-¿Y cómo era el chico? –Dijo Alice.
-Es que no lo recuerdo muy bien, todo era extraño y borroso excepto las voces…aun suenan en mi mente, era la voz de un niño, se oía dulce y preocupado, luego el rey recuerdo una barba espesa y sus ojos azules como el cielo eran muy fríos y su voz era autoritaria, y la voz del niño le respondía con miedo, pero no miedo a él, miedo a que no le creyeran, ambas voces se me hacían familiares, y lo más raro de todo es que me hacían sentir en casa …Ali ¿crees que me estoy volviendo loca?
-Por supuesto que no, yo creo que, lo que ves son recuerdos que llegan a tu mente, no sabemos nada de tu pasado, que sucedió once años antes de que llegaras aquí.
-Pero Ali...todo se veía…medieval, como salido de un cuento, y ¿dragones? ¿Tambores de guerra? , no puede ser lo que dices, eso sería imposible.
-Cariño, no estoy diciendo que tu pasado haya sido tal cual lo viste…quizá lo ves de esa forma porque eras una niña o quizá era el cuento que tus padres te contaban antes de dormir.
-¿Tú crees que me contaban cuentos? ¿Crees que hayan sido amorosos conmigo?
-Claro que sí, muchos niños suelen ser rebeldes cuando llegan aquí porque no han sido amados, pero tú, cariño, tu siempre has sido amorosa y bondadosa.
-Entonces, estas segura de que solo son recuerdos de sueños?
-Estudie psicología antes de llegar aquí, así que estoy segura, es lo más concuerdo.
Kecia abrazo fuertemente a Alice, siempre sabía qué hacer, tenía una solución para todo, la había hecho sentir más tranquila. Kecia se dirigió a su habitación junto a las otras niñas, todas estaban dormidas, excepto Anne, ella estaba leyendo un libro debajo de su sabana con una linterna; kecia cuidadosamente para no despertar a las otras niñas y se acercó hacia su pequeño armario sacando un pijama blanco y luego de habérselo puesto se acercó a su cama y se recostó, se quedó mirando a Anne, tenía curiosidad por saber que era lo que leía, pero no quería interrumpirla entonces volteo hacia la ventana, no habían estrellas y parecía que iba a llover, las ramas se sacudían y sus sombras en la habitación parecían garras moviéndose; kecia se preguntó que se sentiría volar e iba imaginando lo que se sentiría mientras seguía mirando al cielo, hasta quedarse dormida.
-Kecia...kecia- La dulce voz de Anne susurraba mientras la sacudía y kecia lentamente abrió sus ojos.
-No duermes, ni una hora? .-Kecia lo decía con cariño aunque Anne miro al suelo algo apenada.
-Lo lamento.
-No lo decía enojada, es que me preocupa.
-Si dormí…media hora, pero el director Henry me dijo que había hablado con el medico que me había revisado y me van a mandar pastillas para dormir.
-Oh…¿Qué hora es?...
-eran las nueve cuando llegaste, ahora son las doce…y quería ser la primera en felicitarte…Feliz cumpleaños!.- Anne abrazo a Kecia.
-Muchas gracias Ann…es muy dulce de tu parte y me alegra que hayas sido la primera.
-Espera…- Anne se dirigió a su cama dando un paso, y levanto su colchón y en un hueco que había metió su mano y saco algo brillante como un pedazo de cristal blanco estaba sujeto a una cadena negra. –Esto, kecia, es mi más preciado tesoro, estuve investigando que clase de piedra o cristal es pero no lo pude descubrir, solo sé que no vale nada de dinero, pero me dijeron que lo traía puesto cuando me encontraron, tenía un golpe en la cabeza que me hizo olvidar todo y no se dé donde salió o quien me lo puso, pero siempre que lo veo me siento acompañada, y con la esperanza de que algún día vendrán por mí a llevarme a casa, es muy tonto, lo sé, pero siempre me hace sentir eso, como si alguien lo pusiese en mi mente.
-Eso es…hermoso ¿Por qué lo tenías oculto?
-Sé que suena raro…pero temo que me lo roben, siempre he sentido que alguien está buscándolo, siento que es muy importante…¿si me entiendes?
Kecia pensaba que quizá era alguna ocurrencia de niñas, pero Anne sonaba demasiado seria respecto al tema así que kecia decidió creerle, todas y cada una de sus palabras.
-Es un lindo regalo que me cuentes tu más profundo secreto Ann, muchas gracias.
-Contarte mi secreto solo era parte del regalo, ten.- Anne le alargo en collar con el cristal a kecia.- Es para ti, ahora es tuyo. Quiero darte lo más importante para mí, para que me recuerdes siempre.
-¿Qué? Pero es muy importante para ti, no puedo aceptarlo.
-En realidad porque es importante para mí es que debes aceptarlo. Sé que no es mucho y quizá no es el más lujoso pero…
-Es el regalo más hermoso que me han dado.- Kecia agarro el collar y sostuvo el cristal para verlo y entonces sintió como si algo en el collar se estuviese moviendo como si hubiese algo vivo dentro y sintió como el collar se ponía caliente, pero no sentía dolor; sintió como si se estuviese yendo lejos y no escuchaba nada solo alas, dos alas gigantes moviéndose; se movían y retumbaban cada vez más en sus oídos, como ráfagas de viento queriendo susurrar algo a sus oídos.
-Keici! .-grito Anne nerviosa. Kecia dio un brinco. Estaba desorientada.