Al terminar Erick me invitó a comer algo en una cafetería cerca de mi casa. Al principio no acepté temiendo que solo lo hiciera por cortesía y que en realidad si tuviera que irse, pero él insistió en que estaba libre así que acepté. Cuando estábamos a una cuadra del lugar mi teléfono vibró en mi bolsillo y lo ignore, pero cuando vibró por tercera vez lo saqué y atendí la llamada un tanto molesta sin verificar quien llamaba.
-¿Si?
-¿Brownie? ¿Cómo es que obtuviste mi número?
Era Andrew y por supuesto no sabía que responder así que hice lo más maduro que se me ocurrió. Corte la llamada. Erick me observo extrañado, pero no comento nada. Entonces el teléfono sonó nuevamente y lo atendí con calma.
-Hola.
-¿Hola? ¡Oye niña no me cortes así de nuevo! Dime cómo lo conseguiste.
-¿Recuerdas la amiga a la que le escribí la mañana en qué me llevaste a mi casa? Bueno, era yo.
-Me estás diciendo que si en realidad yo hubiera sido un maníaco con la intención de raptarte ¿Nadie habría sabido nada? Por dios pequeño Brownie, necesitas una amiga.
-Lo sé, pero no la tengo. ¿Y tú qué? ¿Por qué me llamaste?
-Lo hice porque vi llamadas perdidas de un desconocido y creí y podría ser importante por la insistencia. Ahora veo que solo eras tú.
Sus últimas palabras me llegaron como un balde de agua helada y me impacto directo en la cara. El sentimiento y la sensación de eso eran indescriptibles, pero si sabía que ahora estaba molesta.
-¡Pues sí! Era importante, pero no te preocupes, ya estoy en buenas manos. Disculpa por haberte quitado minutos de tu preciado tiempo.
-¿Ah qué te refieres con que era importante? ¿Y con quién estás?
-Estoy.... – miré un segundo a Erick quien hacía todo lo posible por ignorar mi conversación, pero de todos modos escuchaba. No lo podía culpar. – Estoy con Erick.
-¿¡Y quién demonios es Erick!?
No respondí a eso y del otro lado me llegó una maldición en ruso y juraría que escuché algo romperse.
-¿Dónde estás?
-No te lo diré.
-Bella. ¿Estás segura de querer jugar este juego?
-No estoy jugando. Ahora sí me disculpas, tengo un asunto que atender.
-¡No te atrevas a cortar sin antes decirme dónde estás!
-¡Ja! Me atrevo y lo haré, solo observa.
Sonreí mientras cortaba la llamada y ponía el celular en modo silencio para que las constantes vibraciones no molestarán.
-¿Está todo bien?
La preocupación en la mirada de Erick era genuina y tanto tierna. Era como si un hermano mayor cuidara de su hermana menor. Supongo que eso sucedía cuando te arrebataban la posibilidad de jugar ese rol en tu vida.
-Sí – le dije apresuradamente – todo bien. Entonces ¿Entramos?
-Claro.
La cafetería olía a comida rápida mezclada con el olor a café y comida más elaborada. El lugar estaba repleto y las meseras no daban abasto atendiendo al igual que en el mostrador dónde recibían las órdenes se observaba como entraban y salían de la cocina. Al parecer Erick solía frecuentar el lugar ya que una de las meseras, una joven morena con ojos color oliva y muy hermosa le sonrió y se saltó una mesa para venir a saludarlo.
-¡Erick! Qué gusto tenerte aquí de nuevo. ¿La misma mesa de siempre?
-Hola Kassy, si por favor. La misma mesa, pero está vez que sea para dos personas.
En ese momento la chica notó mi presencia y su humor se oscureció casi de inmediato, aunque trato de disimularlo, no lo logro.
-Claro. Tu solo guíala y en un momento te llevaré lo de siempre. Ah – dijo volviéndose a mí - ¿Y tú qué vas a querer?
-Lo mismo que Erick está bien.
-¿Segura? – me preguntó él con amabilidad.- Puedes ordenar lo que desees.
-No de verdad está bien.
-Pero ni siquiera sabes lo que pedí.
-Mientras no sean sesos o tripas lo soportaré.
Erick se rio, pero Kassy más bien se molestó y me sentí mal por ella. Sabía lo que se sentía ser ignorada por el chico que te gustaba. Claro que cuando yo sentí eso solo tenía 14 años y era una niña que no tenía idea de lo que en realidad era el amor.
-Ven, sígueme.
Estaba por seguir a Erick cuando por la puerta ingresaron tres tipos con muy mala pinta que se notaba a leguas que habían bebido hasta el agua del escusado. Kassy era la mesera más cercana a la puerta ya que había estado con nosotros hasta recién. Ella simplemente sacudió la cabeza y refunfuño mientras se limpiaba las manos en su delantal. Parecía que esos tres eran clientes recurrentes.
-Oigan – les grito para llamar su atención – debo pedirles que se vayan. Saben que no tienen permitido entrar aquí si han bebido con anterioridad.
Uno de los tipos se rio de manera desagradable y poco educada, mientras que su compañero se subía la camiseta para rascarse la barriga provocando arcadas en más de uno. El idiota más alto, el que se había reído, parecía ser el líder y se arrimo hasta estar a solo un paso de Kassy.
-Oye, tu niñita. El hecho de que tú padre sea el dueño del lugar no te da derecho a tratarnos así. Mis amigos y yo solo vinimos por algo de comer.
-No Mark. Sabes perfectamente que si beben aquí no comen. Y el hecho de que mi padre sea el dueño del establecimiento es lo que me da a mí el derecho de admisión.
Eso no pareció gustarle nada al tipo y se incorporo en toda su altura para tratar de intimidar a la pobre Kassy. Sentí pena por ella así que me encamine hacia ellos, pero fui demasiado lenta.
-¡Tu maldita mocosa! ¿¡Quién demonios te crees para hablarme así!? – Le gritó mientras le daba una bofetada que la derribó hacia un lado. - ¡Solo eres un empleada aquí y debes servirme como a cualquier persona!
Llegué junto a Kassy justo cuando el tipo elevaba la mano por segunda vez. Extendí mi mano hacia la pobre para ayudarla a ponerse de pie. Ella dudó un segundo, pero yo la animé con la mirada y finalmente termino aceptando mi ayuda. Por el rabillo del ojo vi a Erick tomar del brazo a uno de los compañeros del imbécil.
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Editado: 20.09.2024