La caída del cielo negro 2: Camino a la verdad.

PREFACIO: Nuevos comienzos.

“­­–Recuerdas cuando te dije que Fith peleó contra 9 dragones y gano ella sola?

Una voz masculina y gentil, sonaba a la distancia en alguna especia de sueño o recuerdo tenue.

–Lo recuerdo, ¿Por qué eso es importante ahora?

La respuesta a aquello, era la voz suave de una niña, una niña de cabellos azulados, piel trigueña y ojos marrones, los cuales marcados por un tinte de tristeza y dulzura se situaban sobre la joven figura de un chico, no tendría más de 13 años, tenia el cabello largo y negro, sus ropajes eran apenas trapos hechos casi añicos, cubriendo levemente su pecho y desde su cintura hasta abajo, este observaba al frente con un gesto triste pero sereno, la niña corría con igual suerte, sus ropajes eran telas desgarradas hechas en una costura improvisada y apresurada.

–Mentí, no ganó sola… Ganó con la ayuda de Allure.

–¿Fith y Allure eran amigas? –Respondía la niña ante el comentario del joven, aquel seguía mirando hacia adelante mientras respondía las dudas de su acompañante.

–No… Fith necesitaba a Allure para lograr su cometido, y Allure necesitaba a Fith para su objetivo más adelante… –El chico volteaba a ver la niña con una mirada un poco más seria y tenebrosa–. Hasta las diosas necesitaron hacer cosas para que otros les ayudasen más adelante…

Azura, la niña de cabellos azulados no comprendería lo que Holm estaba diciendo en aquel entonces, ni por qué la mirada de aquel huérfano había cambiado tanto al decirlo. Los vientos empezaron a soplar fuerte en aquel instante, levantando un poco de polvo, pues aquel pequeño pueblo de Fith donde vivían era árido y rodeado de desiertos.

Aquellos dos niños que se encontraban en las calles de ese lugar, se notaban desnutridos y casi moribundos, su carne estaba reseca y sus rostros parecían hundidos al grado de notárseles los huesos.

–Algún día, saldremos de este infierno… Aunque tengamos que hacer cosas para que otros nos ayuden más adelante… –Decía Holm mientras su cabello se movía con suavidad gracias a la fuerza del viento–.”

Azura despertaba de su nostálgico sueño en una cama improvisada, hecha de un montón de paja y un trozo no tan grueso de tela, se encontraba en una especie de establo, aunque no había ningún animal en ese sitio.

–Otra vez ese sueño… –Decía para sí misma mientras llevaba su cabello hacia atrás y limpiaba con su antebrazo su rostro sudoroso y angustiado.

–¡Oye niña! ¡Deja de holgazanear! –Un hombre de estatura un tanto baja se acercaba al aposento donde descansaba Azura, parecía ser un granjero algo mayor, traía un rastrillo en la mano con el cual apuntaba a la joven al decir aquello.

–¡Lo siento, señor! –Respondía mientras se ponía de pie y tras sacudirse buscaba sus herramientas de trabajo para comenzar su jornada.

Hace días, Azura estaba trabajando en esa pequeña granja en Allure, lo más al Este que sus pies le permitieron llegar antes de necesitar dinero y comida para seguir con su viaje, desde que el rey Velad le había dado la oportunidad de irse y desligarse de la guerra, no quería involucrarse más en aquellas masacres cometidas por su nación de origen.

–Hoy lloverá… Estoy seguro… –Mientras Azura golpeaba fuertemente algunas estacas de madera para levantar una valla, el granjero que al parecer era su jefe ahora, miraba al cielo con cierto disgusto, este parecía estar muy tranquilo, sin nubosidad alguna.

Azura no respondía a su comentario y seguía trabajando sin mostrar ningún tipo de interés en lo que aquel hombre hacia o decía.

–Escuché que hace poco Galardan cayó… Solo es cuestión de tiempo antes de que lleguen aquí.

Aquellas palabras si lograron que la mujer de cabellos azulados voltease a ver al hombre que en ningún instante paró de mirar al cielo con ese enojo, pero a la vez serenidad que más bien lograba darle un aspecto inquietante.

–¿Dejará la granja para irse lejos de la guerra? –Azura no intentaba mostrar su preocupación, pero la sorpresa de verlo tan tranquilo no le daba demasiada confianza.

–No. –Finalmente el hombre decidió mirarla, con su rostro un poco arrugado por la vejez y expresión seria–. Vaya donde vaya, la guerra siempre llegará a donde este. ¿No lo has escuchado? Los dragones destruyen ciudades enteras solo con rugir. Ya estoy viejo como para continuar escapando de la muerte.

Azura volteó nuevamente su rostro para continuar trabajando, el anciano también regresó su mirada al cielo y guardo silencio hasta que Azura termino de hacer su tarea y el continuó enseñándole como arar y sembrar las hortalizas que pondría en esa valla.

Al caer la noche, Azura se quedó observando las estrellas que en aquel campo brillaban con todo su esplendor. El anciano había ido a dormir hace un rato y ella simplemente pensaba en lo que ocurriría pronto, pues estaba segura en su corazón que nada ni nadie podría detener a los dragones y su gran poder.

Tras un suspiro suspendido, Azure decidió que lo mejor sería tratar de olvidar sus angustias y desestresarse yendo a la cantina del pueblo donde podría beber un poco y enterarse de lo que los viajeros comentaban acerca de la guerra, sin pensarlo más, se puso en marcha.



#2657 en Ciencia ficción
#7470 en Thriller
#2943 en Suspenso

En el texto hay: drama, accion, guerra

Editado: 30.03.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.