Hace mucho tiempo en estas mismas tierras, hubo un príncipe que fue raptado por un dragón, entonces, el rey llamó a una caballero para que rescatará a su hijo. La muchacha acepto y fue en busca del malvado dragón, el cual estaba en una cueva lejana.
Tras un largo viaje, la caballero llegó a la montaña y se enfrento al dragón, liberando al príncipe con éxito. Al regresar al reino, se casaron y fueron felices para siempre.
Esa es la leyenda del reino de Dovlein.
Y hoy la había representado nuestro protagonista junto a sus amigos en su teatro ambulante, en una villa cerca del reino. Nuestro grupo se encaminaba a este con la ilusión de representar la leyenda ante el rey, o esa era la meta de Haru, un chico de pelo cuyo rojo recordaba al pelaje de un zorro y ojos verdes claros y una piel de color carne, que quería actuar en los grandes teatros de todo el país.
El papel de la caballero lo realizaba su amiga de la infancia Joanne, una chica de cabellos rubios y ojos azules con pecas en sus mejillas, de piel clara. Su mejor amigo y el hermano mellizo de Joanne, Leonardo, un chico de cabello marrón y ojos azules y piel morena, realizaba el papel del dragón junto a su otro amigo Drew, un chico de ojos verdes y cabellos negros de piel blanca como la leche, con ayuda de una maqueta que servía como disfraz. Haru hacía el papel de príncipe en apuros. Su teatro consistía en una parca de color morado, siendo tirado por un par de caballos. Detrás de este, había un carruaje que servía de descanso y cambio de vestuario para los actores.
Esa noche, los 4 jóvenes estaban cenando en una taberna. La actuación había sido un éxito y gracias a lo que habían recaudado con actuaciones anteriores, pudieron permitirse una cena que, para ellos, podría considerarse digna de un rey. Mientras cenaban, los 4 chicos comenzaron a hablar de nuevo, de su futuro.
— Hey, cuando lleguemos a Palacio y triunfemos, ¿que haréis? —preguntó Drew, con una sonrisa orgullosa—. Yo me casaré con la hija del rey.
—Claro —rodó los ojos Haru, aguantando la risa de lo ridículo que sonaba—...
—Mira quien habla, él que sueña en estar en el teatro real —se quejó el mismo Drew, al ver la reacción de su amigo—.
—Como que tu sueño no es tan imposible como el mío —dijo con sarcasmo Leonardo, mientras que Haru se cruzaba de brazos encima de la mesa—. El mío es ir con un mago y que me llevé a otros mundos y ver como son.
Su hermana dio un suspiro de fastidio al escuchar esa frase de nuevo, mientras que Drew se río a carcajadas y Haru hizo como que no había escuchado a su amigo, el cual miraba a su grupo extrañado.
—¿De que os reís?
—Mira Leonardo —se puso firme el pelirrojo, iba a ser sincero—. Te quiero y eres mi mejor amigo, pero te comentó que tu sueño no se puede realizar porque eso se lo ha inventado alguien, y quién lo crea es un inocente como tú o está loco, una de dos –fue directo y sin tapujos—.
—Haru tiene razón, hermano ¹está vez hablo Joanne, intentando imitar el tono de voz de Haru, pero debido a su voz aguda no lo lograba conseguir, pues parecía que estaba hablando una niña de 5 años—. Es cierto que de pequeños queríamos ir a esos mundos tan lejanos que nos contaba la abuela en sus historias, pero tú eres el único que sigue creyendo en eso a pesar de que ya ha pasado bastante tiempo.
—¡Yo se que es verdad! —se quejó Leonardo— Yo sé que las estrellas que vemos siempre en el cielo cada noche son mundos.
—Yo creía que eran luciérnagas pegadas en un techo que rodea a nuestro reino —dijo con sarcasmo Haru, burlándose de la ideología de su mejor amigo. Por supuesto no creía tampoco en eso que acababa de decir, pero tampoco creía en la idea de su amigo—. Si es real, ¿cuales son tus fundamentos?
Leonardo cayó ante esa frase. A pesar de que Leonardo tenía una mínima posibilidad de tener la razón, no tenía pruebas ni fundamentos para defenderlo, así que lo mejor para él era retirarse, hasta que tuviera las palabras adecuadas para su defensa. Tras eso, los tres chicos miraron a la única chica del grupo, esperando una respuesta.
—...Yo quiero viajar más allá del reino, si es posible, ir por el mar y vivir aventuras —sus amigos la miraron curiosos, esperando a que terminará de hablar—. Lo que más me gusta de nuestro oficio es que hemos visitado pueblos y ciudades diferentes a lo largo de nuestro viaje. Me gustaría ver otros sitios y conocerlos.
Los chicos asintieron. Curiosamente, los hermanos, a pesar de querer visitar distintos sitios, ambos tenían la misma pasión por viajar.
Tras la cena, el grupo subió a la habitación que les había dado el dueño y los cuatro chicos durmieron plácidamente esa noche. O eso parecía.
Al día siguiente, Haru se despertó el primero, dando un bostezo. Miro a sus amigos, los cuales seguían durmiendo. Un poco fastidiado, se levantó y movió a uno de ellos, ninguno respondió. Sin embargo, esto no iba a hacer que se rindiera. De un cajón de la habitación, sacó unos platillos y los hizo resonar un par de veces. Tras eso, esperaba escuchar las quejas de sus amigos por haber hecho tal ruido.
Editado: 04.01.2020