Kristeen

7

P.O.V Klaus

Mi mente se atasca, la sangre deja de circular por mis venas, el aire no llega a mis pulmones y los vellos de mi piel se erizan. Sus ojos de color esmeralda oscuro, sus labios finos y rectos, su nariz perfilada, sus mejillas coloradas y por último su enorme cicatriz, que se sitúa desde el pómulo derecho hasta la comisura de los labios.

La chica del lago.

- Eres tú. - digo sorprendido aún. - Por eso sabías mi nombre en aquel riachuelo. - sigo, cayendo en la cuenta de que ella era la que me había dado ese pequeño discurso.

- La misma - dice con una sonrisa.

- ¿Cómo has podido ocultarte por tanto tiempo? - digo girando levemente la cabeza.

- No lo sé ni yo - dice encogiéndose de hombros, con indiferencia.

- ¿Y por qué quieres que justamente yo, te ayude a, para lo que sea que necesites mi ayuda? - digo, levantando una ceja.

P.O.V Kristeen

- Es difícil de explicar y ahora no tenemos mucho tiempo.- digo intentando evadir esa conversación.

Sé que es cobarde de mi parte, pero aún no estoy completamente segura de que él sea el chico que mi madre nombró, el chico al que yo tengo que salvar. Puede que él sufra de violencia, mas yo no puedo darme el privilegio de confiar en que él de verdad es la persona que yo estoy buscando.

- Yo tengo mucho tiempo. - responde él, encogiéndose de hombros como si no le importara quedarse aquí por mucho tiempo.

Suspiro antes de ponerme a hablar.

- Si tu quieres que yo te cuente el por qué de mi repentina ayuda, primero tendremos que conocernos mejor. - necesito saber más de él, necesito cerciorarme de que él sea el chico que mi madre me dijo que buscara.

- Oh. Por mí bien. - dice mirándome a los ojos, rascándose la cabeza.

- ¿Quieres que nos veamos el viernes después de clases? - pregunto con una pequeña sonrisa.

- Está bien. De todas maneras no tengo nada mejor que hacer. - responde devolviéndome el gesto.

- Ok. Tengo que irme. - digo dándome prisa.

- Nos vemos mañana. - dice despidiéndose con la mano y emprendiendo el viaje hacia su casa.

- Adiós. - digo alto para que escuche.

A los pocos minutos, su figura robusta desaparece. Me acomodo la mochila al hombro y me dirijo yo también a mi casa. Hoy no voy en moto, ya que con las prisas se me olvidó que mi moto estaba estropeada y la tenía que llevar al taller, no la lleve el fin de semana; así que fui a pie.

Casi cuando estoy a punto de llegar, mi teléfono suena. Lo cojo y me fijo que es un número privado, con el ceño fruncido atiendo la llamada:

- ¿Hola? - pregunto con desconfianza.

Al otro lado, solo se escucha una respiración demasiado pesada y aterradora. Me decido entre colgar o no.

- ¿Hola? - vuelvo a preguntar, pero esta vez con un poco de fastidio. - Me cago en la puta, si esto es una puta broma, juro que voy a denunciarte.

Saco las llaves de mi casa para abrir la puerta. Justo antes de meter la llave en la cerradura, alguien por fin contesta.

- Hola pequeña zorrita, ¿me echaste de menos? - dice una voz, que reconozco a la perfección.

Sonrío con maldad, al fin tienes las agallas de llamar.

- Para nada, desgraciado. - contesto con simpleza.

- Oh. ¡Qué pena! Yo sí que lo hice. Pero me he enterado de que estás buscando a tu hermano y que quieres acabar conmigo, eso me entristece mucho. - dice y aunque no lo vea, sé que está sonriendo.

Suelto una carcajada antes de hablar.

- Te juro por mis padres y toda la gente inocente que mataste, que acabaré con tu vida con mis propias manos. Morirás lenta y dolorosamente y al final cuando estés muerto, te cortaré en trocitos y le daré de comer tus partes a tu propio perro. - digo con la voz más macabra que pueda poner.

- Eso lo comprobaremos cuando nos veamos cara a cara, que no creo que sea dentro de mucho tiempo. - dice con voz seria y una pizca de gracia al final.

- Te estaré esperando, hijo de puta. - digo con fingida emoción.

Cuelgo la llamada con una sonrisa, mientras logro abrir la puerta. Entro en casa y lo primero que hago es dirigirme a mi habitación. Subo las escaleras con velocidad. Una vez llego, tiro la mochila a la cama con fuerza. Me despojo de la sudadera negra grande, que se pierde por alguna parte del cuarto.

Me acerco a mi escritorio para revisar que mi ordenador portátil no tenga ninguna notificación, me siento en mi silla giratoria e inmediatamente abro el portátil. Tiene notificaciones de distintas redes sociales y una de un número privado.

Primero me centro en las redes sociales, paso las distintas fotos que comparten la gente con aburrimiento. Por último le doy click al comunicado del número raro:

Información Confidencial

Abro los ojos tan grandes que dudo que no se me vayan a salir. Esta información es la que he esperado por casi una semana entera, aquí deberá poner todos los datos de mi hermano. Fijo mi vista para leerla una y otra vez con lágrimas en los ojos.

Nombre: Nikolay Lavrov Volkóv.

Edad: 2 años.

Fecha y lugar de nacimiento: 25 - 08 - 2017 ; (Rusia, Moscú).

Actual residencia: (Rusia, San Petesburgo).

Padres: Elena Volkóv, Alexander Lavrov.

Enfermedades: Desnutrición.

Más Información: El niño fue trasladado al orfanato de San Petesburgo cuando apenas era un bebé recién nacido. Su madre murió en el parto luego de haber tenido un accidente automovilístico, junto a su marido y su hija, en ese entonces tenía dieciséis años, que huyó unas semanas después de despertar de un coma.

Según las personas que trabajan ahí, no come bien y sufre de desnutrición. Ha visitado el médico varias veces, pero siempre les dice lo mismo: "como siga así, el niño no resistirá mucho".




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