La Bruja del Barrio- El Inmortal

Capítulo 2

Toda la semana pasó sin inconvenientes, Leo iba por las mañanas a desayunar con Natalie a un café que encontraron cerca del campus, en donde ella se ocupaba que su amiga tomara la hierba para evitar ser controlada por vampiros o cualquier otra especie que quiera jugar con ella. Luego, almorzaba en su casa, comida casera, preparada por ella misma, más tarde salía a caminar, pasaba por la biblioteca y a la hora de la cena, Leo ya estaba en su casa con un buen plato casero y un vino importado acompañándola. Esa fue su semana, nada de altercados y tratando de ser lo más normal posible, tal cual le pidió su tía. Aunque por las noches, la normalidad se iba por el retrete, sus sueños cada vez eran más fuertes, mas sentidos, más explícitos. Pero la noche anterior, gracias a un preparado que se dispuso a llevar a cabo, ese sueño no volvió y fue su primer noche de normalidad, si seguía tomando esa poción podría dormir como correspondía hasta que esos sueños decidieran cesar. En ese momento, ella se encuentra en la biblioteca terminando su monografía sobre las brujas más reconocidas del siglo XIX cuando una presencia a su lado la hace sonreír de costado.

—Me preguntaba cuando ibas a acercarte —entona ella sin quitar la vista de su libro.

— ¿Qué haces a esta hora aquí? —curiosea él sabiendo que ya era muy tarde y que en cualquier momento iban a cerrar.

—Es una biblioteca, ¿tú qué crees? —se burla mirándolo interrogativamente.

—Muy chistosa —masculla Killian — ¿Qué haces tan tarde? No deberías andar sola por la calle.

—No ando sola, tú me sigues a todas partes —ironiza ella, prestando nuevamente atención a su libro.

— ¿Cómo sabes que te sigo? —interroga él.

—Intuición femenina —entona sin darle importancia.

—Sabes, me tienes un poco cansado con tus jueguitos de palabras —le indica, mostrando su desagrado.

—Eres tú el que me persigue como un puto acosador, eres tú el que se acaba de sentar a mi lado e interrumpir mi estudio, por lo tanto no me interesa lo que opines sobre mis jueguitos de palabras, puedes irte y ya nada va a molestarte —escupe Leo clavando sus ojos pardos en los ojos azules de él.

—Yo te conozco —habla él, estrechando sus ojos para ver bien los ojos de ella.

—Yo no —dice Leo y comienza a levantar sus cosas.

—Solo quiero que me digas quién eres y prometo dejarte en paz —insiste él tomándola del brazo para que no se vaya.

—Si te digo quien soy debo matarte —eso, hace sonreír a Killian, pero ella no se ríe.

—No hablas en serio —suelta él sonriendo, pero ella nuevamente no sonríe—. Mira, te he visto toda la semana —comienza.

—Lo he notado —ironiza ella.

—Te he visto salir por las mañanas —continúa él, ignorando su comentario—. Como te mueves, no comes comida chatarra, eres la única estudiante que no vive en el campus, tu amiga lo hace, pero tú no, por las noches cocinas comidas de verdad y comes en una postura que las chicas no lo hacen...

— ¿Qué postura? —indaga ella.

—Como si fueras una dama del siglo XVI —responde él. Eso la hace reír y se sienta nuevamente—. Te tomas una copa de vino junto a la comida y otra cuando terminas, no te he visto beber cerveza como hacen las demás chicas, tus movimientos son calculados y metódicos, te mueves de manera grácil, es como si hubieras sido criada en un siglo pasado.

—Fui a una escuela de chicas...

— ¿Existen todavía? —pregunta Killian.

—Así parece —responde ella—. Tengo modales, eso no quiere decir que sea de un siglo pasado, tengo 20 años, sí, soy más grande de lo que debería, estuve dos años sin estudiar por viajar con mi tía, simplemente eso, no vivo en el campus porque me gusta mi casa, me gusta la tranquilidad, me gusta tener mi espacio, me gusta la comida casera, la chatarra es un asco, la cerveza la bebo de vez en cuando, pero si tengo que elegir, prefiero un buen vino. Si todo eso me hace rara, lo seré, no tengo ningún problema en ser la fenómeno de New Haven, pero no quieras buscar algo más que eso porque no vas a encontrar nada —dicho eso, se levanta para irse, pero Killian la vuelve a tomar de la muñeca—. Suéltame —le exige.

— ¿Qué hay de tus padres? —interroga él mirándola a los ojos.

—Murieron cuando tenía 5 años —responde ella sin una pizca de emoción.

—Lo sé, pero…

—Estuviste investigándome —le acusa ella.

—Necesito saber que hay en ti —se escusa él.

— ¿En este momento? Unas terribles ganas de golpearte —espeta Leo. Él agacha la mirada para tapar una sonrisa y en un nanosegundo la deja de sentir, levanta la vista para darse cuenta que ella ya no está en el lugar y su mano suspende vacía en el aire.

—Lo hizo otra vez —masculla Killian, mirando a su alrededor, pero sabiendo que ella ya no está cerca de él.

Al día siguiente, Leo se encuentra en la isla de la cocina desayunando mientras mira la serie Terra Nova, hasta que es interrumpida por el timbre de su casa y luego los gritos de su amiga Natalie anunciando que se trata de ella.



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En el texto hay: amor, brujas, cain

Editado: 29.10.2018

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