II

Hoshi había llegado a una estación de tren, pudiendo distinguir a lo lejos una taquilla que tenía como dependiente a un cocodrilo. A Hoshi no le parecía raro esto, lo veía hasta normal. Más bien estaba un poco avergonzada, tímida por no saber que decir, ya que él gran reptil estaba durmiendo con las piernas cruzadas apoyadas en el escritorio. La niña tenía miedo de despertarlo de forma brusca, así que, con voz baja y suave, llamó al animal. 

—Perdone señor —el cocodrilo no se despertaba, seguía roncando. Así que Hoshi tuvo que acercarse y hablar un poco más alto—. Perdone, ¿pero me podría decir donde estoy? —no despertó, a lo que la pequeña de ojos marrones solo pudo suspirar de forma pesada. Entonces, noto que alguien le había tocado el hombro, a lo que la niña dio un grito, despertando así al cocodrilo—. ¡Lo siento! —dijo al momento de verlo, pero este, de forma vaga, volvió a dormirse. La niña de cabello castaño suspiro de nuevo, pero estaba aliviada de que el reptil no se hubiera enfadado, pues los cocodrilos le parecían animales muy amenazantes con esas bocas largas, más con esos dientes afilados. Entonces giro su cabeza, divisando así a una chica de cabellos negros como la noche y ojos de color morado. Su vestimenta consistía en una camiseta morada acompañada de una chaqueta negra y unos pantalones del mismo color, junto a unas botas de montaña y unos guantes marrones.

—¡Hoshi, te estaba buscando! —sonrió de forma alegre la chica ante la niña como si se conocieran de antes, dejando muy confundida a la mencionada— ¿Donde te habías metido?

La niña se quedó callada durante unos minutos creando así un silencio algo incómodo y que no conocía a la chica de nada. Sin embargo, la otra parecía conocerla. No sabía que decir o reaccionar, así que mantuvo su silencio unos minutos más. 

—¿Que pasa Hoshi? Parece que te a comido la lengua el gato —dijo de forma animada la chica con una sonrisa burlona, sin embargo, eso incomodaba mucho más a la pequeña— ¿Hoshi?

—... ¿Nos conocemos? —pregunto la pequeña niña alzando una ceja, sin confiar mucho en la otra chica—

—¿En serio? —río la chica con total naturalidad— ¿Es que te has dado un golpe en la cabeza o que? —río de nuevo, pero a Hoshi no le parecía gracioso— ¡Soy Tsuki, tu mejor amiga de la infancia! —la niña no dijo nada, pues no parecía muy convencida— En serio, debes haberte dado un gran golpe para haberme olvidado chiquilla.

—... No te recuerdo –Hoshi fue sincera y desconfiada, no la creía. Tsuki, suspirando de forma pesada, miro a la niña de ojos marrones y sacó un peluche con forma de osito. Por un momento Hoshi pareció recordar un peluche azul que alguien le había dado hace mucho tiempo, cuando era más pequeña. Agarró al peluche, recordando al fin el nombre de éste—... ¡El señor bear! —sin dudarlo, la pequeña abrazo a su peluche de forma cariñosa, aunque, ¿su peluche era un oso? Podía jurar que era otro animal— ¿Donde lo has encontrado? —preguntó, aún mirando confusa a la muchacha, que parecía ser mayor que ella—

—Te lo habías dejado por ahí —reveló la chica con una sonrisa—, mira que dejarlo por allí tirado, un regalo que te hice yo. Que mala amiga eres. Y más si me has olvidado, eres la peor amiga del mundo.

Hoshi parecía "recordar" ese momento en el que Tsuki, la chica que tenía en frente, le había regalado ese peluche, dando una sonrisa más tranquila. Sin embargo, algo no cuadraba en su mente, ¿no se lo había regalado alguien más cercano a ella? 

—Tsuki... Ya te recuerdo —dijo, dudando todavía de lo que estaba sucediendo. Miró a la chica a los ojos, notando que ella estaba bastante segura de las cosas que decía, así que decidió creer en ella por el momento—... ¿Sabes donde estamos? 

—Pues estamos en una estación y tenemos que coger el siguiente tren —de su bolsillo saco dos tickets blancos los cuales no tenían dirección a primera vista, algo que llamó la atención de la pequeña Hoshi e iba a preguntar el porqué. Sin embargo, ambas niñas escucharon el silbato del tren, que llegó a la parada repleto de pasajeros, algunos eran animales que iban en dos patas, otros eran personas normales y corrientes, otros simples animales cuadrupedos y tal vez algún ser extraño—. Vamos a subir — Tsuki tiro del brazo de Hoshi, quién no pudo poner resistencia —.

En el tren, Tsuki le contó un poco de la  vida que tenían antes. Ambas venían de un mundo donde estaba establecida una gran urbanización, que desde que eran pequeñas habían sido vecinas y amigas y habían estado siempre juntas. Según la chica de cabellos negros, las dos se conocieron en la escuela, unos niños se estaban metiendo con Hoshi y Tsuki salió en su ayuda y desde ese momento iniciaron su amistad. Sin embargo, la pequeña dudaba de sus palabras, ya que no parecía recordar el mundo que mencionaba su amiga e intuía que ella procedía de otro lugar. Aún así, no dijo nada y siguió escuchando a la ajena, asintiendo ante cada detalle. 

Siguieron charlando hasta que, en un momento, el tren se detuvo con brusquedad. Por poco Hoshi estampa su rostro contra el suelo de no ser porque Tsuki la agarro tiempo. Muchos pasajeros se quedaron confundidos, alguno se levantó y fue a la puerta, buscando hablar con el maquinista. 

—Queridos pasajeros —hablo una voz por el megáfono—. Les rogamos por favor que bajen por ahora, estamos teniendo algunos problemas, pero no se preocupen, no es nada grave. Dejen el lugar con calma y cuando .

Tras esas palabras, todos los presentes salieron por las puertas del tren y Hoshi iba a seguirlos, de no ser porque Tsuki la detuvo de nuevo, agarrando su mano para ello. 

—Hoshi, ¿me puedes esperar por favor? —pidió su amiga— Tengo que ir a por una cosa en la zona de equipaje, volveré lo más pronto posible.

Y tras esas palabras, Hoshi asintió de forma inocente, dejando que Tsuki se marchará, quedándose sola en el vagón. La chica tardó bastante, tiempo que le permitió pensar y analizar la situación actual a Hoshi, pues sospechaba de la existencia de aquel mundo, ya que no le había dicho él nombre de éste o no menciono el nombre de la escuela. Los pensamientos se fueron al escuchar un ruido de pisadas.