–Sieg Millers… –La mujer le miraba espantada y a la vez sorprendida, aquel general solamente se limitaba a cerrar los ojos mientras daba un largo trago a su cerveza.
–Ha pasado tiempo, Azura.
–Pensé que estabas muerto… ¿Cómo has…?
–Te están buscando, piensan que tu dejaste escapar al rey Velad y los suyos. –Interfería aquel anciano robusto a la vez que ponía la jarra sobre la mesa nuevamente–.
–Tu viniste por eso, ¿No? ¿Vas a matarme?
En ese instante Sieg levantó levemente una ceja y aclaró su garganta.
–Nadie del ejercito sabe dónde estás, pero pronto lo van a averiguar.
–¿Y cómo lo sabes tu?
–Hoja Carmesí… Me lo dijo.
–¡Mientes! ¡Ashley Brown debe estar muerta! –Decía la joven mientras se ponía de pie y sus ojos dilatados se abrían de la sorpresa.
–No lo está –Decía mientras con tranquilidad cerraba los ojos, su semblante serio contrastaba con las reacciones de Azura–. Esta prisionera junto al rey Velad y sus hombres.
La chica simplemente se mantuvo de pie en silencio, un largo silencio adornado por su mirada de sorpresa y sus labios entreabiertos. Azura se preguntaba por qué estarían capturados aquellos objetivos tan importantes para el reino de Fith, desde el inicio se planeó que muriesen.
–¿Qué les hizo cambiar de opinión? –Decía finalmente la chica de cabellos azulados, Sieg simplemente negó con la cabeza y abrió de nuevo los ojos para mirarla sujetando con la mano derecha su jarra.
–Malledus no cambió de opinión, esas cosas lo obligaron, al parecer tienen un plan, un plan que involucra a Velad y a esa mujer pelirroja con vida.
–¿Esa mujer pelirroja?
–Karin Hitley, creo que ese era su nombre.
–No te comprendo… –Daba un par de pasos hacia atrás mientras le miraba horrorizada–. No quiero saber nada de la guerra, ha terminado para mi… No quiero saber nada de ellos, ni de ti.
En ese instante, la peli azul llevó su mano tras su espalda y sacó una daga para tomar una posición amenazante ante el anciano quién soltó la jarra y se puso de pie frente a ella, poniendo la mano derecha en el pomo de su espada para preparar su defensa, la gente en el bar ya notó aquel alboroto y se pusieron muy nerviosos guardando silencio y contemplando la escena.
–No soy tu enemigo, huérfana.
–Ni tampoco mi aliado… –Apretaba el agarre de aquella daga, tenia el ceño fruncido en todo momento, el anciano se mostraba de igual manera firme y algo enojado por la posición de la joven.
Ambos se miraron a los ojos unos cuantos minutos, la tensión de aquel momento era tal que los borrachos que antes reían mientras chocaban sus jarras ahora estaban en silencio observando a los dos misteriosos personajes que se amenazaban mutuamente con sus armas; al pasar ese lapso de tiempo con un largo silencio incomodo, un trueno sonó en la lejanía y una gran tormenta empezó a empapar todo el poblado, Sieg suspiro de forma pesada y quito su mano del pomo de su arma alzando sus brazos y mostrando sus palmas resignado.
–No voy a luchar contigo, Azura.
La chica se relajó un poco más y dejo de posicionarse de forma amenazante para simplemente seguir de pie frente al anciano y mirarle.
–Tienes… Tienes que contarme qué es lo que pasó… –La chica de cabellos azulados guardaba nuevamente su daga y los presentes en el bar perdían interés volviendo a sus cosas.
Sieg asintió, le invitó a sentarse y beber la jarra de cerveza que había pedido para ella.
---4 meses antes, Galardan---
Tras la llegada de Karin Hitley a la ciudadela de Galardan, Azura aprovechó la confusión de aquel instante y dejó atrás a Ashley y Lucy, pensando que aquella gigantesca nave que descendía en el poblado era parte del ejército de invasores. Harold Zant interceptó el encuentro de Karin y los demás, les aprisionó por tres días y finalmente los invasores atacaron. Fuera de la tierra, Douglas Harby y Joseph Hitley sabían que las cosas no saldrían bien, por lo que viajaron al encuentro de Karin quien en ese momento estaba encerrada en los dominios del rey Harold.
Al llegar, el buque de Douglas se encontró con el ataque de los invasores e intentó ayudar a los ciudadanos a escapar, sin embargo fue impactado con rapidez por el rayo de energía de un colosal carguero, los soldados de la ciudadela fueron acribillados con armas de fuego que usaron los misteriosos seres protagonistas del sangriento ataque; tras su avance, empezaron a encontrar a quienes ellos necesitaban con vida, el primero de ellos fue Douglas, quien yacía inconsciente entre los escombros de una edificación cercana, encapsulado en su protocolo salvavidas que soltaba humo y chispas.
Uno de los atacantes se quitaba el casco mostrando finalmente que eran, se trataban de criaturas con la piel gris, bastante dura y arrugada, sus pupilas eran alargadas, como las de un lagarto y su frente se extendía hacia atrás, no poseían cabello y sus dientes eran muy pequeños y afilados.
–Sáquenlo y llévenlo al transporte. –Vociferaba con una voz grave y gruesa aquel soldado, los demás se acercaron a la capsula de Douglas y rompieron el cristal para sacarlo sin mucho cuidado y llevárselo a la nave gigantesca que estaba detrás de ellos.
Editado: 30.03.2021