La Bella y su Mafioso.

Prólogo.

Ciudad de Turín al norte de Italia 01 de Octubre 09:20 pm.
Las farolas en las calles se habían encendido para el momento en el que Matthew salió del viejo café de ¨Don Herbalio¨ frotando sus manos entre sí para lograr entrar en calor. El Otoño había llegado hacia unas semanas pero amenazaba con ser uno muy frío, él podía sentirlo en el ambiente. Al llegar a la casa le propondría a su hermano mayor ir de viaje para sacar fotos de las hojas otoñales cayendo al suelo para formar una mullida cama de colores claros y oscuros. Alguien se aclaro la garganta a un lado del muchacho, quién lo miro con inocencia y bondad brillando en su mirada sin saber siquiera que su fin vendría a manos de ese extraño tipo vestido con ropas oscuras facilitando así el camuflarse en la noche una vez hubiera terminado el trabajo que su jefe le había encargado.

-Disculpa. ¿Tienes fuego joven?

Matthew escucho que la voz del extraño era algo ronca, profunda y supuso que era por fumar e intuía que debía haber alcohol de por medio. También pudo notar el acento extranjero que tenía al hablar, no era un Italiano demasiado fluido pero si se entendía. El muchacho sonrió amablemente mientras rebuscaba en el bolsillo de su saco color chocolate, su favorito. Chasqueo la lengua al notar que sus dedos tocaban algo frío y metálico, lo sujeto con firmeza para evitar que este resbalara y lo saco para extender su mano con un encendedor plateado el cual brillo en la noche cuando una de las farolas lo alcanzo.

-Aquí tiene señor. Disculpe usted mi demora.

-No hay problema jovencito.

El hombre tomo entonces el objeto de entre los dedos helados de Matthew y se lo llevo a la cara donde tenía un cigarrillo que era sostenido por sus labios. La llama ilumino parte de sus rasgos dejando otros aún en las sombras lo cual solo le daba un aire más misterioso aún.
-La noche está demasiado fría hoy. ¿No crees muchacho?
Matthew solo observo al hombre esperando a que este le devolviera el encendedor. Si le hubiera pertenecido a él no se habría echo demasiado problema en que se lo quedara, pero, era de su hermano Andrew y este se molestaría si notaba que faltaba ese mechero en particular. Pero el pobre muchacho no tenía idea de como pedir que se lo devolviera sin sonar demasiado grosero. En eso estaba debatiéndose internamente cuando el hombre volvió a hablar y Matthew noto a su vez que este se le había acercado más. ¨Será para poder escuchar mejor.¨ Pensó él con su inusual inocencia para un joven de 20 años y habiéndose criado donde la ¨inocencia¨ no era algo que fuera siquiera imaginable. Mucho menos la manera en que creció y viendo las cosas que vio.
-Entonces, dime muchacho. ¿Has venido solo a un sitio tan apartado en una noche tan fría como la de hoy?
-No, la verdad es que vine acompañado por dos de mis guarda… amigos. Por dos de mis amigos.
Matthew se mordió la lengua pensando en el error que había cometido al casi revelar que sus acompañantes eran en realidad sus guardaespaldas.
-¿Y donde están tus ¨amigos¨? Porque aquí no los veo. ¿O es que a caso te han dejado tirado?
El muchacho no se había percatado de la inusual tardanza de sus acompañantes hasta que el extraño lo hizo. Saco su móvil para marcar al número de uno de los dos y lograr averiguar el motivo de su tardanza. De repente una mano grande callo sobre su aparato haciendo que se estrellara contra el suelo. Al levantar la vista se encontró con la mirada fría y calculadora de aquel tipo que había retirado su brazo hacia atrás como tomando impulso mientras que con la otra mano lo sujetaba del hombro.
-El señor ¨A¨ te manda saludos Andrew D´ amico Sokolov.
Matthew abrió los ojos de par en par al comprender el error de ese sujeto. No era a él a quien buscaban sino a su hermano mayor. Pero cuando abrió su boca para indicar que tenían al equivocado ya era demasiado tarde. Sintió el calor que se disparaba acompañado de dolor en el centro de su abdomen cuando el hombre impulso en su dirección el brazo que hasta ese momento había tenido retirado hacia atrás. Comprendió entonces que ese movimiento había sido para lograr más impulso a la hora de apuñalarlo. El sujeto retiro la hoja para luego volver a apuñalar en otro sitio de su cuerpo y así lo hizo otras dos veces más antes de por fin soltarlo.
El cuerpo de Matthew callo al suelo por la fuerza de la gravedad llevándolo, sus ojos quedaron mirando hacia el cielo estrellado, el más bello que alguna vez había visto. Le recordó al que años atrás logro observar junto a su hermano, pero aquel había sido cálido y feliz en cambio este, era frío, helado y podía sentir como la vida lo dejaba pero aún así sonrió mientras pensaba en su familiar más cercano desde que era un niño de cuna. ¨A Andrew no le gustaría verme triste.¨ Pensó mientras sentía el peso de algo muy ligero caer sobre su pecho y entonces se fue.
El asesino dibujo una sonrisa de triunfo en su rostro mientras observaba a la rosa negra caer y depositarse en el pecho de D´amico. Su trabajo había sido cumplido, ahora debía reclamar el pago. Saco entonces el móvil y marco el número de su contratante.
-Señor A…
-¿Esta echo?
Pregunto una voz fría, carente de cualquier emoción desde el otro lado de la línea sin dejar siquiera que su ¨empleado¨ lograra saludarlo. Este se aclaró la garganta antes de responder, sintió una bola subirle por la garganta y de inmediato supo que era, sin tener que saborearlo. Lo forzó hasta que llegó a su boca y luego lo escupió a un lado y comenzó a caminar.
-Sí Sr. el trabajo fue completado como usted me indicó. Andrew D´amico Sokolov ya no será un problema para usted. Él descansa con el resto de su familia.
-Muy bien. Haré la transferencia con tu pagó a la cuenta que acordamos.
Y sin más, corto la llamada y su hombre se perdió en la oscuridad de la noche. A lo lejos escuchó sirenas que venían del transito. ¨Llegan tarde. Ya esta muerto.¨ Pensó al tiempo que le daba una calada a su cigarro.
Esa noche sin saberlo, despertaron un monstruo que llevaba años dormido. Hasta que supo del asesinato de su pequeño hermano y juro vengarse.




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