La Bestia Y La Bella

CAPÍTULO 47

TRAGEDIA

Milly salió del edificio casi sin respiración. Volvió a tocarse el vientre recargándose en la pared de piedra del edificio.

- ¿Se siente usted bien señora Blackthorne?

Miró al portero del edificio. Humedeció sus labios asintiendo con miedo en sus bellos ojos verdes.

- Necesitó ir al médico.

- Llamaré a una ambulancia - dijo el portero alarmado.

- ¡No! - suplicó -, sólo llamé un taxi.

- ¿Está segura? - preguntó indeciso -, no está en condiciones para viajar sola hasta el hospital.

- Sólo es una molestia - sonrió tranquilizándolo -, quiero estar segura de que no pasé nada malo. Lo siento si le preocupe.

El portero asintió y entró al edificio. Milly recargó la cabeza en la superficie dura intentando tranquilizarse, cerró los ojos y la imagen de Max y Roberta abrazados apareció ante ella; abrió los ojos de golpe, estaba segura que esa imagen la seguiría por mucho tiempo y si quería vivir tranquila y feliz junto a su hijo tenia que olvidarlo todo, hasta a él.

Buscaría la manera de que ya no le doliera el corazón cada vez que algo se lo recordara.

Una ligera molestia recorrió su vientre, un gemido salió de sus labios y sollozó asustada.

- El taxi estará aquí en unos minutos - le anunció el portero frunciendo el ceño al verla respirar agitada.

Jack salió del edificio mirando hacia ambos lados de la calle. La vio junto al portero algo inclinada, se acercó a ella apresurado. Hizo a un lado a el portero y se inclinó hacia su amiga.

- ¿Estas bien Milly?

- No lo sé - musitó la joven mirándolo con un ligero sudor sobre su frente -, mi hijo...

- ¡Demonios! - Exclamó abrazándola -, tenemos que ir al hospital.

Un taxi oscuro y pesado aparcó frente a el edificio.

- Ha llegado su taxi señora Blackthorne.

Jack la abrazó ayudándola a entrar al taxi, subió tras ella al vehículo y le dio la dirección del hospital que la había atendido la ultima vez.

Max maldijo al ver cerrarse las puertas del elevador, estaba ante la disyuntiva de seguirla o volver a reclamar a Roberta por lo sucedido. Pasó la mano por su cabeza y miró a su suegro que movía la cabeza algo sorprendido, como todos por la actitud de Milly.

- ¿Cuándo...

- Llegó hace una hora - respondió Sir Richard en un tono severo -, no nos pudo dar ninguna explicación acerca de lo que paso, estábamos esperando que volvieras de tú descanso.

- ¡Mierda! ¡Alguien debió avisarme! - elevó la voz mostrando lo enfadado que estaba.

- Pensamos que Milly también tenia que descansar -. Replicó Joseph - , no creí que te iría a buscar.

Max se movió de una lado a otro pensando en la manera de seguir a Milly y se detuvo. Por el momento tenia que arreglar antes la situación con la modelo. Hablaría después con Lady Mildred, habría tiempo para hacerlo.

- Estaré en el estudio - le dijo a Sir Richard -, tengo que arreglar algo antes.

Caminó con seguridad abrió la puerta y la miró demostrando la furia que sentía hacía ella. Estaba dándole la espalda cubierta por una chalina de tono claro.

- ¿Qué demonios pretendías con toda está escena?

Roberta se volvió con una expresión extraña en el hermoso rostro. Max abrió la boca sorprendido, ¿Qué diablos estaba pasando?

La ropa de la modelo estaba cubierta de sangre ya seca, al igual que sus manos y algunas gotas en su cara. Dio un paso hacía ella incapaz de asimilar lo que sus ojos estaban mirando.

- Roberta ¿Qué has hecho? - Preguntó manteniendo la calma a pesar de sentirse alarmado por lo que pudiera haber hecho su ex amante.

La modelo lo miró levantando una ceja y sonriendo coqueta.

- Sólo he venido por lo que es mío.

- Roberta...

- No voy a dejar que ella - escupió con desprecio -, me quite lo que es mío. ¡Eres mío, sólo mío! ¡Me perteneces! ¡Nadie te tendrá, sólo yo!

Se acercó a él con sus típicos movimientos sensuales. Su apariencia no era para nada algo que la hiciera desistir de acercarse a él.

- ¡Dios mío! - Exclamó Max sin poder dar crédito a lo que escuchaba. Estaba completamente loca.

Las manos llenas de sangre seca se alargaron hacía él. Max dio un paso atrás impidiéndole que lo tocara.

- Roberta, ¡Qué has hecho?, ¿Por qué estás llena de sangre? - Demandó endureciendo la voz -, ¿Quién...

- ¡Ese maldito! - levantó la voz iracunda -. Creía que podía manejarme a su antojo, ¡es un estúpido!

Sus ojos se abrieron, estaba completamente fuera de control. Miró sus manos y parpadeó, permaneció contemplándolas por unos segundos, en un momento Max pensó que había caído en shock hasta que ella movió la cabeza y bajó los brazos frotando sus manos como si quisiera quitarse la sangre embarrada.

- Max yo...

- ¿Qué ha pasado?

Está vez la voz masculina cambio haciéndose más suave.

Roberta levantó la mirada hacía él, frunció el ceño y tocó su frente mostrando su confusión.

- Él..., quiso detenerme - musitó -. No podía dejarlo. Nadie me va a separar de ti, te quiero, ¡te quiero para mí!

Con un sollozo se abalanzó hacia la bestia desesperada. Él apenas la contuvo, sujetándola con fuerza de los brazos.

- ¡Mierda! - la sostuvo intentando controlarla -, ¡Quieres calmarte! Necesitó que me digas a quien heriste y porque lo hiciste.

La fuerza de la mujer era demasiada, aunque no tanto para un hombre de casi cien kilos de masa muscular. La mantuvo quieta y al mismo tiempo alejada de él por unos centímetros.

La respiración agitada de la modelo fue lo único que se escuchó en la habitación. De pronto una risa casi histérica salió de su garganta, arrojó la cabeza hacía atrás sin parar de reír.

- ¡C-creía que estaba ayudándolo para vengarse de ti! - Jadeó entre risas -. ¡El muy maldito nunca se imaginó... ¡Bâtard!

Se separó de Max con violencia, limpió las lagrimas que caían de sus gatunos ojos verdes. Lo miró con malicia volviendo a ser la sensual Roberta Bordeaux. Arregló su cabello con coquetería..



#2966 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, bella

Editado: 05.11.2019

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