Nos habíamos perdido tanto el uno en el otro que dejamos de percibir lo que pasaba a nuestro alrededor hasta que el sonido de unas cornetas nos sacaron de nuestro ensueño. Al parecer la carrera había terminado y por primera vez me había parecido poco interesante comparada con la compañía que tenía a mi lado. No fui consiente del caos que se generó a mi alrededor hasta que noté el pánico en los ojos de Andrew quién extendió sus brazos y me acercó contra su pecho de una forma brusca. De inmediato, como si alguien hubiera accionado un botón el sonido regresó y por un momento me sentí pérdida, sin saber bien exactamente lo que estaba ocurriendo. Cuando me aparte de Andrew y observe mi entorno supe que fuera lo que fuera que estaba pasando allí, no era nada bueno. La gente corría en todas direcciones dando manotazos a cualquiera que se le cruzará por el camino. Otros habían empezado a lanzar botellas o a romperlas contra las barandas y respaldos improvisando así un arma letal.
-¡Bella ven, te sacaré de aquí!
-¡Me parece una idea excelente!
-¡Pasé lo que pasé no te alejes de mí!
Él comenzó a abrirse paso por entre el gentío empujando sin disculparse y lanzando alguna que otra maldición por momentos. Ya casi estábamos en la puerta cuando un gorila de casi dos metros y una complexión creada para triturar se planto de espaldas en el camino de Andrew. Esté no lo vio a tiempo y pecho con el mastodonte.
-¡Puta madre!
El gigante se volteó con cara de pocos amigos y en ese momento Andrew soltó mi mano empujándome hacia un lado, quitándome en el momento justo en el que el mastodonte le propinaba una piña en la cara.
-¡Sei proprio fregato! ¹
-¿Qué acaba de decirme chiquillo?
-Adivínalo. ¡Bella ve afuera y espérame junto a la moto! Esto no me llevará mucho tiempo.
No hizo falta que dijera algo más para que mis piernas se accionaran para correr. Aunque no podía hacerlo demasiado rápido ya que el tobillo aún seguía doliendo. El aire del atardecer me recibió con los brazos abiertos y yo lo inhale agradecida. Solo hice una pausa de segundos y retome mi marcha pechándome contra rostros que no reconocía; hasta que el hombro de una rubia con corte Punk impacto en mi pecho dejándome sin aire momentáneamente.
-¡Ey, fíjate por dónde vas!
Ella me gritó con el ceño fruncido, pero al reconocerme su rostro se ilumino con una sonrisa triunfal y de inmediato supe que estaba en problemas.
-Vaya, vaya, vaya. ¿Pero que tenemos aquí? Pero si es la pequeña zorra que al parecer se equivocó de vecindario.
-Perdona, pero es que no te conozco de ningún lado. Quizá me confundiste.
-¿Con qué no me recuerdas eh?
-¿Debería? De igual forma, debo irme. Mi amigo debe de estar buscándome.
-No me vengas con esas payasadas. ¿De verdad no me recuerdas?
-¡Ya te dije que no!
-Al parecer la niña tiene carácter. Veamos si también sabe pelear.
-¿Qué? ¿De qué hablas? No quiero pelear…
-Por supuesto que no. No te gustaría arruinar tu manicura de miles de dólares.
-No es eso. Es que no sé quién eres y no deseo problemas.
-¡Pues mala suerte niña, ya los tienes!
Antes de que pudiera reaccionar sentí el impacto de un puño en la boca del estómago y caí al suelo jadeando en busca de oxígeno en grandes bocanadas. Daba pena. Parecía un pez boqueando por su vida.
-Veamos, te refrescare la memoria. Te daré el beneficio de la duda ya que quizá el cambio de look de mi cabello te descolocó. Pero deberías aunque sea recordar mi rostro a grandes rasgos.
-Ya… te… dije que no se quién eres.
-20 de Abril del pasado año en la cafetería “Dreams”. Entraron al establecimiento una mujer fina, rica y vestida con un par de miles de dólares solo en sus zapatos y detrás una joven de cabello castaño y cabizbaja la seguía. Entonces una mesera de buen humor la atendió, esa mujer fue amable, pero el trato que recibió no fue igual.
Me puse en pie y la mire directamente a los ojos, entonces fue que la reconocí. Esos ojos celestes casi transparentes eran hermosos. La chica de aquel entonces tenía el cabello largo y ondeado enmarcando un rostro alegre, lleno de luz y bondad. No podía creer que esa chica y la que estaba frente a mí fueran la misma persona.
-Ya te recuerdo.
-Muy bien. Eso hará que sepas quién te dio una paliza entonces.
Está vez estaba preparada. Sabía que el negarme a pelear era inútil, ella insistía en arremeter contra mí, por lo que debía responder y defenderme. Ella avanzó bruscamente hacia mí y yo me moví hacia la derecha para esquivarla y levanté mis brazos formando dos puños que protegían mi rostro. Lanzó un gruñido cuando tropezó y a duras penas logro mantenerse en pie.
-Te dije más de una vez que no deseaba pelear, pero no me dejas de otra si insistes en hacerlo.
-Eres muy bocazas, pero veamos si eres buena con los ganchos.
Lanzó un gancho izquierdo sin mucha precisión por lo que me fue fácil esquivarlo con una mano y golpear con la otra. Mi puño conectó con el borde de su mandíbula y sentí como mis nudillos gritaban de dolor, pero la adrenalina que ahora sentía correr por mis venas apaciguaba el sufrimiento físico. Al menos por ahora. Luego, con el cuerpo frío la historia sería otra.
La chica se enfado aún más e hizo una serie de rápidos movimientos que confundieron mi vista y su puño impacto en mi labio. De inmediato sentí el sabor metálico sobre mi lengua. Señal de que mi labio estaba abierto.
<<Espero que solo sea el labio y no un diente menos.>>
Lancé una piña a su abdomen cuando noté que lo tenía desprotegido, pero el golpe fue sin fuerza y poco impulso por lo que el resultado fue igual que un niño de kínder dando una bofetada. Se rio de mi patético intento y se apresuro en lanzar otro golpe, esté impactó derecho en mi ojo izquierdo haciendo que la vista se me nublara. Ella aprovecho para tomarme del pelo, pero instintivamente voltee mi cuerpo para quedar de espaldas e impulse mi codo directo a la boca de su estómago. Sus manos me liberaron para sujetar su vientre y yo aproveché para empujarla hacia el suelo y me subí a caballo de ella sobre su cintura y la abofetee. Iba a darle otra cuando noté lágrimas en sus ojos, pero algo me decía que nada tenían que ver con mis “golpes” de niño. Mi respiración era agitada y sentía las perlas de sudor rodar por mi piel.
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Editado: 20.09.2024