Cap1 acumulador, todos merecen una segunda oportunidad
Una pareja caminaba por calles solitarias cuando vieron a un perrito amarrado a un poste, preocupados por el bienestar del animal se hacercaron a la casa de donde aparentemente era el cachorro.
Al acercarse un fuerte olor a umedad los hizo retroceder,
El chico llamó a la puerta.
-disculpe, el perro es suyo? está muy delgado y me gustaría llevarlo al veterinario.
La respuesta de la persona dejo sin aliento a la pareja, una voz femenina de una señora de aproximadamente 50 años dijo.
-por Dios sigue vivo!--dijo con consuelo--por favor llevártelo yo ya no puedo cuidarlo, tal vez muera pronto y jamás me perdonaría llevarlo conmigo.
-que, como que morirá pronto, necesita ayuda!?-- dijo preocupada la mujer.
-no hay nada que puedan hacer por mi jovecita, he cavado mi propia tumba con las cosas que he juntando a lo largo de mi vida ahora una pila de cachivaches han caído frente a la puerta, hace como tres días no he comido, estoy débil...
La mujer dentro seguía hablando mientras el hombre forzaba la puerta intentando habrirla.
-no puedo--susurro el joven
Tenía una buena vida, un esposo, un hijo, pero todo se terminó mi hijo ya no me quiere ni ver y mi esposo ahora está con alguien mas joven y mas bonita que yo, solo tenia a ese perro y casi lo mató por mi imprudencia...
-que hago esta trabada?-de nuevo en susurro el hombre.
Y pensar que esto comenzó en una barata, no, fue antes, siempre he sido una escoria, rata acumuladora, si pudieran ver el interior de la casa me entenderían, aunque dudo que alguien si quiera se atreva a asomar su cabeza por la ventana...
-lo consegui-- grito aliviado el hombre mientras una pila interminable de cosas al azar caían frente a él.
La novia del valiente caballero se acercó a la mujer. El olor que emitía rea tal que revolvía el estómago, pero aún así consigo sacar a la mujer de la casa.
Apenas salieron la mujer colapso en los brazos de la muchacha.
El sonido inconfundible de los aparatos de hospital, un pitido constante, despertó a la mujer de 50 años, abrió los ojos, un cuarto limpio con nada más que una cama unas cortinas su suero y un medidor de pulso.
La mujer se incorporó, miró a su alrededor y vio en una pequeña mesita una nota.
"somos Angela y Gabriel, esperemos que se encuentren bien, el cachorro está con nosotros, lo cuidaremos hasta que se mejore"
Fin