La Aprendiz

Dos.

 

Helen

 

No era fácil renunciar a todo, mirando aun la tarjeta de la mujer extraña, Astrid Hallows. Si decía que si a irme con ella, tendría que abandonar todo. Mis padres, mi hermano. Pero deseaba tanto ese camino, segura que era el mío. Llamándome la atención desde que la vi a la mujer en la biblioteca. Sonriendo ante mi mirada de sumo interés, y mas cuando observé su mano tatuada de una espiral. Tenía algo que me ponía nerviosa, pero ella era la única que me podía enseñar los oscuros secretos de la luna y el sol, de las plantas, la tierra y las estrellas. Del por que tenía premoniciones al soñar, viendo cosas que no estaba segura si eran reales o no. Dios Helen Gates… ¿Qué demonios te pasa por la cabeza?

Miré a mis padres sentados en la mesa de la cocina, discutiendo sobre la economía. Y mi hermano mayor llegando de su trabajo de policía, dándoles el dinero a mis padres. Era mas el hombre de la casa, ya que papá estaba pensionado por su enfermedad. Como me gustaría poder sanarlo… pero sabía que con el tiempo podría, pero era muy duro.

Owen tomó las facturas de la casa para analizar los gastos con rostro preocupante, peinando su cabello hacia atrás. Ese cabello negro lacio y cortó. Aun no entendía como rayos estaba soltero… tomándolo por la espalda para abrazarlo.

— ¿Qué haces? — pregunté dándole un beso en la mejilla.

— Deudas, deudas y mas deudas el dinero no nos alcanza para nada… — dijo cansinamente pasando las cartas algo frustrado —. Y tu ¿Por qué diablos no has ido a la universidad?

— Ay hermano…no hay ninguna materia que me guste —le dije aburrida.

— Sabes que quiero que estudies y papá también. No quiero que termines como yo— me dijo Owen como una canción vieja.

— Pues… me dieron una oferta en un internado —mentí pensando en la tarjeta de la despeinada.

—¿Internado? ¿De qué? — preguntó dudoso con el ceño fruncido.

— Es para personas con habilidades especiales— mentí nuevamente mirándome las uñas.

—Eso parece como la escuela de Charles Xavier… ¡no jodas conmigo, Helen! —espetó sin creerme nada.

— Bueno no me creas, por ley soy mayor y puedo tomar las decisiones que yo quiera — dije sonriendo.

— Serías una buena policía — aseguró riendo un poco— ¿Y cómo se llama esa internado?

— Hallows… Internado Hallows — dije.

— No lo sé… pero si es lo que quieres.

— Es lo que quiero… deseo ser una aprendiz.

— ¿Una aprendiz de qué? —preguntó investigando como todo un policía.

— De lo que sea buena…— contesté subiendo mis hombros.

 

 



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En el texto hay: romance, conocimiento

Editado: 01.09.2019

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