Zayan se sentó como cada tarde sobre el cordón húmedo. Y mientras estaba atento a que comenzara el partido, se dejó llevar por la inspiración y comenzó a dibujar en su viejo cuaderno. Aunque el lápiz ya estaba demasiado corto, por tanto uso, y le costaba agarrarlo, Zayan no paró.
Trazo a trazo, poco a poco, con una llamativa destreza innata, un rostro muy definido comenzó a aparecer en el papel. Entonces Zayan levantó por primera vez la mirada de su cuaderno al escuchar que el partido daba comienzo.
Desde donde estaba la pantalla se veía muy lejana. Apenas se alcanzaba a divisar el trayecto del balón pero Zayan prefería mirar desde allí antes que acercarse más a la vidriera del bar y acabar en una huida accidentada, como ya le había sucedido, cuando el dueño del local lo sacó a escobazos y a insultos.
Zayan, mientras corría y se aferraba a su cuaderno, alcanzó a oír alguno de los gritos en francés:
" ¡...marginales, delincuentes, negros inmundos, vuelvan a su país...!"
Zayan sacudió la cabeza ante aquel recuerdo y volvió a fijar su vista en la pantalla del televisor gigante del bar. Aquel rostro que ahora se mostraba en primer plano tenía la misma exacta sonrisa que el rostro que se Zayan acababa de esbozar en el papel.
Así, tarde a tarde, Zayan se sentaba en aquella acera fría con su cuerpo de diez añitos que por el hambre a veces confundían con uno de seis y miraba, mientras dibujaba, cualquier noticia o cualquier jugada que transmitieran sobre su ídolo.
Kylian Mbappé era de lo único que hablaba Zayan a sus padres, a sus hermanos, en la escuela o en la cancha de barro donde solía jugar con sus compañeros del Bondy.
Pero no fue hasta un par de semanas después que Zayan comenzara a darse cuenta de un extraordinaria coincidencia. La tarde que acabó su dibujo de Mbappé, un Mbappé guiñando un ojo y haciendo un gesto de pulgar arriba, Zayan levantó su mirada del cuaderno directo a la pantalla al oír el nombre de su ídolo. Y se quedó por unos segundos petrificado al ver al jugador guiñando un ojo a la cámara y levantando su dedo pulgar.
Zayan no pudo ver mucho más después de eso porque una lluvia fría repentina lo obligó a salir corriendo. Por nada del mundo podría dejar que su cuaderno se mojara. Pero no pudo concebir el sueño en toda la noche pensando en aquella extraordinaria casualidad.
Zayan no se atrevía a comentarlo con nadie. En el fondo no quería que nadie se burlara de él o que le dijeran que solo había sido casualidad. Así que a la misma hora de siempre se sentó en el cordón húmedo frente al bar y se puso a dibujar. Normalmente, Zayan no planeaba demasiado lo que plasmaba en el papel. Simplemente se dejaba llevar. Pero esa vez lo pensó cuidadosamente. Pensó en un dibujo que fuera especial, que no fuera común, algo que no fuera probable que Kylian Mbappé hiciera con su rostro, con sus manos o con el balón.
Zayan pensó un momento y con una sonrisa pícara se puso a dibujar. Cuando acabó contempló por unos segundos su obra: un joven Kylian, sostenía entre sus manos, al mismísimo estadio Santiago Bernabéu y lo miraba desde arriba con intensidad como si fuera un Dios contemplando su creación.
Zayan se rió de sí mismo.
"¿En serio esperas que pase esto?," se dijo en tono burlón mientras comenzaba a arrugar el papel entre sus dedos. Le daba mucha vergüenza el solo hecho de pensar en que alguien pudiera ver aquel dibujo y se burlara de él.
Pero apenas había hecho un bollo con el dibujo cuando levantó la mirada hacia el televisor en la vereda de enfrente y quedó atónito.
