Kecia: Días De Epifanía

5. SOLEDAD Y OLVIDO

***

Era una noche gélida, el vaho salía de Sean en cada respiración; después de aquel extraño suceso que él había causado, diviso en el cielo una gran mancha que bajaba poco a poco hasta llegar a su lado, la bestia de lava sabía siempre en donde encontrarlo y allí estaba, junto a él, en la noche más fría que Sean el cambia formas había sentido en su vida. Se hallaba asustado de sí mismo, parecía no tener control.

 

No estaba hambriento, solo estaba mirando las llamas de la fogata, ni siquiera la bestia de lava que solía desprender un calor intenso, le abrigaba. ¿Se preguntó qué haría ahora? Quizá Kecia había sentido el peligro en Sean, – ¿lo soy? – pensó. – ¿Soy un riesgo? Sí, lo soy y debo controlarme–afirmo en voz alta como si le hablara a la Bestia de lava.

 

Entonces sin saber que más hacer y con una pizca de curiosidad e inseguridad, levanto su mano hacia la fogata, esperando algo nuevo que pudiese hacer; decidió verlo todo de una nueva manera, como aquellos libros que una vez leyó, en donde mencionaban a la soledad y el olvido como una buena manera de conocerse así mismo. Eso quería, saber de qué era capaz.

 

La fogata solo le hizo sentir ardor y automáticamente alejo su mano de esta, los cambia formas antiguos eran capaces de muchas cosas, hubo algunos que dominaban de cierto modo al fuego, pero aquello se extinguió, estos peleaban constantemente con los que dominaban el hielo, no eran enemigos a muerte, pero se dice que tenían cierto distanciamiento por el daño que podrían causarse juntos, aunque hay quienes dicen que fuego y hielo unidos formaban una excelente fuerza.

 

Sean decidió distraerse con lo que los cambia formas actuales podían hacer, levanto su mano al aire y con ciertos movimientos creo mariposas que brillaban azul, lo rodeaban revoloteando por su lado hasta desaparecer, entonces las mariposas se extinguieron y dieron cabida a dos siluetas pequeñas que hicieron sobresaltar a Sean, se levantó rápidamente y vio como dos niños se perseguían mientras reían en una especie de juego, ambos brillaban azul como cualquier vapor de cambiaforma* , pero lucían muy reales corriendo por los lados de Sean. No pudo evitar sonreír al verse así mismo de niño junto a Kecia. Lo aprecio un segundo más, las épocas que jamás volverían, la amiga que quizá deba olvidar. Y se extinguió.

Fue extraño, había salido como un recuerdo de su subconsciente, no sabía que un cambia forma podía hacer ese tipo de imágenes. Creía que solo podían hacer animales o bestias. Entonces se preguntó si quizá podía tener por un momento una Kecia salida de su subconsciente, en frente suyo.

 

Como una fotografía en su cabeza, la hizo tal cual era, y en frente suyo sentada y sin decir una palabra, una Kecia rodeada de luz azul lo miraba y le sonreía, sabía que no podría hacer que durase demasiado pues esto degastaba mucho la mente de los cambia formas. Intento tocar su mejilla, pero parecía un fantasma, como todas las visiones que podían crear los cambia formas. Pero por alguna razón sintió que él podría hacer más, si acababa de hacer que arboles a su alrededor se retorcieran. ¿Por qué no hacer que sus engaños visuales se hicieran solidos? Se concentró en su objetivo, como simplemente desearlo y poco a poco se fue acercando y la toco, la sintió, igual de cálida, igual de suave.

 

–Genial. –Se dijo en voz alta. Podría crear ejércitos que pelearan así tendría más caballeros para pelear y al tiempo menos lastimados como los dobles que un Skies podía hacer, solo que estos serían hechos como él quisiera no necesariamente como su imagen. Se rio en voz baja, aquello seria otro nivel, algo imposible. Pero aquello era lo menos importante, en ese momento descubrió que podría tener un recuerdo literalmente solido de Kecia. Esta le sonrió y él, incrédulo le devolvió la sonrisa. –Ojalá fueras real– lo deseó y cerró sus ojos pesados y fríos, y finalmente cayo dormido.

 

***

 

Había concurrido quince días y quince noches llenos de trabajo y lentitud en el tiempo, como si los deseos estuvieran quedándose en el olvido, un Takroan libre, que deseo más imposible. Los aldeanos de las aldeas bajas comenzaban a tener sus esperanzas bajas como al principio de todo, y la llegada de Kecia y Ceom De los Cryptids parecía solo una leyenda imposible.

 

Glazunov llegaba siempre junto al pequeño Storm, con malas noticias y el extraño olor en el aire se había vuelto más constante, ambos Megan y Wayne, yacían recostados y bebiendo, aunque fuese asqueroso de ver, sangre del Tesco animal espíritu de Ceom, pero no podrían vivir así, no podrían cortar a diario al Tesco, esto le lastimaba y le debilitaba. Ceom sabía que aquello debía parar y todos allí estaban de acuerdo.

 

–No lo entiendo. –Bethan lucia confundido mientras colocaba paños de agua helada en la frente de Megan. –Solo ellos dos han enfermado. ¿Qué pasa con el resto? Maya ha estado cerca de Wayne y aún no le ocurre nada, igual que a mí o los príncipes.

 

Kecia ya les había avisado de ello a los demás, pero todos lucían sin un rastro de gripe o síntoma parecido al de Wayne y Megan. Hacía una semana que habían enviado un mensaje a Marceline para pedir su ayuda y esta había emprendido un viaje hacia este lugar junto a los hermanos Daniel y Dylan con cabellos tornándose rojo.



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En el texto hay: amor, fantasia épica, fantasia aventura

Editado: 04.04.2021

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