15 Años después…
—Ya quiero llegar a la Universidad y ver a toda esa testosterona a mi alrededor —chilla Natalie, saltando sobre la cama haciendo rebotar sus ondas rubias.
— ¿En serio, Nat? —se queja Leo al verla saltar sobre su cama.
—Por supuesto que sí —asiente ella sonriendo—. Mañana nos iremos y ya no más padres molestos —entona con diversión.
—Habla por ti —masculla Leo.
—Oh, lo siento —habla Natalie dejando de saltar y quedándose quieta en el lugar—, Olvidé lo de tus padres, lo siento, que tonta soy.
—No te preocupes, no es como si los recordara y de todas formas mi tía se encargó de ocupar bien sus lugares —le sonríe para tranquilizarla.
—Eso quiere decir que vas a estar libre de la tía sexy —entona haciendo gestos graciosos.
—Si —Leo se sienta en la cama al lado de su amiga—. Aunque creo que nunca voy ser libre de mi sexy y adorada tía —eso hace reír a ambas.
—Escuché eso —la voz de su tía se hace notar desde el umbral de la puerta.
—Oye, dije que eres la tía sexy y adorada, no puedes quejarte —bromea Leo.
—Jamás lo hago, cariño —dice sonriendo acercándose a ellas—. De todas maneras eso de estar libres, creo que es un poco extremo —bromea Camille. Ambas chicas se miran.
—Nah —niegan al mismo tiempo dándole énfasis con la cabeza, provocando con eso una risa colectiva.
Al día siguiente, cuando todo el equipaje está listo, Leo sale de su habitación y baja para esperar a su amiga Natalie, que pasará por ella, junto a sus padres para llevarlas al aeropuerto. Minutos más tarde el claxon del auto de su amiga la llamaba extrovertidamente.
— ¿Llevas las hierbas? —le pregunta Camille al verla cruzar la puerta para subir al auto.
—Si —le responde apurada.
—No olvides colocarla en todo lo que beba por las mañanas —le recuerda Camille.
—Tía, llevo haciendo eso desde que la conozco, no te preocupes.
— ¿Llevas todo lo necesario para defenderte? —le pregunta preocupada.
—Sí, tía. Por favor, sé cómo cuidarme, me has enseñado a la perfección —la tranquiliza.
—Está bien, está bien. Cualquier cosa llamas, en lo que necesites y trata de tener cuidado, resguarda la casa y mantente alejada de los problemas, trata de ser normal —ella le sonríe al ver la cara de incredibilidad de su sobrina—. Al menos este año —termina diciendo.
—No prometo nada —bromea la joven. Camille la abraza con fuerza y la llena de besos—. Tía, ya —se queja, pero sin fuerza en su voz.
—Solo cuídate, ¿sí? —le pide.
—Lo haré —promete la joven y camina hasta el auto en donde entra y se acomoda en el asiento trasero encontrándose con su amiga Natalie.
— ¿Lista? —cuestiona la amiga.
—Seguro —responde ella mirando a su tía por la ventanilla.
Horas más tarde al llegar a la Universidad, Natalie mira todo a su alrededor y luego a su amiga.
—No puedo creer que no te quedes en el campus —muestra su molestia.
—No puedo creer que no te vengas a mi gran casa conmigo —replica Leo.
—No es gracioso. ¿Por qué quedarte en la residencia Callahan cuando puedes estar en el campus rodeada de chicos? —indaga sin poder creérselo.
— ¿Y por qué estar en el campus donde hay que compartir duchas, cuando tienes un baño con cuatro duchas más hidro para regodearte? —entona con sarcasmo.
—No te ganaré, ¿verdad? —pregunta Natalie, resignada.
—Nop —Leo sonríe y la abraza al ver que ya llegaba la hora de separarse—. Cualquier cosa que necesites o simplemente quieras un baño con cuatro duchas, ven a buscarme —le hace saber.
—Ya te pareces a tu tía —suelta Natalie divertida—. Si tú quieres estar rodeada de chicos y hormonas alborotadas debes venir a buscarme —Leo ríe ante ese comentario—. De verdad que no le encuentro gracia el quedarte sola en una mansión teniendo un campus lleno de personas.
—Quiero estar en mi casa, ni siquiera la conozco, ya que me he ido siendo muy pequeña y es lo único que tengo de mis padres, por lo tanto quiero estar más conectada con ellos, al menos pienso que estando allí estaré más conectada a ellos —explica Leo.
—Seguro que será así, de todas formas, si te aburres vienes a buscarme —le hace saber Nat.
—Vamos a vernos todos los días, no seas exagerada —le reprende Leo.
—Igual, si te aburres, ya sabes —insiste ella—. Voy a averiguar dónde podemos tomar unos tragos y seguramente debe haber alguna fiesta de iniciación, así que no programes ningún tipo de película de esas las que te gustan a ti de fantasía y ciencia ficción, ¿ok? Tenemos una semana antes que comiencen las clases y debemos aprovecharla al máximo —suelta todas las palabras sin siquiera respirar.