La caída del cielo negro 2: Camino a la verdad.

CAPÍTULO 4: El cielo negro.

—Era como un infierno…

Con aparente confianza, Einar se acercó hasta poder sentarse al lado de Velad sobre aquella cama aguantada sobre un soporte metálico.

—Fue al inicio del invierno, cuando los caídos del cielo negro aparecieron…

“Montañas pronunciadas, plantas de colores oscuros, cielos en tonalidad morada y un calor casi insoportable; era aquel, el planeta de dónde venían los Hearak, divididos en tribus y clanes, los seres que poblaban una pequeña luna, de un azulado planeta que era iluminado con el brillo de una estrella moribunda, congelada en el tiempo gracias a la gravedad de un agujero negro que se encontraba consumiéndola.

Durante el invierno, el clima de aquella luna apenas y llega a ser tropical, lluvias constantes y nubosidad abundante, en el verano, el calor alcanza un punto muy alto, el cielo es despejado y deja ver al planeta que le acompaña con más claridad, el mismo se trata de un gigante gaseoso que pese a su color, no contiene agua ni vida en su interior.

La luna en donde los Hearak vivían fue llamada “Arak”, las condiciones de aquel planeta no eran las mejores, sin embargo la resistencia de la vida en el mismo era impresionante, los propios Hearak desarrollaron su cuerpo para resistir el calor, su piel era áspera y dura, sus dientes en forma triangular eran tan afilados como una navaja; podría decirse que los Hearak cumplían con todas las características de un gran depredador, en su sociedad, no existía el dinero como tal, las tribus intercambiaban recursos con los que contaban en la zona que era dominada por cada quien. Eran tierras llenas de conflictos, pues el salvajismo de estos seres conducía muchas veces a las riñas territoriales. Aun con todo esto, la vida era sostenible, los Hearak trataban de respetar en todo momento a la naturaleza y los recursos con los que contaban. Una sociedad de guerreros, donde el concepto del honor venía implantado en sus mentes al momento de nacer.

En estas tierras vivían Einar, Amulhak y su tribu de cazadores; aquellos tenían la suerte de vivir en medio de uno de los bosques más grandes de Arak, aquel además era el único bosque costero, pues a apenas 7 metros del límite del mismo, se encontraba una extensa playa que servía de barrera natural para las invasiones que pudiese sufrir su pueblo; realizaban la caza cuando el brillo de la estrella no les pegaba directamente y el bosque solo era iluminado por el reflejo que producía aquel planeta azul, pero en aquella ocasión no lograron encontrar una presa que cazar, debido a que algo puso muy inquietos a los animales, un ruido extraño a la distancia junto a un rastro de humo en medio del bosque anunciaban la llegada de algo desde los cielos.

—Einar, ¿Escuchaste eso?

Ambos por un momento se pararon en su caminata en medio del bosque para poder detectar lo que estaba ocurriendo en las inmediaciones del bosque. Su idioma consistía en el uso de tonos graves y ciertas vociferaciones, lo que lograban pronunciar se asemejaba al latín.

Tras un instante esperando a que otro ruido ocurriese, Einar empujó ligeramente a Amulhak para que avanzara junto a él, notando como de cierto punto del bosque, muchos animales emprendían la huida, poco después, los cazadores llegaron al sitio del impacto, encontrándose con un líquido negro escurriendo de una estructura metálica que tenía grabadas con pintura blanca las palabras “PARAGRAPH 001”

—¿Qué es eso? —Preguntó Amulhak mientras se movía despacio hacia el lugar.

La estructura que podían observar, se trataba de una barra metálica de un metro de grosor y nueve metros de longitud; aquel instrumento humeaba por el impacto que había provocado, el liquido de color negro salía de grietas rectas que poseía a lo largo de su cuerpo, se notaba pues que las grietas se habían hecho de forma intencional.

—Vino del cielo, ¿no? Su forma me da escalofríos… Volveremos a la aldea y les contaremos lo que pasa, pediré que examinen esa cosa. —Respondió Einar dándose media vuelta para volver en el camino del bosque hacia la aldea.

—Espera… ¿Qué hay de esa cosa negra que sale del pilar?

—Esa cosa metálica es una especie de herramienta o instrumento… Debió descomponerse al chocar.

Sin confiar demasiado en aquello, Amulhak se dio la vuelta junto a Einar para emprender el viaje de regreso a la aldea.

Aquel lugar se trataba de un rustico conjunto de casas hechas con alguna especie de arcilla y fibra de las plantas aledañas, sus techos se componían de madera cortada de forma recta y algunas piezas metálicas de latón que habían forjado gracias a la gran cantidad de menas de cobre en la zona. A pesar de su rústico modo de vida, los Hearak habían desarrollado tecnologías interesantes de analizar, como una estructura metálica en medio de la aldea, la cual no dejaba de expulsar vapor, se trataba de una especie de generador que transportaba agua hacia las casas por medio de tubos que se encontraban arriba de las mismas.

Al llegar a la casa que parecía ser la principal, ambos guerreros se encontraron con una Hearak de piel marrón y un tatuaje en la frente en forma de triángulo equilátero, esta se acerca a ellos para recibirles y Einar le abraza afectuosamente apegando su frente a la de ella.

—¿La caza ha ido bien? —Pregunto la Hearak que tenía un tono de voz un poco más agudo, pero de fuerte presencia.



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En el texto hay: drama, accion, guerra

Editado: 30.03.2021

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