Un Kylian Mbappé extremadamente sonriente ingresaba a la conferencia de prensa con un modelo a escala del estadio Santiago Bernabéu. Con la maqueta blanca entre sus manos, sonreía a las cámaras y a los flashes.
¡No les costará imaginar que aquella noche Zayan tampoco fue capaz de dormir!
Unos problemas en su casa, una tos y una fiebre repentinas y luego una golpiza en el colegio lo dejó a Zayan tumbado en su catre por un par de tardes y evitaron que pudiera sentarse en la esquina del bar a mirar la pantalla desde lejos.
Aunque le dolían más las palabras de burla por su origen extranjero de sus compañeros de clase mientras lo golpeaban que los propios golpes que tenía en sus manos y en su rostro.
Al final el receso de invierno llegó por lo que pudo pasar su primera tarde frente al bar ya sin ninguna herida por curar. Miró su dibujo. Le había llevado dos días terminarlo. Un Kylian Mbappé con una camiseta de un extraordinario color anaranjado miraba desde la hoja al niño Zayan y dibujaba con su dedo índice una zeta en el aire.
Zayan sonrió. Esa zeta era la de su nombre. Se mordió el labio y clavó sus ojos en la pantalla del bar.
La ansiedad lo hacía temblar mucho más que el frío y el hambre. Pero al comenzar el partido la ansiedad se fue transformando en tristeza. Jugaban de local así que la camiseta que Kylian Mbappé estaba utilizando era la blanca tradicional.
Zayan suspiró. Al final sí había sido casualidad.
"¿De dónde había sacado esa estúpida idea de que si le dibujaba en el papel, sucedería en la vida real?"
Ya estaba a punto de romper el dibujo, aunque le costaba hacerlo porque era consciente de que le había quedado muy bien, cuando oyó la voz del relator gritando ¡gol!
Levantó la mirada y vio en la pantalla un Mbappé eufórico, corriendo por el campo, besando su camiseta del Madrid y acercándose a una de las cámaras que transmitían en directo el partido. Y ante la anonadada mirada de Zayan, Kylian Mbappé miró directo a la cámara y dibujó en el aire una Zeta con su dedo índice, en medio del griterío y de los festejos de todo el Bernabéu que parecía explotar.
Zayan quedó tan impactado que aún cuando el partido hubo terminado no fue capaz de levantarse del cordón. Y mientras comenzaba una conferencia de prensa transmitida en directo, Zayan esbozaba un nuevo dibujo, dejándose llevar por un impulso que parecía poseerlo de pies a cabeza.
Acabó los últimos trazos y lo contempló: el rostro de Kylian Mbappé con sus manos hacia adelante en una actitud ganadora, vestido de negro y detrás suyo sobre un muro con letras escolares se leía:
"Bondy...ville des possibles..."
Zayan parpadeó confundido. Durante el arrebato ni siquiera se había dado cuenta de que había escrito algo. Nunca antes había escrito nada en sus dibujos.
"Ville des possibles...", repitió en voz baja mientras volvía su mirada a la pantalla.
La conferencia de prensa había dado inicio y un sonriente Kylian Mbappé escuchaba atentamente la pregunta de un periodista.
—¿Qué representa tu ciudad natal Bondy para ti?
Kylian miró directo a una de las cámaras que lo estaba enfocando. Zayan sintió con estremecimiento que aquellos ojos de su ídolo lo estaban mirando a él. Entonces Mbappé dijo:
—Bondy... ville des possibles...
Zayan, siguiendo un impulso, buscó una nueva hoja en blanco para comenzar otro dibujo. Muy dentro suyo tenía la certeza de que lo que dibujara se haría realidad. Pero parpadeó ante el vacío.
" ¿Por dónde comenzar? ¿Hasta dónde puedo soñar? ¿Cuál es el límite?", pensó.
Y entonces escuchó la voz de su ídolo que respondía otra pregunta siempre mirando a la cámara como si continuara mirándolo a él.
—Para los sueños...—dijo Kylian— sólo el cielo es el límite...
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Editado: 27.07.2024