La Boda de Raquel

Gabriel

 

Justo frente al palacio

La Princesa esperaba

A su padre que despacio

En su carruaje se acercaba.

 

Un poquito sorprendida

Vió salir una figura

Que sonreía con dulzura.

Era alto de estatura,

Con su pelo castaño.

De pronto aquel extraño

Le sorió con soltura.

 

Se le aproximó lentamente,

El rey le acompañaba

El cual con su mirada

Observaba fijamente

A su hija, que en su vida

Había visto sorprendida.

 

Rey:

-Buenos días, hija mía.

Saludó a su hija amada.

¡Cuan hermosa se veía!

Parecía toda un hada.

 

La reina se presentó

Y a su esposo abrazó.

 

El Príncipe saludó

A la reina con cortesía

Y en su rostro se veía

Que el joven le complació.

Y cuando su mano extendió

Con una respetuosa reverencia

En la princesa no se vió

Son las mínimo interés

En el joven que saludó.

 

Al ver esto, Gabriel sonrió

Y dijo con picardía:

 

Príncipe Gabriel:

-Princesa es un honor

Conocer tan bella dama

Con un padre que la ama

Y que esta dispuesto a hacer

Por usted, lo Que sea.

Una madre muy hermosa,

Que lo mismo desea.

Soy el Príncipe Gabriel

Y en nombre de ella y el

Que me conceden tal honor,

Yo le pido, por favor,

Que perdone mi osadía,

Pero vengo en este día

A enseñarle el amor.

 

La princesa se alejó

Con un tono de disgusto.

Con su padre se quejó:

Yo no tengo tan mal gusto.

 

La princesa se marchó

Con un paso orgulloso,

Mas la reina invitó

Con un tono amistoso

Al Príncipe y a su esposo.

 

Reina:

-Joven, tenga paciencia

Porque no ha existido ciencia

Ni hombre en la tierra nacido

Que a Raquel haya sorprendido.

Pero hoy al ver su llegada,

Y no se si yo esté equivocada,

Vi en ella una nueva mirada.

 

Príncipe Gabriel:

-En verdad que su dureza

Es mas grande que su belleza.

 

El rey entonces pensó

Que El joven iba a rendirse,

Y no lo culpaba si quería irse.

Tenia motivos para desistir,

Pero se animó al oírle decir:

 

Príncipe Gabriel.

-Muchas mujeres he conocido,

Maravillas he contemplado;

Pero al ver sus ojos he sentido

Algo que nunca había experimentado.

 

"Perdone mi indiscreción,

También perdone mi torpeza,

Pero es que el corazón

No entiende de realeza".



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Editado: 22.04.2018

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