La Bestia Y La Bella

CAPÍTULO 28

TORMENTA

Un grupo de hombres se acercó a Max apenas bajaron del avión privado, uno de los guardias de seguridad de la bestia la separó del grupo, Milly los siguió confusa mientras veía a su esposo alejarse sin volver la vista atrás. Intentó hacer preguntas pero cada vez que abría la boca se iba uniendo un guardia más hasta que la rodearon cubriéndola de las miradas curiosas de la gente en el aeropuerto.

Se dejo llevar hasta una salita privada en donde la dejaron sola. A los pocos minutos una azafata entró con un café  y unas galletas.

- ¿Sabe usted qué esta pasando? - Demandó a la mujer antes de que saliera.

Ella la miró negando con la cabeza.

- Lo siento.

- ¡Por favor! Mi esposo..., se lo llevaron y no sé que es lo que esta pasando.

- No puedo decirle nada señora - le sonrió disculpándose -. Lo siento.

La miró salir y volvió a sentarse frustrada de no poder saber nada de lo que estaba pasando. Pasaron los minutos y después media hora, una hora, hasta que se levantó cansada y fue hacia la puerta dispuesta a salir de ahí; antes de que pidiera hacerlo la puerta se abrió. 'Akil estaba frente a ella con una expresión sombría, la miró no dijo nada sólo asintió y los guardias tras él se acercaron a ella.

- Por favor Baronesa -, estiró una mano indicándole el camino hacia la puerta -. La llevaremos a Rectory Mayor.

- ¿'Akil? ¿Qué pasa? - Miró al amigo de su esposo asustada y nerviosa.

- Tiene que volver a Rectory Mayor -, la miró con un leve brillo de indiferencia.

-¿Por qué? - levantó la voz cansada de que nadie pudiera decirle lo que pasaba -, necesitó saber que esta sucediendo, simplemente me separaron de Max y nadie me ha dicho nada.

- La llevaran en helicóptero - le dijo indiferente a sus palabras -, ahí estará más segura y alejada de la prensa.

- ¡No pueden! - Exclamó dispuesta a seguir peleando -. ¡No me pueden alejar de mi esposo! ¡Quiero estar a su lado pase lo que pase!

- Llevatela - ordenó impasible al guardia.

El guardia la tomó del brazo y la llevó con él hasta la puerta a pesar de la lucha de la joven por soltarse.

- ¡No, no! ¡'Akil, por favor quiero ver a Max!

- Él no te quiere ver, al menos por ahora -. Le dijo antes de salir de la habitación con la majestuosidad que lo caracterizaba.

Con lágrimas en los ojos caminó junto al guardia. Sentía un enorme peso en la espalda, era como si el cansancio de una vida hubiera caído sobre ella. Limpió las lágrimas con la mano libre y se dejó llevar hacia el aparato negro brillante con el logotipo de las industrias Blackthorne.

Ya en él  acomodó un par de mechones tras la oreja, miró la ciudad que se veía pequeña desde las alturas. Aguantó un sollozo consciente de que estaba alejándose de el hombre que tanto amaba de una manera tan brusca, tan inesperada. ¡Por Dios, que todo esté bien! Suplicó levantando los ojos al cielo, quería volver a verlo sano y a salvo pronto en Rectory Mayor. Cubrió su boca ahogando un nuevo sollozo. ¡El volvería! Pronto muy pronto estaría otra vez en sus brazos, sólo era cuestión de esperar.

Pasaron los días, no había noticias de Max. Pasaba las noches en vela frente a la ventana de su habitación. No podía comer, ni dormir, lo único que quería era estar al lado de Max; volverlo a ver y saber que estaba sano y salvo.

Georgie le obligaba a comer al menos unos cuantos bocados y la cuidaba por las noches cuando el sueño la vencía sentada en el sillón del estudio de Max.

Una tarde después de caer desvanecida en el vestíbulo, el viejo médico del condado más cercano la atendió serio y reservado.

- ¿Qué tiene Doctor? - Preguntó Georgie preocupada.

- ¿Desde cuándo está así? - Inquirió el Doctor guardando sus instrumentos en su maletín.

- Está preocupada por su esposo - le dijo la sirvienta nerviosa -, él no ha vuelto en varios días.

- No puede estar así por más tiempo - le informó el anciano mirando a la joven frágil que escuchaba todo mientras mantenía sus ojos cerrados -. En su estado es muy peligroso para ella como para su bebe.

Milly abrió los ojos de golpe. Intentó incorporarse pero un mareo la volvió a tumbar sobre la negra almohada.

- ¿Estoy...

- Si señora, esta embarazada - la miró sin ninguna expresión en su rostro mientras anotaba algo en la hoja de recetas -. Es una tontería que usted no haya estado cuidándose bien últimamente. Las mujeres saben de estas cosas. Si usted sigue así perderá a su hijo, acaso ¿Eso es lo que quiere?

- ¡No! - casi gritó molesta y entonces sus manos cubrieron su vientre protegiendo a su hijo y al de su amado Max -. No, es el niño más deseado por mi esposo, por mí...

- Muy bien - asintió el Doctor y le tendió la receta -. Le mandé unas vitaminas que la ayudaran a levantarse y algo de hierro y ácido folico. Busqué pronto un obstetra para que vigile su embarazo. Su esposo es rico, así que no subestime en gastos para este niño que ambos desean.

- Gracias Doctor -. Asintió la joven mirando la hoja blanca que tenia entre sus temblorosas manos.

- Lo acompañó.

Georgie salió tras el Doctor dejándola sola. Milly se incorporó con más cuidado mientras una sonrisa se dibujaba en su pálido rostro. Aplacó su cabello con ambas manos, miró la receta sobre el edredón, flexiono sus rodillas hasta que las rodeó con sus brazos y ocultó su rostro riendo llena de felicidad.

¡Tendrian un hijo! Era la noticia más maravillosa que podían tener ambos en esos momentos tan difíciles para Max. ¡Estaba tan ansiosa de verlo y decirselo! ¡Todo lo malo que podía estar pasando no se comparaba con la felicidad que le daría el saber que pronto seria padre!

Georgie entró a la habitación. Sus ojos castaños brillaban emocionados, tanto que parecía que aguantaba las lágrimas.

- ¡Que noticia tan maravillosa! - se acercó estrujando sus manos - Max estará tan contento. ¡Un niño! ¡Un n...



#2375 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, bella

Editado: 05.11.2019

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