La cabaña

Capítulo 1

Santiago, Chile.
Sala de conferencias Universidad de Chile.

Las palabras hicieron eco en su memoria, opacando el sentido del resto de la oración.

Hizo acopio de valor y sostuvo la mirada del público. Intento fingir que no la afectaba, tal cual hacia cada vez que alguien preguntaba por él, por la cabaña y lo que había pasado ahí. Sucedía con frecuencia tras las conferencias, pero había algo diferente esta vez. Algo o alguien, no estaba segura, la hacía sentirse insegura, sus piernas comenzaban a flaquear, y un leve temblor se apoderaba de sus manos, su pecho se contraia y le costaba respirar. "Crisis de pánico" le había dicho su terapeuta hace casi una década.

Sentía que se fallaba a si misma cada vez que esto sucedía. Especialmente tras haber dado un discurso lleno de optimismo, seguridad y fuerza de voluntad, en los que hablaba acerca de como había sobrevivido, y recuperado las ganas de vivir que le habían quitado.

No pudo responder. No esta vez.

Todas las miradas se enfocaron en ella. Si los asistentes antes prestaban atención a alguna otra cosa, dejaron de hacerlo. Permanecían expectantes, el morbo los movía, el miedo reflejado en el rostro de ella no era algo habitual, no después de diez años de los hechos.

—Puede repetirme la pregunta —articuló finalmente.

Intentó sonar firme, pero fue en vano. Sus manos se agarraban con firmeza al podio, mientras intentaba mantener la compostura.

—Todos sabemos que, Marcos, se suicidio con una importante cantidad de testigos, sin embargo las pruebas que lo inculparon póstumamente fueron meramente circunstanciales, es un hecho que se debatió públicamente. Destacando además que el comportamiento del profesor distaba mucho del de un psicópata. Es por esto que muchos llegamos a la conclusión de que l...

—Según recuerdo, ni tú ni esos muchos otros estuvieron ahí, para saber cómo se comportaba, de haber sido así estoy segura de que a la policía le encantará escuchar tu hipótesis.

La conferencista y gran parte del público buscaron entre los asistentes a quien había hablado. Las miradas ahora se enfocaron en una mujer que estaba sentada en la última fila, su cabello en un descuidado moño y su vestimenta poco formal destacaban entre las personas a su alrededor. El hombre intentó agregar algo, pero ella no se lo permitió.

— Y respecto a tu pregunta, la identificación del profesor Céspedes se hizo mediante testigos oculares, documentos que certificaban su relación con el lugar, cámaras de vigilancia de las autopistas, entre otros. La identificación posterior que hayamos o no hecho nosotras, no cambiaba nada. Como comprenderás, luego de haber estado más de un año encerradas, estábamos demasiado ocupadas como para prestar atención a la opinión pública. ¿Alguna otra pregunta? —incómodos, los asistentes desviaron las miradas y el hombre que había hablado anteriormente bajo la cabeza avergonzado—. Lo supuse.

—¿Alguien más tiene alguna pregunta? — insistió la oradora.

Observó a su alrededor buscando la causa de su reciente miedo súbito, pero ya no estaba ahí, ni siquiera era capaz de decir claramente que era lo que la había hecho temer de aquella manera. Acostumbraba a lidiar con preguntas como las de aquel hombre, y la respuesta siempre era la misma "Este no es el momento, ni el lugar indicado para hablar al respecto. Esta vez estamos aquí por...", la razón siempre difería: a veces se trataba de sus libros, otras sobre sus temas de estudio, y muchas otras veces eran charlas de autoayuda para víctimas.

Dio por cerrado el tema y bajó del escenario, varias personas se acercaron a ella para entablar conversación antes del siguiente evento, pero amablemente se apartó y busco un sitio más alejado.

—No sé como puedes hacer esto. No sé de donde sacas la paciencia para responder tanta idiotez -. La mujer del público había caminado hasta su lado y caminaba en paralelo de forma casual.

—¡Eve! —la regañó—. No me dijiste que vendrías.

—¿Qué pasó allá? Hace mucho que no te veía así de paralizada.

—Su pregunta...me tomó por sorpresa.

—¿En serio? —preguntó con fingida sorpresa—. Te quedaste como idiota mucho antes de que él hiciera su pregunta.

—¿Qué haces aquí?

—¿Además de salvarte el culo cuando te quedaste en blanco allá arriba? —. No pudo escuchar la respuesta, ya que un hombre se acercó a ellas, interrumpiendo la incómoda situación.



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En el texto hay: detective, homicidios, secuestros

Editado: 23.05.2018

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