La caída de Arlynne

Capítulo 5. Gabriel.

Me repito una y mil veces que debo actuar como si no hubiese escuchado nada esta mañana. No sé cuándo llegará el momento en que me solicitaran mi identificación, sin embargo, tengo un plan para irme mañana por la mañana.

Tendré que irme por causa de mi padre. Él supuestamente me habría llamado a decirme que tuvo un accidente y necesita que viaje para estar a su lado. Es una excusa muy sencilla y poco realista, no obstante, no tengo tiempo para inventar una mentira más compleja.

-         Arlynne, ¿podrías traer más tornillos? Por favor. Están en una caja en el asiento trasero de mi auto.

Charlie, el obrero a cargo de la construcción del techo de la casa del señor Richards, señala hasta donde se encuentra estacionado una camioneta de color negro.

-         Claro.

Dejo reposar el destornillador junto a Charlie y me levanto para caminar por el techo y bajar por las escaleras hasta el suelo. La caca se encuentra en medio del pueblo, por lo que puedo observar todas las casas del pueblo. Los daños estructurales no fueron graves en las casas alrededor, por lo que fueron reparadas en un par de días, sin embargo, la casa del señor Richards sufrió daños en los pilares y tuvieron que derrumbarla para volver a construir o podría ser peligro construir sobre pilares inestables.

Camino hasta el vehículo de Charlie cuando de pronto puedo sentir la misma mirada intensa que ha estado atormentándome desde anoche. Regreso a ver y encuentro a Kamron junto a su hermano sosteniendo los planos en su mano, mientras centra su atención en mí.

Estoy enojada y no puedo disimularlo, sin embargo, me esfuerzo por ignorarlo. Continuo con mi camino, aunque no dejo de sentir esa mirada pegada a mi nuca. Recojo los tornillos y empiezo a caminar de regreso a la escalera cuando mi nombre retumba en mis oídos.

-         Arlynne.

Reconozco de inmediato la voz y trago saliva con fuerza, al imaginar el regaño que me espera por su parte. Regreso a ver en dirección al origen del llamado y dudo por un momento en enfrentarme a él en este momento.

-         Necesitamos hablar, Arlynne.

Giro mi cuello de un lado al otro buscando señales de que alguien ha escuchado las palabras de mi hermano, no obstante, es evidente que nadie se ha percatado de lo nerviosa que me siento en este momento.

Sé que no puedo aplazar mi encuentro con mi hermano, por lo que me apresuro en subir por las escaleras y dejar las cajas con los tornillos al alcance de Charlie.

-         Iré al baño, no me tardo.

-         De acuerdo.

Charlie no regresa a verme, solamente continua con su trabajo y me permite ausentarme por unos minutos. Me alegra haber memorizado esa excusa para utilizarla en momentos en los cuales deba ausentarme por un corto periodo de tiempo.

Vuelvo a bajar por las escaleras y regreso a ver a todos los lugares para cerciorarme de que nadie perciba mi nerviosismo. En una fracción de segundo noto que Kamron todavía me busca con la mirada, por lo que acelero mi paso para dirigirme hasta la casa de enfrente, donde el dueño permite utilizar su baño para los obreros que se encargan de la construcción de la casa del señor Richards.

Rodeo la casa para dirigirme a la puerta trasera, la cual da acceso a la casa y es la que se encuentra más cerca del cuarto de baño. Levanto la mirada para buscar a Gabriel en el aire, sin embargo, un sonido a mis espaldas me alerta de la ubicación de mi hermano.

-         Arlynne.

Cierro los ojos por un segundo, antes de girar sobre mis talones y enfrentarme a mi hermano.

-         Gabriel.

-         ¿Qué estás haciendo, Arlynne?

No respondo a su pregunta, ya que estoy segura de que sabe perfectamente cuál es mi misión en este pueblo.

-         Te estás arriesgando a que te descubran.

-         Lo sé y es por eso por lo que me iré mañana por la mañana.

-         El hecho de que los enviados se encuentren encerrados en este momento no significa que puedas fingir que tienes una vida humana aquí. Estás poniendo en peligro a todas estas personas que ya fueron atacadas por enviados.

Trago saliva antes de tratar de defenderme, pese a que soy consciente de que nada de lo que diga hará cambiar de opinión a Gabriel.   

-         Solamente quería ayudar. Ya no hay guardianes y por primera vez desde que Luzbell nos traicionó, somos libres de caminar por el mundo sin que los enviados traten de arrebatarnos nuestro poder.

Mis palabras parecen hacer reflexionar a Gabriel. Camina hacia mí para colocar su mano sobre mi hombre y en ese momento sé exactamente lo que dirá.

-         Somos guerreros, Arlynne. Nunca seremos libres de caminar por el mundo. Exterminamos a los enviados para hacer de este mundo un lugar mejor.

-         Lo sé, pero solamente disfrutaba de la libertad a la vez que ayudaba con la reconstrucción de este pueblo.

Gabriel asiente dándome a entender que comprende la satisfacción que me genera caminar o volar por el mundo sin temor a ser emboscada todo el tiempo.




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