La Bellota Rodadora

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Había una vez, una pequeña ardilla, reposaba muy tranquilamente en un gran árbol, que poseía unas lindas y verdosas hojas.

 

La ardilla recolectaba con esmero y dedicación sus bellotas, hasta que entre todas estas, resaltó una peculiar, ésta no era como las demás, su tamaño era mucho mayor.

 

Los ojos de la pequeña ardilla comenzaron a brillar con mucha intensidad e ilusión, así que con sus patitas agarró la grandiosa bellota.

 

Subió desde lo más alto nuevamente a su hogar, estaba muy preparada para limpiar su alimento, así que se dirigió a la alacena, pero al momento de retornar, su preciada bellota cayó, sorprendentemente, no hubo rupturas en su superficie, pero sí comenzó a rodar con mucha velocidad.

 

La ardilla corría rápidamente, estaba demasiado agitada, esa era su mejor colecta del año, debía recuperarla, no le importaba que se impusiera en su camino, tenía mucha voluntad y determinación.

 

Mientras tanto, la bellota comenzaba a recorrer el oscuro y misterioso bosque, algo que no le dio importancia nuestra pequeña roedora, así que cuando menos se lo esperó, se encontró con un gran hipopótamo morado en su camino, el cual abrió su gran hocico, ingiriendo su tan preciado alimento.

 

-¡Oye gran hipopótamo, tú has comido de mi bellota, devuélvemela!.

 

-Yo no sé de qué me hablas, pequeño, yo solo di un gran bostezo.

 

-¡Claro que no, usted se acaba de comer lo mejor de lo mejor, no me niegues nada, dientudo!

 

-Cómo te atreves a ofenderme, ya te las verás, serás testigo de lo que puedo hacer con estos dientes.

 

Abrió su gran hocico y sin dudar ingirió a la pobre ardillita enojona.

 

-¡Moriré, mis papás no podrán encontrar mi cuerpo nunca más, seguro terminaré como desecho de hipopótamo, qué horror!

 

Estaba desesperada, pero ideó un plan, obviamente la bellota seguía allí, así que dio saltos de felicidad, pero ahora tenía que salir de este estómago, así que con sus dientes comenzó a morder la lengua del hipopótamo,

 

-¡Hey! Bueno, ya te dejaré libre, no toleraré que llenes de mordidas mi lengua.

 

Enojado, escupió a la ardillita y la bellota saliendo disparados desde hasta lo más lejos del bosque.

 

Cuando creía que ya había recuperado su más preciada bellota, ésta volvió a rodar con mucha más intensidad que nunca, hasta llegar a un pequeño orificio misterioso, la ardilla no se lo pensó más y saltó.

 

-Bueno, bellotita, ahora estamos tú y yo reunidos, regresemos a casa.

 

Ya en la cueva, se dio cuenta de que había un ejército de topos, estos no podían ver a sus intrusos, pero con el oír los pequeños pasos, se percataron de la presencia del roedor, así que se pusieron encima de esta pobre ardilla amontonándose entre sí y aplastándola.

 

-¡Intruso en nuestra base, repito, intruso en nuestra base!.

 

-Métanlo a rejas ahora mismo.

 

Así que inmediatamente todos llevaron a la ardilla a las rejas del lugar.

 

-¿Ahora qué haré?, sinceramente ya me estoy cansando, yo creo que solo me quedaré aquí reposando hasta el final de los días, no importa ya nada sin mi bellota.

 

Se encontraba muy triste, ya que solo corría sin ningún rumbo, así que comenzó a indagar y cuestionar.

 

-Debe haber una manera de salir, estos tipos son ciegos, creo que debería usar el sonido en su contra.

 

No lo pensó más e inmediatamente comenzó a morder las rejas que eran de madera. Un guardia que pasaba por allí, escuchó los ruidos, pero cuando no se lo esperó, la ardilla se abalanzó sobre este.

 

-Bueno topo, ahora necesito su olor para infiltrarme, no es nada personal, solo tengo hambre.

 

La ardilla se revolcó en él para mantener el olor y así no ser descubierto.

 

-Bueno, ahora debo encontrar el hoyo de regreso a esta cueva rara.

 

La ardilla se asomó en unos de los huecos de ese extraño laberinto, percatándose de que el anillo de compromiso era su gran bellota.

Molesta trató de ir a reclamar, pero cuando menos se lo esperó, un topo lo agarró de los hombros, dirigiéndose al altar de boda.

 

-Bueno, hermanos, estamos reunidos en este matrimonio para concebir la unión entre señorita topo y señor topo, dónde por medio de este anillo, que representa el compromiso y amor condicional de estos individuos, determinará el futuro para gobernar estos huecos.

 

La pobre roedora no distinguía muy bien la situación, estaba totalmente agotada además de sudorosa, parecía que su destino era ser la gran reina, no era mala idea después de todo.

 

-¡Oye tú!, devuélveme a mi futuro esposo, ¡ese topo me pertenece!.

 

La ardilla no lo pensó más y comenzó a correr con mucha intensidad, no sin antes agarrar su bellota nuevamente.

 

-No es posible que no pueda conseguirlo a este punto, debo ser más rápido, solo un poco más.

 

La ardillita ya no podía ser más veloz, sus pasos eran cada vez más lentos, perdía su respiración, sintiendo que su corazón salía de su pecho. Cuando menos se lo percató, se desmayó en medio del camino.

Después de un largo tiempo hasta el anochecer, nuestra compañera se despierta.

 

-Ah, ¿dónde estoy?, ¿Por qué hay tanto ruido?, ¿Qué hago aquí?

 

En esos momentos solo sentía su alrededor muy incómodo y rocoso, se movía de un lado a otro sin poder agarrarse del extraño y misterioso suelo.

 

De un momento a otro, dejó todo de moverse y apareció un pequeño destello brillante.

 

-Creo que hasta aquí llegó mi travesía, nada vale la pena por una simple bellota peculiar.

 

El misterioso piso se comenzó a mover, al parecer todas las rocas comenzaron a caer, esto se estaba tornando muy confuso.



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En el texto hay: infantil, perseverancia, ardilla

Editado: 21.03.2024

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