En un entorno oscuro, dentro del subconsciente de Angel Johann Dedecker, se percibe la voz de alguien en particular.
- Gregor: Hm. A ver cómo actúas, Malcriado.
Al expresar esa frase, con tono emocionado y nada seguro. El muchacho se despierta del sueño que lo tiene prisionero de forma sorpresiva.
- A. Johann: *Jadeo*
En ese entonces, Johann siente que está acostado sobre suelo sólido y decide levantar su torso para observar el lugar que lo rodea.
*Plac* *Plac* *Plac*
Justo en el instante en que Angel actúa para moverse, se encienden 3 paneles luminosos en el techo, de tal manera que muestran más la arquitectura del sitio actual.
Con repisas de mármol, jarrones asiáticos y de la cultura azteca, están sobre éstos primeros objetos. Sin embargo, a pesar de estar iluminado, el ambiente sigue causando intriga por saber lo qué está pasando más allá de la luz, por lo que el muchacho se pregunta:
- A. Johann: (¿En dónde estoy?) *Jadeo*
De pronto, se oyen los pasos momentáneos de un individuo con cadenas deslizándose por el piso, las cuales suenan como si ése mismo las tuviera.
- Gregor: Hola, Angel.
Una vez que, se deja ver el aspecto desaliñado que posee, el Sr. Dailoff luce muy complacido por tener a su hijastro de vuelta, quien en estos momentos no le presta atención a sus intenciones, por lo tanto se termina poniendo de pie y mira el rostro del siniestro hombre seriamente.
- A. Johann: …
- Gregor: No me saludas como siempre, pero no importa. A tus 15 años ha de ser sencillo.
Menciona Gregor con tono irónico y el movimiento modesto de cadenas por el suelo.
- A. Johann: Sí, en eso sí estoy de acuerdo.
Al realizar ese comentario sarcástico, provoca que el sujeto misterioso se ría de modo intencional.
- Gregor: Jujuju… Mantienes tu sarcasmo a estas alturas… Me tienes miedo, ¿no es así?
Preguntando sagazmente, el joven Dedecker no le responde por ningún motivo. Sólo se mantiene al margen de las preguntas sin sentido. Aunque, decide confrontar al ser maquiavélico con una pregunta especial.
- A. Johann: ¿Quién eres?
Esto hace que el Sr. Dailoff no comprenda las intenciones de su familiar, pero decide responderle como normalmente lo haría.
- Gregor: ¿…? Soy tu padrastro. ¿Quién más podría ser?
Moviendo los objetos metálicos con timbre interesado. El muchacho expresa lo siguiente, mostrando su lado pretencioso pero, astuto a la vez.
- A. Johann: No lo sé. Alguien más, quizá.
Teniendo las manos despejadas y mostrando inocencia con los ojos cerrados, se da a entender que no tiene un truco bajo la manga pero, posiblemente esté engañando al receptor.
- Gregor: Hm… ¿Alguien más?
Cuestionando las palabras del adolescente de forma curiosa, éste mismo le demuestra que no está jugando con lo que dice, por lo que le revela su verdadero punto de observación respecto a la situación.
- A. Johann: Escuchaste bien. Para mí, eres una farsa.
Sin ocultarlo más, el joven Dedecker sigue demostrando su dignidad mientras escucha las frases de un posible “charlatán”.
- Gregor: Entonces, si soy una farsa para ti, ¿por qué no te vas?
Enojado con la 1era. Expresión, cambia de forma inmediata su estado de humor por la más irónica de su coartada.
- A. Johann: Porque estoy dispuesto a enfrentarte. ¿No es eso lo que tanto quieres?
Tras preguntar con tono serio pero bajo a ciertas condiciones de interés, hace que Gregor se ría mostrando modestia con sus ojos cerrados hacia el lado izquierdo hasta el momento de dirigirse nuevamente al interrogante.
- Gregor: Juju… ¿Por qué no lo averiguas…?
En ese instante, el Sr. Dailoff muestra su lado perverso mediante sus globos oculares de rojo escarlata en la pupila en frente de Johann, quien se dispone a ponerse en posición de defensa. Con los puños fijos a ½ metro del abdomen, espera a que su oponente esté preparado durante un suspiro temporal. En cuanto a la colocación del hombre desaseado, éste mismo pone los brazos a los lados y cierra las manos para endurecer sus puños, sin perder la vista a la actitud sensata del protagonista, la cual le parece absurdo al final de cuentas.
Inesperadamente, al comenzar el duelo frontal, éstos individuos dicen la misma indicación simultáneamente, después de un minuto aproximado. No obstante, se precipitan al uno al otro con golpes letales de lado derecho pero, al momento de la colisión, Gregor aprovecha la cadena que tiene sujetada con la muñeca, de modo que enreda el brazo de su rival y lo impulsa hacia un jarrón indonésico.
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Editado: 23.01.2019