La Bestia Y La Bella

CAPÍTULO 55

VERDADES

Milly no fue capaz de levantar el rostro de sus manos sobre su regazo, el doctor Colton se detuvo frente a su departamento, apagó el motor emitiendo un suspiro.

- Lo sient...

- Lo siento...

Ambos hablaron al mismo tiempo y ella sonrió mirándolo mientras él reía moviendo la cabeza.

- Lo siento -, él la miró moviéndose un poco hacia ella - no sé que fue lo que sucedió para terminar abruptamente la cita, tú estas cansada por lo de tú embarazo y yo no debí...

- No Sean, no has sido tú - le interrumpió apresurada -, yo..., no sé que fue lo que me paso. Creo que es demasiado pronto para haber aceptado cenar contigo.

- Eso debe ser - asintió tranquilo -. Aún así fue una cena perfecta a tú lado.

- Hasta que derramé el agua en el mantel.

Rió algo avergonzada. Sean hizo lo mismo negando con la cabeza sus palabras.

- No, ese pequeño detalle no tiene la menor importancia - replicó alargando una mano hasta tocar la suave lana de la manga de su abrigo -, está noche la he disfrutado como no lo había hecho en mucho tiempo.

- No lo creo - movió la cabeza -, he visto esta noche que las mujeres en el restaurante me envidiaban. Muchas de ellas hubieran sido una mejor compañía que yo.

- No Milly, ninguna de ellas podría compararse contigo -, su mano bajó hasta la de ella sosteniéndola suavemente.

Milly le miró directamente. Sus ojos verdes estaban sorprendidos por sus palabras, movió la cabeza negando sus palabras.

- Lo siento Sean - apartó su mano de la de él y buscó la manija de la puerta del auto -, n-no es el momento, ahora no puedo. Lo siento.

- Milly - la detuvo tocándola apenas en el hombro -, esperaré. Eres una mujer maravillosa, nunca había conocido a alguien como tú, seria un tonto si dejara pasar la oportunidad de conocerte mejor. Permiteme hacerlo, Milly, yo no estoy al tanto de las cosas que una mujer le gustan para conquistarlas, pero realmente me gustaría que me dieras una oportunidad de hacerlo.

Milly se detuvo bajando la cabeza, se estremeció apenas ante las palabras del doctor. Estaba consciente de haber aceptado su invitación buscando la manera de olvidar todo lo que había pasado en los últimos meses, sin embargo su corazón estaba siendo estrujado por un sentimiento de culpa de pensar en Max acostado en esa cama en coma y los papeles de divorcio firmados en la habitación fría y solitaria.

Sus ojos se fijaron en su vientre apenas abultado. Se llenaron de lágrimas, ¡Su hijo! Lo único que le quedaba de él. Empero la vida tenia que seguir y ella con la vida. Levantó la cabeza y miro a Sean Colton.

- ¿Puedo pensarlo? - Le preguntó calmada.

Sean sonrió algo emocionado asintiendo.

- Por supuesto.

Milly asintió y salió del auto hacia el edificio.

Sean golpeó el volante con entusiasmo. No se negó, aunque tampoco acepto de inmediato. Una esperanza creció en su corazón, al fin están dándole la vuelta a una pagina que le mantuvo fuera de tener una oportunidad de ser feliz. Encendió el motor de su jaguar y arrancó convencido de que su vida y la de Milly estaban a punto de cambiar para mejor. Estaba seguro.

La impaciencia estaba acabando con él. Los estudios le habían mantenido despierto toda la noche y parte de la madrugada, ahora mismo estaban tomándole por milésima vez los signos vitales como si esperaran que fuera a caer muerto de un momento a otro. Suspiró molesto dejándose caer en la cama de su nueva habitación en el hospital, era mucho más lujosa y cómoda que la de terapia intensiva en la que según los médicos había estado inconsciente por casi mes y medio. Contestó a su interrogatorio; la mayor parte preguntas sobre su vida, cuando llegaron al momento de su "accidente" su cabeza se sentía en completa confusión.

¡Mierda! Frunció el ceño manteniendo su mirada en un punto fijo de la habitación, ¡No podía recordar lo que paso! Aún no lo conseguía. Los doctores le dijeron que era cuestión de tiempo, ¡De un maldito tiempo que no tenia! La cara de Lady Mildred cuando la puerta se abrió no podía borrarse de su cabeza.

En el momento de enterarse de que ella estaba embarazada de su hijo, se sintió un estúpido por no haberle creído y entonces hizo todo lo posible por encontrarla para hablar con ella, para pedirle una nueva oportunidad. Levantó la mano sana hacia la cabeza sintiendo el cabello espeso que siempre intentó mantener oculto rapándolo para evitar cada vez que se miraba en el espejo enfrentarse a la imagen de su propio padre.

¡Maldición! Dejó caer las manos sintiendo deseos de gritar y destrozar cualquier cosa intentando desahogar la intensa frustración que estaba a punto de desatarse.

- Mañana vendré a visitarlo señor Blackthorne - le amenazó la enfermera después de anotar en el expediente -, descanse, los huesos de su hombro están todavía en soldándose, al igual que las dos costillas. Le pido que no intente levantarse, tiene que hacerlo con calma.

- ¿P-pued-o - aclaró su garganta cuando la palabra salió con dificultad -, p-perdi-le u-n favor?

- Por supuesto señor Blackthorne - la enfermera se acercó a él con el expediente abrazado a su pecho.

- N-no quiero q-ue nadie se-pa que e-estoy despierto.

Jadeo un poco y su corazón se aceleró como si hubiera corrido una larga distancia.

- Uhm, una extraña petición - le miró curiosa.

Max abrió la boca y el sonido no salió frustrándolo.

- Señor Blackthorne tenga presente que yo sólo soy una enfermera - le dijo seria -, si alguno de mis superiores me pide que le de informes a sus familiares que han estado todos los días esperando noticias suyas tengo que hacerlo es aparte de mi trabajo.

- ¡Sólo un... par de días! - Insistió con gran esfuerzo.

- Veré que puedo hacer - suspiró la enfermera -, no puedo prometer nada.

Lo cubrió con la sabana azul y se despidió yendo hacia la puerta.

'- De nada va servir que quieras un par de días más. Nada va a cambiar, por ahora..."



#2966 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, bella

Editado: 05.11.2019

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