—Así que —habla Nat, que no había parado de hablar y hacer preguntas—, ustedes dos son vampiros— dice señalando a los hermanos —y tú eres una bruja— termina señalando a su mejor amiga — ¿Cómo es que no lo sabía?— exige.
—Por protección —responde Leo.
—Eso es pura babosada —se queja Nat.
—Cuanto menos sepas es mejor para ti —entona Leo con seguridad.
— ¿Y pueden correr a toda velocidad? —curiosea ella, ignorando lo que su amiga le había dicho, ya que estaba enfadada con ella por ocultarle semejante secreto y presta su atención a los hermanos.
—Si —responde Killian por décima vez.
— ¿Y pueden comer ajo? —sigue ella.
—Si —responde Killian con voz cansina.
— ¿Y brillan bajo el sol?
— ¿Qué? —pregunta Killian.
—Cómo en Crepúsculo —explica Nat.
—Odio esa película —entona Gideon—. No somos unas putas luciérnagas —se queja.
—Entonces, ¿se queman bajo el sol? —pregunta confundida.
—Si —responde Killian—. Nos rostizamos —ironiza.
—Pero yo te he visto caminar bajo el sol sin pulverizarte —murmura ella sin comprender.
—Llevamos esto —señala Gideon levantando su mano y mostrando su anillo solar.
—Ah —murmura ella — ¿Y tienen todos sus sentidos agudizados? —curiosea la joven.
—Sí, Natalie —responden los hermanos al unísono, sin ganas por responder siempre las mismas preguntas, las cuales, la chica jamás se cansaba de hacer desde que habían llegado a la casa de ellos.
– ¿Viven solo de sangre? —curiosea — ¿Pueden comer comida como las personas normales?
—Podemos —responde Gideon, que además de estar aburrido por tantas preguntas, debía reconocer que un poco le divertía la dinámica de la joven.
— ¿Matan personas? —medio murmura la pregunta.
—Cuando es necesario —responde Killian.
—Personas que son normales, me refiero —aclara ella.
—Cuando es necesario —repite Killian.
— ¿Y cómo saben cuándo es necesario? Es decir, ¿matan a asesinos o ladrones? —pregunta con ingenuidad.
—Creo que es suficiente para mí —interviene Leo—. Voy a buscar una habitación y por la mañana la hipnotizan antes que tome su té —dicho eso se aleja escaleras arriba confiando en su instinto para caer en una habitación de huéspedes o que por lo menos una que no esté habitada por ninguno de los hermanos.
—No voy a tomar ningún té —se jacta Natalie.
—El té es para protegerte —le hace saber Killian, comprendiendo lo que Leo hace con su amiga.
—Es para que puedan hacerme olvidar todo lo de ésta noche —replica Nat.
—No —niega Killian—. Es para que ningún vampiro pueda hacerte daño. Por eso no saliste del bar cuando te lo pedí, el té protege tu cabeza, para que nadie se meta en ella —explica.
— ¿Y si hubiera salido me hubieras succionado la sangre? —curiosea Nat. Killian la observa sin saber muy bien que decir.
—Creo que yo también voy a descansar —entona Gideon, salvando a su hermano de contestar.
— ¿Ustedes duermen? —curiosea Nat.
—El cuerpo lo pide —suelta con ironía antes de desaparecer de la sala.
—Tú también deberías descansar —le dice Killian, deseando que se vaya a dormir y termine con las preguntas. Natalie asiente con la cabeza—. Arriba vas a encontrar habitaciones vacías, puedes dormir en cualquiera de ellas —le hace saber y Nat acata la orden del joven. Obviamente no pensaba dormir junto a su amiga, ya que todavía seguía enfadada con ella por ocultarle las cosas.
Por la mañana, Leo es despertada por las voces de los chicos y su amiga, aunque al sentir la presencia de otro vampiro, espabila rápidamente. Ella se levanta a toda velocidad de la cama, se pone su calzado, trastabillando sale de la habitación y corre escaleras abajo. Al llegar a la cocina, su amiga estaba sentada en un taburete y un vampiro hembra de pelo castaño oscuro, se encontraba frente a ella, con su rostro demasiado cerca al de Nat y con un cuchillo en la mano. Eso hace que su visión se nuble y con un movimiento de su mano aprisiona a la mujer vampiro contra la pared más próxima.
— ¿Quién eres y qué haces con Natalie? —inquiere ejerciendo fuerza a su agarre mágico.
—Suéltame —balbucea la mujer vampiro.
— ¿Quién eres? —gruñe Leo.
—Leo —susurra Nat asombrada por lo que estaba viendo.
—Eleonor —llama su atención Killian—, ella es mi hermana Joselyn —le hace saber. Los ojos de Leo se clavan en la mujer estampada contra la pared, la cual sostenía su cuello luchando contra un agarre invisible—. Suéltala —le pide.
— ¿Qué hacía con Nat? —cuestiona ella sin soltar a la mujer.