Los magos junto a Maest aparecen en una sala enorme iluminada por orbes de luz flotando en el aire, las paredes están totalmente llena de oquedades cada una con una bola de energía, algunas brillan iluminando el tétrico ambiente, otras apenas relucen incluso algunas están apagadas y de vez en cuando una fugaz luz las recorre.
En medio de la penumbra un anciano parece hablar con una de esas bolas, de ésta sale una voz de género indefinido su tono es frío, sus palabras parecen cortar el aire, el hombre parece tenerle miedo.
— ¿Qué hacéis aquí insensatos?— el anciano se vuelve hacia los recién llegados furioso, el brillo de sus ojos hace que duela mirarlo, los señala con su huesudo y retorcido dedo y los magos desaparecen junto a él.
— ¡Nada más que a vosotros se os ocurriría ir a la casa de las almas!— les recrimina el anciano a Aram y a Greyn en cuanto aparecen en un jardín rodeado de columnas de mármol de un blanco prístino.
— No sabíamos que vos estuvieráis en ella— le replica Aram— el hechizo que hicisteis sólo nos lleva al lugar dónde está el que lo invoca.
— ¿Y de dónde creíais que conseguiría la energía suficiente para que atravesárais la barrera?¡Teníais que volver a la hora acordada!— los mira uno a uno furioso— ¡Habéis profanado su morada! ¡Nadie puede entrar en ella sin ser aceptado! Recibiréis un castigo por ello— De pronto sus ojos se abren de par en par al reparar en la chica que lleva Aram colgada en el hombro, la cara del anciano expresa temor— ¿Quién es esa?— se acerca al mago verde.
— Es el K'lisn— dicen todos a la vez con orgullo al ser los que han conseguido encontrarlo, esperando recibir la aprobación del anciano.
— ¡Sois unos inútiles! ¡Debíais tomar su poder, no traerlo!— les grita colérico.
—La ceremonia de extracción no dió resultado, no podíamos dejarla allí— Greyn hace un gesto de dolor.
— ¡Es imposible que no funcionara! Algo debéis haber hecho mal— mira escrutando a Aram.
— Fué Usher, él no pudo aguantar la ceremonia— delata a su compañero.
— Eso no es cierto yo...
— ¡Calla!— le ordena y la boca del capitán desaparece, éste lo mira suplicándole que lo deje explicarse— ¿Seguro que es ella y no os habéis equivocado?— observa a Maest— no parece gran cosa.
— Usher lo comprobó vió cómo apareció en la noche de Myor cuando atravesamos la barrera, incluso desató su poder y estuvo a punto de matar a su nuevo cuerpo.
¿Porqué llaman a Greyn, Usher? Se pregunta Ivy en su prisión, cada vez está más confundida, lo que está ocurriendo es muy extraño.
— Déjala en el suelo— el anciano parece pensativo mientras se coloca a los pies de la maga.
Estira sus manos y dos bolas luminiscentes aparecen en ellas, con la cabeza hace un gesto y Maest empieza a flotar en el aire a la altura de la cintura del anciano. Seguidamente junta las manos y la bolas se unen en una más grande que emana tanto poder que el aire alrededor parece temblar. La suelta dándole un suave toque, casi con cariño y la esfera se coloca encima de ella, a continuación del centro salen unas patas de una enorme araña de luz, le suiguen el tronco y la repugnante cabeza con unos enormes colmillos, la araña luminosa se gira hacia el anciano y hace con su garganta un chirrido escalofriante, el anciano mueve la cabeza, se está comunicando con ella y la araña con otro chirrido comienza a envolver a la maga en una telaraña de magia, en pocos segundos está totalmente cubierta por ella entonces el anciano mago asiente y la araña se difumina hasta desaparecer.
— Llevadla al sanatorium, tengo que comprobar que no os hayáis equivocado, me habéis decepcionado— los mira asqueado.
Los doce se colocan en fila alrededor de Maest y comienzan a andar a la vez que ella flota en el centro brillando por la telaraña que la envuelve.
Depositan a la maga en lo alto de una mesa de pizarra negra, los surcos de ésta son de color rojo cómo la sangre ¿O es sangre? La estancia está cubierta con una de cúpula negra en la que brillan signos de una lengua desconocida, está sostenida por unas columnas retorcidas y las paredes son espejos de luz que titilan intermitentemente.
El anciano mago se coloca al lado de la cabeza de la maga y la mira atentamente unos instantes sopesando lo que va a hacer.
— ¡Contención!— ordena a los demás magos mientras él coloca una de sus manos en la frente de la maga y la otra en el pecho a la altura del corazón.
Los magos uno a uno se colocan delante de los espejos, cuando ya está colocado el último, se dan la vuelta y apoyan la mano izquierda en el centro de los espejos. Nada más tocarlos su cuerpos caen exánimes al suelo y salen de ellos esferas, cada una del color que lleva el mago en sus vestimentas, unas se unen a otras formando un círculo perfecto multicolor.
Ivy sale también disparada del cuerpo hasta el techo pasando desapercibida, en las alturas se queda maravillada al ver la escena, puede sentir la magia, ella misma se siente magia, se siente unida a ellos, su esencia quiere unirse a ellos. Está tan absorta que no se da cuenta de que el anciano empieza recitar unas extrañas palabras. Abruptamente Maest abre los ojos y los vuelve quedándose en blanco, su cuerpo empieza a sacudirse enérgicamente golpeando la mesa, sus manos arañan la mesa como si quisiera agarrarse a ella, las piernas se mueven en ángulos imposibles y la cabeza da porrazos sin control empezando a sangrar en algunas partes.