, Leslie, siempre podrás contar conmigo.

Ni siquiera sé cuando pasó, pero las lágrimas recorren mis mejillas. Las seco y sonrío hacia mi amiga. Me pongo de pie y ella también lo hace, me abalanzo a sus brazos y ella me rodea.

—Gracias, Bella, te extrañé tanto —lloro en su hombro sin importarme que las personas nos estén viendo.

***

De inmediato me siento mejor con Bella, nos ponemos a bromear y ella me cuenta de cosas que ha hecho en el verano. 

Acabamos con la comida y nos pomemos de pie para irnos a mi casa. Bella trae su bolso lleno con las cosas necesarias.

Su teléfono comienza a sonar y ella me hace una seña. Estamos fuera del local listas para irnos.

—¿Hola?... Iba a salir con Leslie a su casa justo ahora... ¿Qué?... Si... Voy para allá... —ella cuelga el teléfono y la mueca en su rostro me dice que son noticias no muy positivas.

—¿Qué sucedió?

—No puedo ir contigo a tu casa, mis padres deben salir a ver a mi tía enferma a su casa y necesitan que cuide de mis hermanas. Lo siento mucho, Leslie, tal vez para la próxima, ¿te parece si voy el próximo fin de semana?

Asiento, comprendo perfectamente. Ella se despide de mi y se va.

En cualquier otro día habría podido llamar a Brad para que me recogiera y no tener que caminar sola ya que ahora si está oscuro. Pero Brad no está y yo debo aprender a hacer cosas por mi cuenta.

Comienzo a caminar por las frías y solitarias calles oscuras para llegar a casa, ¿cúando se convirtieron en la boca del lobo?

Siento que alguien me sigue pero las constantes veces que me giro, solo estoy yo en la solera y en el lugar también.

Y es ahora cuando me arrepiento de no haber tomado un taxi.

Sé que no hay nadie ahí, pero no puedo quitarme esa sensación de encima.

De un momento a otro, alguien está tan cerca que puedo sentir su respiración y el filo de algún cuchillo en mis costillas. Al parecer si había alguien siguiéndome.

—Dame todo lo que tienes y no te haré daño —suspiro. Lo que me faltaba, que alguien quisiera robarme hasta los clavos de la cruz.

Me quito mi bolso y se lo entrego, dentro están mi teléfono celular, cartera, dinero, todo. Saco las cosas en mi bolsillo, que solo son algunas monedas y unos billetes de $1. Se los extiendo y él los toma. Los guarda en una mochila que trae y luego me vuelve a mirar.

—¿Puedo irme ya? Me muero de frío —digo y él ríe.

—Puedo calentarte con facilidad —y entonces se pega a mi cuerpo y me empuja contra la pared. Tapa mi boca con una mano y con la otra comienza a tocarme. Llevo puesto un vestido floreado, por lo que no se le hace nada difícil acceder a mi cuerpo. Su boca la lleva a mi cuello y mientras yo me resisto y lo intento empujar, él rompe mi vestido con sus dientes, como una piraña. No puedo gritar y ya he descubierto que una mordedura no le duele en lo absoluto. Pero no puedo rendirme, así que sigo luchando contra él hasta que ya no lo siento más sobre mi.

Abro los ojos y lo veo tirado en el suelo, con otro muchacho sobre él, golpeándole.

El otro muchacho da golpe tras golpe, parece como si quisiera matarlo a golpes.

Intento cubrirme con mis manos lo que mi vestido roto ya no puede. 

—Oye ya... —le digo al muchacho, acercándome a ellos —¡Lo vas a matar, ya basta!

—Es lo menos que se merece este hijo de puta —su voz me parece conocida, pero no puedo saber de donde.

—Te meterás en problemas, ya para —y para, cuando ya ha dejado al otro tipo en el suelo, inconsciente o... Muerto.

—Ese es mi segundo nombre, ahora ven, te llevaré a casa.

—¿Está muerto? —pregunto abrazándome a mi misma.

—¿A quién le importa? Vamos —pone su mano en mi hombro y yo me aparto.

—No te conozco.

—Tampoco yo a ti y acabo de matar a alguien por ti, ahora sube —no digo nada más y me subo a su auto que está estacionado en la solera a unos pocos metros de distancia.

Entro al auto y él también lo hace. Con las luces del auto puedo ver mejor su rostro, además de sus manos completamente tatuadas y su cuello tatuado y sus brazos, parece que todo en él está cubierto con tinta. Entonces recuerdo de donde lo conozco.

Es el muchacho que salió del dentista mientras yo entraba.

—Tu... Sabía que te había visto —digo mirándolo, aunque ya no siento esa emoción que tenía cuando lo vi. Ya no tengo ninguna emoción que no sea el miedo aún recorriendo mi cuerpo.



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En el texto hay: mafia, accion, amor

Editado: 05.04.2018

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