La cabaña Mirrell

Capítulo 2–Una extraña sensación

La oscuridad engulle todo no permitiendome ver más allá de mis narices y el interior huele a humedad, madera y a un suave toque de almizcle. Tanteo la pared a mi lado derecho en busca del interruptor de la sala pero no lo hallo. Frustrada, del bolsillo trasero de mi pantalón saco mi móvil y lo agito logrando que la linterna se encienda. Paso la mirada por la estancia observando el polvo que se acumula en los muebles más cercanos y frunzo el ceño con molestia al pensar que la señora a la que tanto le han estado pagando mis padres no hace realmente sus actividades de limpieza correspondientes.

—¿Está muy sucio?—Pregunta Jonas detrás de mí sobresaltandome. Me llevo una mano al pecho al sentir como mi corazón galopa frenético y asiento con la cabeza dandole una mala mirada.

—Dios, no hagas eso

—¿Qué no haga qué?

—Asustarme—Él se ríe y pasa no sin antes dejar un casto beso sobre mi cabeza.

—Dejé una caja más en el auto ¿Puedes ir por ella cariño?—Pregunta dejando las demás en la mesa a la cual le intenta sacar el polvo.

—Claro—Doy media vuelta y me dirijo al auto de donde saco la última caja. Cierro el maletero y pongo la alarma del auto. Aunque sepamos que no haya nadie cerca, mejor prevenir para evitar robos.

Camino hacia la entrada pero a unos metros de mí escucho el crujir de las hojas y después unos pasos rápidos. Contengo el aliento y trato de ajustar mi vista para poder ver en la negrura, pero me es imposible. Me quedo estática en mi lugar para escuchar nuevamente pero ya no hay más ruido.

Trago grueso.

Volteo a todos lados y una extraña sensación se instala en el centro de mi estómago cuando siento que alguien me observa a la distancia.

—¡Nena! ¿Aquí cómo se prenden las luces?—Jonas me saca de mis pensamientos y me dirijo a la entrada dejando de pensar incoherencias.

—¿Nunca has estado en una cabaña antes amor?—Cierro la puerta detrás de mí.

—Ésta cabaña está rara, se supone que los interruptores de luz deberían estar en las paredes y no los veo por ningún lado—Meneo la cabeza. Dejo la caja en la mesa y trato de recordar dónde era que estaba el interruptor de la sala.

<<Vamos Sophie acuérdate>>

Mi hermana hacía videollamadas enseñandome el lugar ¿Por qué ahora no puedo acordarme? Me muerdo el labio frustrada y después de unos minutos el recuerdo llega a mí.

—¡Ya sé dónde está!—Con la linterna alumbro todo a mi paso y cerca de un cuadro paisajísta del lado izquierdo, está el interruptor.

La estancia se alumbra y mi novio abre la boca cuando ve el interior.

—Wow... Esto es maravilloso, de verdad—Sonrío y asiento con la cabeza.

Las paredes son de madera pulida al igual que el piso. En el centro se encuentra una sala con sofás marrones, un tapete blanco con una mesa de vidrio al centro y unas cuántas decoraciones sobre ella. La chimenea se encuentra del lado izquierdo y su bardita está decorada con viejas fotos de la familia. Dos cuadros paisajístas la decoran a lo alto y frente a la sala se encuentra un librero que le da espacio a la gigantesca pantalla plana. La mesa, la cual solo tiene dos sillas acolchonadas es de color blanco y tiene un jarrón vacío en medio. Las ventanas no tienen cortinas, por lo cual se aprecia la noche estrellada fuera. Hay un pequeño escritorio con diferentes cuadernos, libros, una lámpara de noche y velas ya usadas.

—Está muy bonito todo

—Para ser sincera, mi hermana tiene muy buen gusto para el diseño de los interiores.

—Vaya que sí—Sonrío al verlo tan sorprendido y seguimos recorriendo la cabaña. Una pared enmedio divide la sala del cuarto de lectura, en dónde recuerdo que mi hermana solía tomar café y leía por horas o videollamaba conmigo.

Dos sofás individuales color azul plumbago se encuentran uno delante del otro y la ventana a un lado, la cual da al jardín trasero lleno de macetones y flores silvestres. Mi reflejo se marca en el gran espejo de cuerpo completo que se encuentra detrás de los sofás y le hago muecas a mi novio cuándo se da cuenta de que lo observo.

—¡Oye!

—¿Qué?

—No hagas esas caras—Comenta riéndose

—¿Por qué no?

—Porque me dan ganas de besarte—Se acerca y enrolla sus brazos alrededor de mí. Su boca se estampa con la mía y nuestras lenguas se encuentran con deseo.

—¿No quieres seguir viendo la cabaña?—Pregunto cuando sus labios pasan de estar en mi boca a estar en mi cuello.

—¿Eso no lo podemos dejar para mañana?—Dice alejándose de mí mientras que pone una mueca seductora.

—Eres un pervertido.

—Sí, un poco—Meneo la cabeza y dejo que me bese el cuello. Cuando giro el rostro abro los ojos a la par que siento mi corazón ralentizarse por una fracción de segundo al ver através del espejo una silueta negra detrás de mí, asomándose por el pasillo que da a las escaleras de los dormitorios.

Mis manos se cierran alrededor de los brazos de Jonas y él detiene su acción para posteriormente verme con el ceño fruncido. Mis ojos viajan a los de él y se preocupa al instante.



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En el texto hay: fantasia, verdades dolorosas, sanacion

Editado: 12.05.2023

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