Tic-Tac el tiempo se agota

Si no te cuidas la arena del reloj te consumirá. Y la arena ya le daba hasta el cuello sin que siquiera lo notara, lobos aullaban, corrían tras su pista, el rastro finalmente había sido descifrado... Ella no lo sabía pero seguiría con paso firme hasta la casa de la abuela quien ya sospechaba de los pecados de su dulce nieta.

-¡Caperucita! Pasa, la puerta está abierta- exclamó la anciana mujer tras escuchar los pasos de su nieta.

La chica dulcemente se acercó a la abuela y beso su frente de una forma cálida.

-Acabo de escuchar de la masacre de anoche- dijo la anciana, con el afán de que su nieta confesara sus crímenes.

-Escuche que fue toda una carnicería- contestó en réplica la astuta chica que vestía de rojo.

-Toda una calamidad- dijo en respuesta la abuela, seguida de un silencio incómodo ya que no sabía que más decir para sacarle la verdad.

La abuela comía sus alimentos y a su vez guardaba sus palabras dejando solo el silenció como compañía, mientras tanto Caperucita pensativa la miraba comer, sabía que la abuela comenzaba a sospechar pero apesar del estrecho vínculo que ambas tenían se negaba a pensar en la idea de confesarle sus terribles actos, ella aseguraba que esto le destrozaría el corazón y eventualmente la mataría de tristeza.

Con el último bocado en la boca a punto de ser engullido por la anciana, la abuela finalmente se decidió a hablar.
-Caperucita, tengo algo que contarte-

Caperucita quien estaba a punto de marcharse se dió la vuelta y volvió a su lugar al lado de la abuela para poder escuchar más atentamente.

-¿Sabes? En el fondo me alegra la masacre de aquellos lobos-. Caperucita se queda atónita ante la confesión de la abuela, pero en respuesta solo guardo silencio ya que sabía que si respondía probablemente levantaría sospechas así que dejó continuar a la abuela.

-¿Que te pasa?¿Acaso te a comido la lengua el ratón?- dijo la abuela tratando de romper el silencio que la chica se esforzaba por mantener. Pero una vez más sus intentos por obtener la su confesión de los crímenes se vio nuevamente lejana.

-Tengo que irme, mamá me espera en casa y creo que me e demorado bastante, debe de estar preocupándose- exclamó con la esperanza de que la abuela le dejara marchar sin ninguna contrariedad. Y cuando ella tomo el pomo de la puerta la abuela jugaría su última carta para descubrir la verdad.

-Se que fuiste tu- dijo finalmente.

Caperucita se quedó helada sosteniendo el pomo de la puerta, en ese momento desearía no haber escuchado bien, se volvió hacia la abuela y con voz entre cortada exclamó:-¿Qué?-.De su boca solo pudo salir está palabra y seguía casi incrédula del cómo fue que lo averiguó.

-Se que fuiste tu- volvió a exclamar la abuela con mucha más seguridad pues está vez lo había descifrado y está vez sin dejar espacio para la respuesta de la chica que tenía la cara pálida de impresión.

-¿Quién más pudo haber sido? Verás nuestra familia siempre a sentido odio de esas repugnantes bestias, siempre por el camino preguntando ¿Que adónde nos dirigimos? Dime ¿qué no estabas cansada cuando tomaste la decisión de asesinarlos?-

La chica comenzó a comprender el rumbo que tomaba la plática y seguía limitándose a responder.

La anciana después de un corto silencio continuo:

-Tu madre fue la más débil del linaje y ella se negaba a sentir el odio, diciendo que a ti no te haría crecer en medio del rencor a esta especie que iba de generación en generación, se negaba a la rebelión por la muerte a los lobos. 

Así que te crío por si misma y con sus propios ideales, ¿Pero mira que quien iba a imaginar? que el odio que no corrió por las venas de tu madre, ahora corre por las tuyas de forma casi nata.- Dijo la viejita para finalmente dejar ir a la chica.

Caperucita partio de la casa de la abuela y se percató de que estaba empapada de sudor, se limpio la cara y continuo hasta llegar a su casa sin siquiera imaginar lo que le esperaba al caer la noche.